La segunda muerte de El Nani
EL RECUERDO de Santiago Corella, El Nani, desaparecido en la noche del 12 de noviembre de 1983 entre los muros de la antigua Direcci¨®n General de Seguridad, vuelve de nuevo a la actualidad con motivo de la vista ante el Tribunal Supremo de los recursos de los polic¨ªas que le custodiaban, y que no pudieron dar explicaci¨®n racional alguna sobre lo sucedido. Los captores de El Nani pretenden su absoluci¨®n o, en todo caso, la nulidad de la sentencia que les conden¨® a cerca de 30 a?os por los delitos de falsedad y "detenci¨®n ilegal con desaparici¨®n forzosa".Una parte sustancial de las alegaciones de los condenados apunta a supuestas irregularidades cometidas en la vista del juicio. Y la m¨¢s relevante es la de que fueron juzgados por el mismo tribunal que instruy¨® el proceso, en contradicci¨®n con la doctrina constitucional sobre el juez imparcial, motivadora de la llamada reforma M¨²gica, que diferencia claramente entre el juez que instruye y el que dicta sentencia. La fuerza expansiva de esta doctrina se llev¨® por delante, como era obligado, el llamadofuero policial, una especie de procedimiento penal especial procedente del franquismo que sobrevivi¨® en la democracia y seg¨²n el cual los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado deb¨ªan ser procesados y juzgados por un mismo ¨®rgano jurisdiccional: las audiencias provinciales. Pues bien, la sentencia del Tribunal Constitucional que enterr¨® el fuero policial, y del que se beneficiaron los captores de El Nani, establece taxativamente su alcance: en ning¨²n caso procede la revisi¨®n de los procesos en curso tramitados de acuerdo con este procedimiento penal especial.
No debe causar extra?eza que quienes pisotearon de manera tan inicua las garant¨ªas del detenido las apuren ahora hasta el l¨ªmite en su defensa. Tal proceder, moralmente despreciable, entra dentro de las contradicciones propias de la condici¨®n humana. La grandeza del Estado de derecho consiste en otorgar su amparo a todos los ciudadanos sin distinci¨®n, incluidos los que conculcan sus normas bajo el amparo de su autoridad. La posibilidad de que los recursos de los captores de El Nani tengan ¨¦xito ante el Tribunal Supremo no impedir¨¢ que la sombra de quien desapareci¨® entre sus manos les siga acusando.
Por otra parte, el hecho terrible de que alguien pueda desaparecer mientras est¨¢ detenido por la polic¨ªa del Estado, y sin que ninguna instituci¨®n u organismo oficial haya sido capaz de dar una explicaci¨®n veros¨ªmil, trasciende el marco judicial para entrar de lleno en el pol¨ªtico. En este sentido, y sea cual sea la decisi¨®n ¨²ltima de la justicia, el caso de Santiago Corella seguir¨¢ siendo uno de los estigmas que m¨¢s intensamente han marcado la actual etapa democr¨¢tica espa?ola, adem¨¢s de constituir una denuncia en toda regla de la p¨¦rdida de reflejos morales de la clase pol¨ªtica, al parecer mucho m¨¢s preocupada por las molestias ocasionadas a algunos de sus miembros que por el esclarecimiento de tan aberrante delito.
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