La ciudad no es una isla
El autor rebate la tesis de Joaqu¨ªn Loraque, arquitecto que proyect¨® La isla del colegio de Alcal¨¢ de Henares, por creer que el mencionado proyecto propone construir una ciudad tan grande como el mismo centro hist¨®rico de Alcal¨¢.
La isla del colegio se encuentra entre el casco hist¨®rico de Alcal¨¢ y el r¨ªo Henares. M¨¢s al sur s¨®lo est¨¢ el escarpe rojo. Y es este singular espacio vac¨ªo que media entre el casco renacentista y el gran meandro el soporte de una propuesta para construir 2.000 viviendas de una sola tacada en una isla inundable, aisladas y ocultas de la ciudad.Pero esta vez es distinto: esta vez la operaci¨®n no se legitima por la necesidad de viviendas sociales, como suele suceder. Esta vez es la calidad del dise?o y la idea brillante la que lucha contra la vulgaridad espesa y municipal, ofreci¨¦ndose aqu¨¦lla como garante de la propuesta, y que es oportuno comentar, pues no es ajena a una tendencia que comienza a observarse en ciertas operaciones inmobiliarias de otros pa¨ªses europeos y que pronto ser¨¢ corriente en Espa?a. Es muy significativa al respecto la opini¨®n que sostiene Leonardo Benevolo en su pol¨¦mica con Bernardo Secchi (I progetti nel piano, Casabella 563, diciembre 1989). Dice as¨ª Benevolo:
"... Los operadores inmobiliarios acogen con entusiasmo la moda de las tramas proyectuales, y presentan sus propuestas de edificaci¨®n con abundancia de dise?os demostrativos para hacerlos incorporar en los planes urban¨ªsticos o para obtener contrapropuestas dise?adas equivalentes. Desde su punto de vista, estos dise?os tienen la doble ventaja de no ser excesivamente complejos y de desplazar la discusi¨®n a un terreno ficticio -cualitativo, como se suele decir- mientras aseguran las ventajas cuantitativas deseadas.
Acaso... el exceso de sofisticaci¨®n revela involuntariamente el artificio; de hecho, la densidad de firmas de arquitectura prestigiosas por metro c¨²bico pudiera tener s¨®lo una funci¨®n propagand¨ªstica o intimidatoria".
"Se podr¨ªa pensar que estuviera cuestion¨¢ndose s¨®lo el control del proceso en transformaci¨®n; que la iniciativa privada se estuviera preparando para sustituir a las Administraciones ineficaces y que el proyecto arquitect¨®nico pudiera llegar a buen puerto, incluyendo el inter¨¦s especulativo. Pero el beneficio... no precisa que el proyecto sea realizado en su conjunto. Basta que el terreno adquirido a un precio pueda ser revendido a un precio mayor y que cualquier pedazo se desarrolle para mantener la expectativa sobre el resto, pref¨¦riblemente de manera discontinua, con el fin de alumbrar otras diferencias de posici¨®n productoras de beneficios. As¨ª, quedan destruidas las ocasiones para la arquitectura, la alianza con el beneficio produce algunas realizaciones aisladas y un n¨²mero mucho mayor de proyectos inutilizados, de planos plegados en sus cajas, de im¨¢genes que circulan por las revistas y no se traducen en realizaciones".
Hasta aqu¨ª Benevolo. Me he permitido esta larga cita pues parece haber sido escrita pensando en La isla del colegio y est¨¢ en el centro de un debate muy en boga (huelga decir que la posici¨®n de Secchi es contraria a la de Benevolo, pero yo no veo aplicables las ideas de Secchi al caso espa?ol, vista la experiencia de dise?o de estos ¨²ltimos a?os).
Dise?o integrado
Pero es que, aunque la operaci¨®n fuera aceptable por otros motivos, la sola observaci¨®n de su escala deber¨ªa hacer desistir de aqu¨¦lla. La propuesta ocupa tanto espacio como la totalidad del vecino centro hist¨®rico de Alcal¨¢. Y lo importante no es que sea tan grande; lo grave es que se plantea mediante un dise?o integrado, que exige la intervenci¨®n a trav¨¦s de un ¨²nico proyecto (o secuencia de proyectos) redactado por un mismo equipo, pues una modificaci¨®n en las tipolog¨ªas dar¨ªa al traste con la globalidad de la idea.
Eso significa que se trasciende el escal¨®n de planeamiento para resolver la cuesti¨®n con el proyecto de arquitectura, que es el que legitima la bondad de la operaci¨®n. No admite el troceo de la misma, pues ello vulnerar¨ªa el plan del conjunto. As¨ª, su mayor virtud (un proyecto con calidad arquitect¨®nica y concepci¨®n unitaria del espacio) es su mayor defecto, pues no es bueno para una ciudad que de un solo gesto se dise?e una superficie mayor que la de todo su centro hist¨®rico, el cual necesit¨® siglos para cuajar.
Las ciudades deben construirse lenta y diversificadamente, no como los barrios de miles de viviendas sociales construidas de una vez, y a los que este proyecto se asemeja en la magnitud del gesto, si bien sustituyendo, como dir¨ªa Rubert de Vent¨®s, la demagogia del desarrollo por la demagogia de la calidad de vida.
De manera que tan malo ser¨ªa construir esta isla con una misma mano (actitud de arquitectura totalitaria que altera en su esencia las leyes naturales del crecimiento de la ciudad) como hacerlo de manera fraccionada, pues entonces el proyecto quedar¨ªa deslegitimado y ser¨ªa necesario sustituirlo por el plan.
Llegados a ese punto ya, de lo que se tratar¨ªa no es de saber si es bueno ese proyecto en ese lugar, sino si es bueno un plan parcial residencial en ese lugar. Por su parte, el Plan General de Alcal¨¢, a punto de iniciar su tramitaci¨®n, propone esta isla como un sistema general de espacios libres, de manera que los alcala¨ªnos recuperen el gusto por su r¨ªo accediendo libremente a ¨¦l a trav¨¦s de un parque p¨²blico. Es, desde luego, una propuesta menos original, pero enseguida ha sido aceptada por todos.
Por ¨²ltimo, quisiera referirme al hecho (constatado a trav¨¦s de las campa?as de prensa realizadas para apoyar este proyecto) de que se est¨¢ utilizando el argumento de la calidad incomprendida como coartada para imbuir mala conciencia en la corporaci¨®n, que as¨ª podr¨ªa estar siendo tildada de antimoderna y de dejar pasar la gran oportunidad de sacudirse polvorientos planes urban¨ªsticos para adentrarse por la senda de la idea genial.
No caigo en esa trampa ni aunque el proyecto fuera el mejor de los posibles. Pues no hay actitud m¨¢s antimoderna que la de la arquitectura totalizadora, y ello sin contar con que un proyecto no se puede afianzar desde un plan. Por ello, el plan general prefiere acciones m¨¢s fragmentadas, cuya escala se adapta mejor a la manera an¨®nima, sosegada y lenta que distingue el buen hacer de las buenas ciudades.
es director del Plan General de Ordenaci¨®n Urbana de Alcal¨¢ de Henares.
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