La larga marcha
650.000 norteafricanos y cientos de miles de portugueses cruzan nuestro pa¨ªs
"Ya llevan buena maleta, ya". M¨¢ximo ?lvarez, castellano viejo en sentido amplio, contempla la carretera N-1 desde los arcos de Lerma. "Claro, ir¨¢n para un mes de vacaciones lo menos, y claro", zanja. Este abuelo burgal¨¦s mira la caravana de coches cargados hasta los topes. Son los viajeros marroqu¨ªes, a los que ahora se suman los argelinos. Unos 650.000 norteafricanos cruzar¨¢n este verano el Estrecho por Algeciras. Vienen de la Europa rica. Hasta Burgos, comparten carretera con cientos de miles de portugueses y a los que, por un error de imprenta, Tr¨¢fico desea "boas-viudas" al darles la bienvenida. La Administraci¨®n espa?ola ha puesto a su servicio ocho ¨¢reas de descanso que se revelan insuficientes.
El duende de imprenta ha hecho que la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico (DGT) desee a los usuarios de la llamada carretera de la muerte "boas-vindas". La n de "boas vindas" (bienvenido) se di¨® la vuelta, tal vez en recuerdo de los 34 portugueses que el a?o pasado perdieron la vida en 177 accidentes ocurridos en las carreteras espa?olas durante el verano. Las v¨ªctimas mortales aumentaron en un 30,7% respecto a 1988 y los siniestros, en un 40,4%.Sin embargo, la accidentalidad se redujo en el caso de marroqu¨ªes, seg¨²n los datos oficiales. El pasado verano murieron 21 en accidente de tr¨¢fico frente a los 41 del a?o anterior. Hubo menos muertos, pero mas accidentes: pasaron de 133 a 236.
Para la DGT, este descenso puede estar relacionado con el mayor uso de las ocho ¨¢reas de descanso repartidas por las carreteras Madrid-Ir¨²n -dos en 469 kil¨®metros-, Madrid-Algeciras -tres en 715 kil¨®metros y Burgos-Portugal -tres-. El a?o pasado se detuvieron en ellas 148.096 veh¨ªculos marroqu¨ªes, 103.319 portugueses y 123.718 de otras nacionalidades. Las destinadas a viajeros lusitanos cierran sus puertas a comienzos de agosto, las otras se mantienen hasta comienzos de septiembre. Los usuarios las agradecen, pero las juzgan insuficientes.
A la altura de Briviesca
La autopista Madrid-Burgos, a la altura de Briviesca, acoge la primera ¨¢rea de descanso y la ¨²nica com¨²n para portugueses y norteafricanos. Agua, duchas, sanitarios, servicio m¨¦dico durante ocho horas, sombra, tres juegos infantiles, funcionarios e int¨¦rpretes para suministrar informaci¨®n.
Anochece en la cabeza de Castilla. Tres hombres en chilaba rezan junto a la furgoneta sin importarles el ruido del incesante tr¨¢fico. A un par de metros, las mujeres preparan t¨¦ en un infiernillo. Los ni?os corretean hacia el tobog¨¢n.
Latifa calienta el agua para el biber¨®n de la m¨¢s peque?a de sus tres hijas en un envase conectado al mechero del coche, un viejo opel que conduce su marido. Repite la operaci¨®n durante los tres d¨ªas que tardan en llegar desde Arristerdam hasta T¨¢nger. Est¨¢ cansada, pero se anima pensando que cada vez queda menos para hacer real el sue?o del emigrante : volver a casa aunque sea por cinco semanas cada dos a?os.
Poco despu¨¦s llega al ¨¢rea burgalesa el argelino Chaoulh, que estrena este a?o las carreteras espa?olas. "Las autopistas no son muy buenas", dice. Cuando se le se?ala que a partir de ahora encontrar¨¢ muchos tramos con un solo carril o en obras y se le desea buen viaje, ¨¦l sonr¨ªe y exclama "in chalah", Dios lo quiera.
Chaoulh, que viaja con el coche repleto de familia, acomoda el pan de molde que asoma por el remolque antes de lanzarse nuevamente al asfalto. La apertura de la frontera argelino-marroqu¨ª le ha decidido a viajar hasta AP mer¨ªa y tomar all¨ª el barco a Melilla. "Luego, s¨®lo me quedan 400 kil¨®metros hasta Or¨¢n", explica este residente en Par¨ªs.
Mientras, su mujer se asegura de que el cambio dado en la gasolinera es correcto. Excusa su desconfianza: "No conocemos la moneda".
Afi Abdelsalam no se queja tanto de la carretera como del precio del peaje. Como le resulta prohibitivo, opta por la N-I y se detiene en una fuente en el desfiladero de Pancorbo. De la furgoneta salen seis ni?os y cuatro adultos entumecidos. Han viajado toda la noche desde Lille, en el norte de Francia. Su destino es Nador, junto a Ceuta.
Ali piensa que deber¨ªa haber m¨¢s ¨¢reas de descanso, como en Francia. Fuera de la autopista, el primer recinto de la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico se encuentra en La Cabrera, a menos de cien kil¨®metros de Madrid. No se queja, como otros compatriotas, de que le cobren precios desproporcionados. "Los espa?oles son como los ¨¢rabes. Si podemos, clavamos al extranjero", justifica sorpresivamente.
De Bruselas a Casablanca
Quienes s¨ª se sienten estafados son Bakarat Bouarfa y su mujer, Balkaida Mbarka. En Aranda de Duero les cobraron 17.000 pesetas por un radiador de segunda mano para su viejo Peugeot, cargado con cinco pasajeros, baca y remolque. Al amanecer, esperan enBoceguillas (Segovia) a que abran el taller oficial "porque el coche se calienta y no podemos seguir".
Normalmente, esta familia marroqu¨ª emplea tres d¨ªas para llegar desde Bruselas hasta Casablanca. Su queja se limita a los mec¨¢nicos. A Balkaida le entusiasma "la alegr¨ªa y la belleza" de nuestro pa¨ªs, en el que nunca ha sentido se?ales de racismo.
Esta mujer vestida a la usanza ¨¢rabe no entiende "por qu¨¦ hay tan pocos ¨¢rboles en Espa?a" Teme el recorrido por La Mancha -el ¨¢rea de descanso de Valdepe?as es la m¨¢s utilizada en el trayecto hacia Algeciras. En ella se pueden adquirir los billetes de barco-, am¨¦n de la espera para embarcar, que el a?o pasado lleg¨® a dieciseis horas.
Como los marroqu¨ªes, los viajeros portugueses siguen con atenci¨®n el ritmo de las obras en nuestras carreteras y est¨¢n satisfechos de las mejoras. Unos y otros se felicitan de la buena marcha de las trabajos. Para los lusitanos, la angustia no est¨¢ en el cruce del Estrecho -lo atravesar¨¢n 650.000 norteafricanos, seg¨²n el Gobierno Civil de C¨¢diz-, sino en el horario de la frontera.
Guillermina y Antonio Pacheco Marques descansan en el ¨¢rea de Torquemada, a pocos kil¨®metros de Palencia. Es la nacional 620, llamada carretera de la muerte. Los ¨¢rboles reci¨¦n plantados son demasiado j¨®venes para dar sombra y los vecinos peninsulares se refugian bajo el techado del aparcamiento.
El matrimonio, que viaja en un mercedes con tres bicicletas en la baca, est¨¢ encantado con las instalaciones. "Son pocas, pero jeitosas (agradables)", dice el marido. "Y mejores que las portuguesas", puntualiza la esposa. No se quejan de abusos en los precios. "En Francia nos cobran mucho m¨¢s que aqu¨ª", explican.
Desde que salieron de la localidad alemana de Mannheim, la pareja ha ido plantando la tienda de campana para dormir. Su viaje de vacaciones hasta Lisboa, v¨ªa Badajoz, es de 2.500 kil¨®metros que intentan hacer sin prisa. "Es m¨¢s duro volver", se consuelan.
Mucha prisa, poca pausa
"El moro nace en Marruecos, trabaja en Holanda y viene a morir a La Mancha", dicen en voz baja en la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico. Portugueses y marroqu¨ªes est¨¢n considerados como conductores de riesgo. "Llevan coches muy cargados, que afortundamente van siendo m¨¢s nuevos. Quieren cruzar Espa?a lo antes posible y con el menor gasto. A menudo viajan en grupo y, para no perderlo, adelantan aunque no puedan", explica el Jefe de Asistencia y Vigilancia de la DGT, Carlos Mu?oz.Mucha prisa, poca pausa. Hay an¨¦cdotas para ilustrarlo. "Los marroqu¨ªes a veces se han dejado alg¨²n ni?o", afirma Vicente Mara?¨®n, funcionario de servicio en las instalaciones de Briviesca.
Las ¨¢reas de descanso comenzaron a instalarse en 1981. Desde entonces han ido mejorando. La de Tordesillas (Valladolid), destinada a portugueses, Llene fama de ser la mejor.
Antonio Almeida, que ha tomado una ducha en las instalaciones de Torquemada, repite parada en este ¨¢rea modelo. Cada dos a?os, desde 1972, este empleado de una f¨¢brica de muebles hace el recorrido Bonn-Lisboa.
"Antes si que era malo el viaje, ten¨ªamos que dormir en la carretera, pero ahora estoy 'espantado' de las instalaciones tan perfectas". Su 'espanto' es admiraci¨®n positiva, se apresta a traducir.
A Antonio, como a Chaoulh y a Latifa, les tranquiliza pensar que su cabezada en las ¨¢reas de descanso cuenta con la protecci¨®n nocturna de la Guardia Civil. Su temor a los asaltos nocturnos est¨¢jusficiado, seg¨²n reconoce la pareja de la Benem¨¦rita de guardia en Briviesca.
En el ¨¢rea burgalesa, Latifa se tiende en el suelo, sobre una manta. Una pareja de motoristas holandeses se instala al lado. Al Filo de la medianoche, un marroqu¨ª llega con un ni?o en brazos a la caseta de informaci¨®n. "Est¨¢ malo", dice. Pero a esas horas no hay m¨¦dico en el recinto.
Antonio intenta descansar por en¨¦sima vez, pero el sue?o le huye tambi¨¦n en Tordesillas. Aperias ha dormido un par de horas desde que sali¨® de Alemania. Mira con envidia al grupo del Club de Jubilados y Pensionistas de Salamanca. Los abuelos, de excursi¨®n a Medina del Campo, han comido en el ¨¢rea arbolada. Unos juegan a las cartas, otros recogen pi?ones, algunos sestean. "Este sitio es muy sano", comenta uno de los mayores, Jos¨¦ Mart¨ªn. El descanso no es s¨®lo cosa de extranjeros.
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