De Albania a Marinaleda

Para el alcalde de Marinaleda, Juan Manuel S¨¢nchez Gordillo, "el hombre en el fondo est¨¢ prohib¨ªo, pero nosotros queremos que sea posible aqu¨ª". Sobre este pueblo ha soplado el viento irreverente y libertario del viejo anarquismo de la sierra sur. Cuando en Marinaleda le cambiaron el nombre a la calle del General Mu?oz Grandes para llamarla de Ernesto Che Guevara, la plaza del General¨ªsimo Franco se engalan¨® de fiesta. Y es que esa plaza, transitada por la opresi¨®n y miseria durante el franquismo, pasaba a llamarse de Salvador Allende, y la avenida polvorienta de Queipo de Llano, avenida de la Libertad. En 1979 empez¨® a aflorar el viejo y reprimido anarquismo de la sierra sur.

Ahora, 11 a?os m¨¢s tarde, Marinaleda parecer haberse convertido en el ¨²nico enclave europeo donde a¨²n no se ha marchitado la utop¨ªa. El puritanismo dogm¨¢tico de Albania y las angustias de la perestroika, m¨¢s el colapso de tanto marxismo-leninismo, se siguen desde este pueblecito andaluz, poblado por el paro m¨¢s alto de toda Sevilla, con la misma desatenci¨®n que un episodio de Falcon Crest.Para el alcalde Juan Manuel S¨¢nchez Gordillo, "en Marinaleda el hombre es posible o queremos que lo sea, porque en esta sociedad, o en cualquier otra del planeta, el hombre en el fondo est¨¢ prohib¨ªo". Apasionante personaje este alcalde anarquista,. demagogo, redentor y prof¨¦tico, que ha encontrado para la construcci¨®n de su nueva imagen un escenario de ensue?o: un pueblo de 2.500 vecinos castigados brutalmente por el paro, por la emigraci¨®n y por una resignaci¨®n secular a su propio infortunio. Y alrededor, un paisaje de latifundios con nombres de bella sonoridad -El Humoso, Los Algaves, El Cortijo del Marqu¨¦s...-, alguno de los cuales pertenece, para enaltecer la espectacularidad del contraste, al duque del Infantado.

La utop¨ªa

Se mezclaban as¨ª en la escena jornaleros en paro, hambre real, un duque de leyenda, latifundios desatendidos, guardias civiles desplazados, jueces contradictorios y el factor determinante de los hechos: la utop¨ªa. "El derecho a la utop¨ªa es irrenunciable; si se renuncia a ¨¦l, se renuncia a la esperanza", sentencia con m¨ªstica convicci¨®n S¨¢nchez Gordillo.La utop¨ªa ha llevado a los habitantes de Marinaleda a situaciones l¨ªmite. En el marco de un pacifismo inquebrantado, sin el menor indicio de violencia, han ocupado fincas desatendidas por sus due?os, han realizado marchas para exhibir determinadas reivindicaciones, han cortado carreteras y han recurrido a huelgas de hambre colectivas para llamar desesperadamente la atenci¨®n de las autoridades. Y al final parecen haber logrado una parte de la utop¨ªa, un porcentaje real de sus sue?os. No ha sido f¨¢cil el camino. S¨¢nchez Gordillo, en libertad condicional, tiene a¨²n 36 procesos pendientes, y en el pueblo hay, al parecer, m¨¢s de 100 jornaleros procesados. Muchos de estos procesamientos y parecido n¨²mero de sobreseimientos se deber¨ªan al talante de algunos jueces de Sevilla, entre los que habr¨ªa duros y blandos, halcones y palomas, "progres y ultras, como en tos laos", dice el alcalde.

Y lo mismo ocurre con la Guardia Civil, dice el alcalde, "porque yo he visto a algunos n¨²meros enjugarse unas l¨¢grimas de impotencia y comprensi¨®n cuando nos reprim¨ªan, y he visto tambi¨¦n a un capit¨¢n, pistol¨®n en mano, que desde la histeria me amenazaba de muerte".

Paro, latifundios, jornaleros, terratenientes. Para cobrar el desempleo se exigen 60 peonadas certificadas por el patr¨®n, y "eso supone", seg¨²n S¨¢nchez Gordillo, "poner a los pies del patr¨®n al jornalero, porque el patr¨®n, dando peonadas, decide qui¨¦n cobra el subsidio, la limosna, que no s¨®lo hay que agradec¨¦rsela a pap¨¢ Estado, sino tambi¨¦n al patr¨®n que la autoriza". La antigua calle del General Sanjurjo se llama hoy de Federico Garc¨ªa Lorca, y la de la Victoria, de Blas Infante. Lo que m¨¢s sorprende de Marinaleda no es el asfaltado de sus calles, ni la existencia de un ¨²nico guardia municipal que en 10 a?os no ha puesto una sola multa, ni la transparencia bulliciosa de un colegio de EGB, ni la apacible serenidad british-style del hogar de los ancianos.

Felicidad sosegada

Lo m¨¢s sorprendente de este pueblo es que crezca en ¨¦l, centro de un tri¨¢ngulo cu s ¨¦rtices ser¨ªan las sevillanas ?cija , Estepa y Osuna, algo tan huidizo e inaprensible como es la felicidad Una felicidad sosegada y colectiva. Una felicidad incre¨ªble."Es que el hombre aqu¨ª no est¨¢ prohib¨ªo", explica meridianamente S¨¢nchez Gordillo, para quien su pueblo pretende dar respuestas diarias a los problemas del camino hacia la utop¨ªa que se han propuesto, ya que mientras algunos ut¨®picos han intentado que "la libertad un d¨ªa sea, nosotros queremos que aqu¨ª y ahora vaya siendo. Somos un pueblo un¨ªo que se defiende".