Quejas de amistad

LA VISITA a Madrid, el pasado lunes, del ministro de Asuntos Exteriores marroqu¨ª, Abdelatif Filali, ha tenido para Espa?a el remusguillo algo amargo de quien queda en evidencia. En efecto, el reciente episodio de la expulsi¨®n por las autoridades espa?olas de unas decenas de marroqu¨ªes establecidos ilegalmente en Vic constituy¨® una quiebra del principio acordado durante la visita del rey Hassan II en septiembre pasado. En aquella ocasi¨®n, el Gobierno espa?ol accedi¨® a regularizar la situaci¨®n de los inmigrantes marroqu¨ªes ?legales que lo solicitaran. S¨®lo un 4% de los 40.000 estimados se acogi¨® al beneficio; las causas de tan exiguo n¨²mero deben buscarse en el natural recelo de quien se encuentra en situaci¨®n ilegal y en que muchos marroqu¨ªes carecen de documentaci¨®n en origen, lo que no es culpa suya.Los incidentes de Vic, y casos similares en otras localidades, han obedecido a una aplicaci¨®n excesivamente celosa del principio del cord¨®n sanitario exterior de la CE. Una decisi¨®n adoptada con innecesaria antelaci¨®n por Espa?a. Este tipo de acciones condena a muchas personas a regresar a un Marruecos para ellas ya desconocido, y cuyas mis¨¦rrimas condiciones econ¨®micas les hab¨ªan forzado a la emigraci¨®n. Demuestran adem¨¢s lo justo de las quejas de quienes, tras buscar refugio y solaz en Espa?a, se dan cuenta de que este pa¨ªs est¨¢ lejos de practicar una generosa pol¨ªtica de acogimiento humanitario.