Una r¨¢faga de cohetes sacudio Buenos Aires
CARLOS ARESUna sucesi¨®n de bombas, de estruendo, y una r¨¢faga de cohetes sacudi¨® el barrio sur de Buenos Aires, alrededor del estadio del Boca Jun*ors, un minuto despu¨¦s de que el portero de la selecci¨®n argentina, Sergio Goycoechea, detuviera el penalti decisivo al delantero italiano Aldo Serena. En absoluto secreto, sin confesarlo ni entre amigos, cada habitante de la ciudad hab¨ªa preparado su revancha personal. El odio acumulado contra la selecci¨®n y el p¨²blico italianos, que se dedic¨® a silbar al himno argentino y, en particular, a Diego Armando Maradona desde que comenz¨® la Copa, se descarg¨® en un festejo lleno de bronca, rabia y una alegr¨ªa al borde de la locura.
El ruego, desde el s¨¢bado, fue un¨¢nime: "S¨®lo una m¨¢s, Dios, s¨®lo una: eliminar a Itafla". Las condiciones f¨ªsicas y t¨¦cnicas en que llegaba el equipo argentino a disputar este encuentro pon¨ªan ?a bandera de la final a demasiada altura. En t¨¦rminos humanos, todos sab¨ªan que no se pod¨ªa llegar. Ya no bastaba con una dosis m¨¢s de la suerte que, indudablemente, acompa?¨® a Argentina. Deb¨ªa producirse el ¨²nico y verdadero milagro del f¨²tbol, el de jugar bien. S¨®lo as¨ª, con una selecci¨®n que vendiera su alma al diablo, era posible la victoria.
Ese sencillo arte, el de tocar el bal¨®n entre compa?eros con hab¨ªlidad, regates y enga?os, m¨¢s el de cubrirse unos a otros en avance o retroceso, dio el resultado esperado y tuvo sus consecuencias en los cuerpos felices de la multitud. La gente bailaba sobre los camiones, con medio cuerpo fuera de los autom¨®viles, trepada a los autobuses, y no deb¨ªa agradecer ya a ning¨²n ajeno al f¨²tbol por este triunfo merecido. Con las caras pintadas de azul y blanco, miles y miles de hombres y mujeres tuvieron quiz¨¢ la primera y m¨¢s leg¨ªtima alegr¨ªa de los ¨²ltimos a?os. El p¨²blico argentino saborea este campeonato como un plato ¨²nico en el men¨², pero con el hambre de quien lleva demasiado tiempo a pan duro.
El presidente del Gobierno, Carlos Menem, que tampoco acaba de cre¨¦rselo pese a la fe p¨²blica con la que trata de calmar su creciente fama de gafe, reconoc¨ªa su emoci¨®n: "Con este coraje y esta capacidad, los argentinos podemos conseguir ¨¦xitos no s¨®lo en el f¨²tbol".
Oraciones
A esa hora, ya nadie recordaba las oraciones que tra¨ªan las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos de la ma?ana. En la portada del popular Cr¨®nica, entre las caras de los titulares del equipo, aparec¨ªa la de Jesucristo como uno m¨¢s de la plantilla. El izquierdista P¨¢gina 12 compagin¨® tambi¨¦n el titular con estampas de santos en su suplemento. Pero por la noche, ya en la madrugada de hoy, entre mujeres que asomaban sus pechos desnudos debajo de la casaca argentina, era el diablo incomparable del f¨²tbol quien de verdad gozaba.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.