El CSIC, en la encrucijada
Por segunda vez en lo que va de a?o, el CSIC ha clausurado su sede central para evitar el encierro de representantes de su personal no cient¨ªfico. Esta especie de cierre patronal, que se ha efectuado a t¨ªtulo preventivo para "evitar las tensiones" que pudieran producirse, y que finaliz¨® el pasado viernes, lesion¨® los derechos de los trabajadores, perturb¨® la vida de los m¨¢s de 70 institutos dependientes de la nodriza central y supuso a todas luces una escalada desproporcionada del conflicto. Pero, m¨¢s all¨¢ de sus implicaciones sindicales, laborales y sociales, este enfrentamiento traduce un estado de cosas en el principal establecimiento multidisciplinar de investigaci¨®n del pa¨ªs, que est¨¢ empezando a adquirir tintes alarmantes.Cuando tom¨® posesi¨®n de su cargo, el nuevo presidente del CSIC se comprometi¨® a enmendar la ineficacia de sus predecesores, cosa que sorprendi¨® al personal de la instituci¨®n, consciente de que ¨¦stos podr¨ªan ser criticados en la arrogancia de sus formas, pero no en la eficacia de sus actuaciones. Tras dos a?os de ejecutoria, el panorama no puede ser m¨¢s desconsolador. El cat¨¢logo de puestos de trabajo del Consejo sigue sin aprobarse, mientras que su reglamento de personal y funcionamiento -quiz¨¢ afortunadamente, a juzgar por los borradores que estaban circulando- tampoco ha visto la luz.
Las relaciones con los directores de institutos, dinamizadas por iniciativa de estos ¨²ltimos, se han congelado mediante el recurso a la coacci¨®n ejemplarizante de unas pocas represalias. Las relaciones con el personal cient¨ªfico de carrera alcanzaron cotas de inusitada tensi¨®n durante el oto?o pasado, en raz¨®n a agravios comparativos con el personal docente universitario. Y aunque este conflicto se resolvi¨® en la f¨®rmula de equiparaci¨®n con los docentes, que pretend¨ªan los investigadores, dej¨® tocada a la instituci¨®n en su flanco m¨¢s d¨¦bil. Efectivamente, al aceptar la v¨ªa de la equiparaci¨®n, se abandon¨® simult¨¢neamente la posibilidad de lograr un estatuto de personal y sistema retributivo propio para todo el personal del CSIC y, por extensi¨®n, para todo el personal de los organismos p¨²blicos de investigaci¨®n. Esto es precisamente lo que subyace en la desautorizaci¨®n por Hacienda de los acuerdos para extender al personal de apoyo el r¨¦gimen de incentivaci¨®n retributiva por evaluaci¨®n del rendimiento aceptado para el personal cient¨ªfico. Y, lo que es peor, se ha reabierto hasta l¨ªmites jam¨¢s alcanzados en la historia del Consejo la separaci¨®n de los dos grandes colectivos de personal sobre los que bascula su actividad.
P¨¦rdida de terreno
Estos problemas, que en cierta medida est¨¢n presidiendo la actividad del CSIC en los ¨²ltimos 10 meses, necesariamente van a lastrar la eficacia y competitividad de la instituci¨®n, que, tras unos a?os de entusiasmo creador, se est¨¢ ralentizando y pierde terreno ante las otras grandes instituciones de investigaci¨®n, como la Universidad o los hospitales.
En un reciente estudio bibliom¨¦trico sobre la producci¨®n espa?ola en ciencias de la vida hemos podido constatar la contribuci¨®n relativamente menor en cantidad y calidad del CSIC a este campo, en el que s¨®lo destacan aquellos institutos insertados en la Universidad mediante convenios de cooperaci¨®n. Por otra parte, en una investigaci¨®n reciente de la actividad del CSIC (Pedro Salvador, en Arbor, n¨²mero 531, de marzo de 1990) se ha puesto de manifiesto la poca relevancia cualitativa y baja productividad de la instituci¨®n en su conjunto, de la que s¨®lo se salvan contados institutos o grupos.
Para complicar m¨¢s las cosas, los recortes presupuestarios de los ¨²ltimos a?os han mermado la capacidad de inversi¨®n en equipo, instalaciones y edificios, a la par que se ha reducido dr¨¢sticamente la creaci¨®n de nuevas plazas y se mantiene una rid¨ªcula dotaci¨®n de becas para la gesti¨®n directa por el CSIC. En estas condiciones es muy dif¨ªcil dise?ar pol¨ªticas cient¨ªficas que permitan a la instituci¨®n recuperar el pulso perdido y elevar la baja moral de su personal. Aunque el problema y sus soluciones nos concierne a todos, el reto y responsabilidad mayores recaen en las autoridades del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia, cuyo af¨¢n por limitar la autonom¨ªa relativa del CSIC les obliga a una tutor¨ªa m¨¢s cuidadosa.
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