Una 'Orest¨ªada' sin br¨ªo
Quiz¨¢ Esquilo, quiz¨¢ no. Pasado por ?lvaro del Amo, pasado por Jos¨¦ Carlos Plaza y por las meras circunstancias -las ruinas de f¨¢brica en que se representa-, puede ser lo mismo y otra cosa. Ser¨¢ una discusi¨®n secundaria, y las razones, morales, ¨¦ticas, filos¨®ficas que ambos dan en el programa de mano no importan nada -aparte de su l¨ªnea de conducta literaria, de su sentido de la responsabilidad- con relaci¨®n a lo que se ve. Esta Orest¨ªada cuenta, y a veces muestra, el gui¨®n permanente: Agamen¨®n sacrifica a su hija para llegar a Troya y conquistarla; lo consigue, regresa, y su mujer, Clitemnestra, le mata para vengar a la hija muerta. Regresa Orestes, hijo de los dos y hermano de Electra, que le incita a la venganza, y mata a Clitemnestra. Las Erinias le persiguen con su popular crueldad; Apolo quiere ayudarle, y Palas Atenea nombra un tribunal especial de ancianos del que sale absuelto. Final feliz. En la ¨²ltima media hora de las tres del espect¨¢culo, las Erinias cantan y bailan a ritmo de un rock p¨¢lido con m¨²sica y textos adaptados de canciones de Mariano D¨ªaz. No casa con el tronco del espect¨¢culo y la soluci¨®n aparece como t¨ªmida y moderada. El texto de Esquilo est¨¢ mezclado con el de ?lvaro del Am¨®: muy bello, muy fr¨ªo -contra las atrocidades que suceden-, con tics de la vieja escuela de la mirada de la literatura francesa. Introduce factores de duda, de inseguridad, de identidad, frente a la noci¨®n cl¨¢sica del destino que no se puede vencer. Texto y acci¨®n se recargan sobre las mujeres: los mon¨®logos de Casandra, naturalmente el de Cl¨ªtemnestra, el de la nodriza -todos ellos espl¨¦ndidamente dichos por Paca Ojea, por Berta Riaza, por Mari Carmen Prendes- son los que dan fuerza a la obra, que fue viril con Agamen¨®n y con Orestes.
La Orest¨ªada
De Esquilo. Versi¨®n de ?lvaro del Amo. M¨²sica de Mariano D¨ªaz. Int¨¦rpretes: Berta Riaza, Mari Carmen Prendes, Andr¨¦s Mejuto, Rafae Alonso, Fernando Sansegundo, Olalla Aguirre, Mar Diez , Josu Ormaeche Joaqu¨ªn Notario, Ana Labordeta, Ra¨²l Pazos, Juanjo P¨¦rez Yuste. Vestuario: Jes¨²s del Pozo. M¨²sica y adaptaci¨®n de canciones: Mariano D¨ªaz. Direcci¨®n: Jos¨¦ Carlos Plaza. Centro Dram¨¢tico Nacional. Ronda de Atocha, 35. 12 de junio.
Tiempo y espacio
El vestuario -de Jes¨²s del Pozo- introduce tambi¨¦n las dudas entre una ¨¦poca contempor¨¢nea y otra de la actualidad de Esquilo, como si esto pudiera pasar siempre y se hubiera escrito de antemano la historia de la humanidad.El recinto no cuadra. Las ruinas de un edificio fabril construido probablemente ¨¢ principios de siglo no tienen nada que ver con el palacio de los ¨¢tridas. Los personajes, las palabras, las acciones dispersas -el espacio es enorme- no se suman al decorado que podr¨ªamos llamar natural.
Como es l¨®gico, las molestias del teatro de verano improvisado no pueden desaparecer. Los mosquitos pican, restallantes de felicidad al ver tan inusitada acumulaci¨®n de carne humana; de la sierra llega de cuando en cuando el viento fr¨ªo de los neveros; las sillas anat¨®micas deben estar inventadas para una media estad¨ªstica, pero no coinciden con las disposiciones adiposas de los cuerpos reales, y menos para tanto tiempo. Las letrinas son inadecuadas. El uso- de micr¨®fonos hace que todas las voces vengan de un mismo lateral y en un mismo plano sonoro, a veces duplicadas por la propia voz de los actores, triplicadas al ser recogidas por m¨¢s de un micr¨®fono a la vez. Lo de siempre: se resiste como se puede en espect¨¢culos menores y divertidos, molesta en una obra del Centro Dram¨¢tico Nacional, con un prestigio cl¨¢sico y un director muy ilustre y muy querido. Por cierto que en las puertas y en los aleda?os de las ruinas-teatro hab¨ªa pancartas quej¨¢ndose de la invasi¨®n de la cultura rica en un barrio de pobres que quiere desarrollar la suya propia (el mismo barrio de Lavapi¨¦s, que acoge tan bien a la sala Olimpia, no menos rica); las protestas fueron silenciosas y educadas, y alguien quiso identificar a alg¨²n manifestante con uno de los okupas que vivieron en esta f¨¢brica hasta que fue adoptada por el Ministerio de Cultura. Una parte importante del p¨²blico no estuvo de acuerdo con la obra, con el espect¨¢culo. Hubo fuerte rumor de pies durante todos los saludos, atenuados y con aplausos m¨¢s fuertes para algunos int¨¦rpretes; la protesta fue especialmente sonora para Jos¨¦ Carlos Plaza.
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