Duchas sin casa

Cuatro pesetas bastan para entrar en una casa de ba?os p¨²blicos. La de Tetu¨¢n fue restaurada hace cinco a?os. Tiene forma de ele y un pasillo en medio, donde se distribuyen 21 cabinas de ducha. La decoraci¨®n es austera: rojo en las puertas de persiana, blanco en las paredes, gres ocre en los suelos y tuber¨ªas al descubierto.Entre moros y cristianos, acuden gentes de aqu¨ª, de all¨¢ o simplemente de paso a las que, aparte de su humanidad, les une un hecho com¨²n: carecen de ducha en sus casas. Algunos ni siquiera tienen casa; otros vienen de la pensi¨®n, donde la ducha les encarece el presupuesto; hay quien asegura disponer de casa y ducha, pero despu¨¦s del trabajo, la compra o el deporte entran a refrescarse; y en invierno hay quienes sienten aqu¨ª m¨¢s calor despu¨¦s de la ducha que en su casa sin calefacci¨®n.

, Mendigos, extranjeros, estudiantes, amas de casa con sus hijos y, sobre todo, personas mayores habitantes de la zona son los usuarios habituales. Diariamente, casi 300 personas confluyen aqu¨ª -hombres en un 75%-, y disponen de 20 minutos para ducharse. Hay quien parece no tener suficiente.

"?Tambi¨¦n hay agua caliente? "pregunta un chaval que acaba de descubrir el servicio. "Desde luego", dice el funcionario llamando a las puertas de los que rebasan el tiempo reglamentario. A cabina libre grita: "Siguiente".

Le toca el turno a un mendigo que acaba de recibir ropa limpia en el hospicio de San Francisco. Entre c¨®mo entra y c¨®mo sale, ?qu¨¦ diferencia! Pero aqu¨ª, en la ducha, ha dejado, aparte de esa costra que tard¨® media hora en quitarse, prendas multicolores por su multiuso, que el encargado recoge con la misma fregona con la que limpia la cabina.

Servicio extraoficial

Los funcionarios han montado un productivo servicio extraoficial: la chapuza consiste en ofrecer al usuario toalla, jab¨®n y champ¨², por el m¨®dico precio de 90 pesetas. Al menos un 70% de su clientela acepta este servicio y una simple regla de tres despeja su rendimiento econ¨®mico. Algunos compran dos envases de champ¨², dos pastillas de jab¨®n y alquilan hasta tres toallas que, una vez usadas, depositan en un lavabo p¨²blico. El funcionario las retira, ech¨¢ndolas en el agua mugrienta de otro cubo, y despu¨¦s de una lavadita y un simple enjuague, las tiende a secar en los radiadores. ?Conocen las autoridades municipales este servicio y la meticulosa higiene con que se realiza?

El edificio de La Latina ser¨¢ remodelado en breve, seg¨²n los funcionarios. Efectivamente, las instalaciones exigen una urgente reforma. Tras pagar las cuatro pesetas simb¨®licas, un corrillo de funcionarios atiende el tenderete de toallas, jab¨®n y champ¨², de igual manera que en la casa de ba?os de Tetu¨¢n: 30 pesetas por la toalla nueva, 20 por la vieja, 20 por el jab¨®n y 35 por el champ¨²...

Es hora punta, el funcionario asigna duchas a destajo. Son cabinas de puertas verdosas que dejan al descubierto los pies y la cabeza. Algunas cabinas carecen de aldaba, un detalle sin importancia aparente, pero cualquiera puede interrumpir la intimidad de la ducha.

El suelo parece un aguazal de un l¨ªquido indeterminado; arriba las ca?er¨ªas corren oxidadas por el techo. Afortunadamente, el agua es un chorro lleno de fuerza, fr¨ªa, caliente, a elecci¨®n. El siguiente pasa a veces sin que ning¨²n funcionario tenga la delicadeza de limpiar la cabina; otras veces pasa la fregona por el recinto, y nada m¨¢s... Mientras tanto anima a la parroquia: "Anda que no es barato, y ten¨¦is todo el agua que quer¨¢is para ducharos".

Un peine com¨²n

Desde hace alg¨²n tiempo, un clan de africanos espera cola para inaugurar cada d¨ªa el servicio. Entran en tropel ante la estupefacci¨®n de los funcionarios, se intercambian las toallas, los jabones, el champ¨², ajenos a las normas de la casa.

Quinientas personas diarias pasan por esta casa de banos, dejando mucha suciedad, compensada sin duda por el dinero extra que se reparten los funcionarios.

En ambas casas de ba?os existe un peine com¨²n. En La Latina hay que solicitarlo, mientras que en Tetu¨¢n cuelga junto al espejo, y alg¨²n usuario pasa de forma refleja por sus cabellos limpios.

En cualquier caso, estas casas de ba?os brindan a mucha gente la posibilidad de un aseo personal que de otro modo no podr¨ªan procurarse.