Una semana de monta?a
Los rivales de Delgado, a excepci¨®n de Lemond, no tienen solvencia como escaladores
LUIS G?MEZ A Pedro Delgado le queda una semana. Entre un martes y otro habr¨¢ dicho todo lo que tenga que manifestar en este Tour. Luego, volver¨¢ a ampararse en el reagrupamiento del pelot¨®n para ejercer como jefe de la carrera, como digno protagonista de ella o como frustrado aspirante. Ahora mismo, no tiene m¨¢s remedio que trasladarse a la primera l¨ªnea y olvidar toda especulaci¨®n; sus rivales tienen cara y ojos: el afortunado Bauer, el sorprendente Alcal¨¢ y el campeon¨ªsimo Lemond. Delgado lucha entre dos referencias, la que le ofrece la experiencia y la que le anuncia el olfato.
Es Alcal¨¢ tan buen escalador?, ?es Bauer un corredor s¨®lido en la alta monta?a?, ?estar¨¢ capacitado Lemond para seguir cualquier rueda favorable?, ?es la monta?a de este Tour tan escasa como se presume? La experiencia incapacita a dos de sus tres rivales como inalcanzables enemigos porque s¨®lo el norteamericano Lemond ha mostrado los recursos del gran campe¨®n, capaz de sellar con su presencia en el momento m¨¢s delicado cualquier pron¨®stico. Porque las referencias se?alan que Alcal¨¢ no ha sido hasta el momento un corredor brillante en la alta monta?a, ni que Bauer haya estado capacitado para regularizar su presencia en las m¨¢s notables cumbres. Lemond s¨ª. ?ste es un matiz que no escapa a Delgado.Las tres ¨²ltimas ediciones del Tour ponen en entredicho la solvencia monta?osa de dos de los favoritos frente al espa?ol Delgado. Desde que se entra en la monta?a hasta que los corredores se alejan de ella, Delgado ha mostrado capacidad sobrada para entregar un palmar¨¦s esclarecedor frente al canadiense y el mexicano. Las cifras no enga?an a este respecto, aunque un sexto sentido demande prudencia.
Alcal¨¢, por ejemplo. En 1987, a?o de su eclosi¨®n como figura en ciernes, perdi¨® 19.55 minutos con relaci¨®n al espa?ol en la semana monta?osa del Tour; en 1988, la diferencia favorable a Delgado se elev¨® a los 26.37 minutos, mientras el pasado a?o la comparaci¨®n monta?osa entre uno y otro arroj¨® super¨¢vit para Delgado en 13.28 minutos. ?Qu¨¦ quiere ello decir? Que Alcal¨¢ a¨²n no ha mostrado en tierra francesa las virtudes que adornan a los grandes escaladores.
Del mexicano queda el recuerdo de haber sido visto investido en 1987, y durante unas jornadas, de la camiseta blanca con cintas rojas que destaca al l¨ªder de la monta?a. Cuando llegaron las cumbres decisivas, sin embargo, Alcal¨¢ perdi¨® posiciones hasta descender finalmente al tercer lugar de esa clasificaci¨®n siendo rebasado por el espa?ol Anselmo Fuerte. A?os despu¨¦s, esa discutible condici¨®n de l¨ªder de la monta?a ha pertenecido a dos de sus ex compa?eros, los holandeses Roos (1988) y Theunisse (1989). Una elemental vuelta al pasado muestra a Alcal¨¢ siempre descolgado frente a las acciones agresivas, aunque estrat¨¦gicamente heterodoxas, de la pareja holandesa en la monta?a, recuerdo objetivo que, sin embargo, no empa?a ese estereotipo que se empecina en definir al mexicano como gran escalador. Curiosamente, sus dos ¨²nicos triunfos parciales en etapas del Tour se han producido en recorridos llanos: uno el pasado a?o y el segundo en la contrarreloj del s¨¢bado. Una sospecha, una calumnia, tienen m¨¢s fuerza que la realidad.
El canadiense Bauer no escapa a semejante comparaci¨®n cuando la carrera ha discurrido por los cauces habituales. Diez minutos de regalo no le hubiera colocado por delante de Delgado en los ¨²ltimos dos a?os.
?Qu¨¦ puede, por tanto, diferenciar este Tour de los anteriores? Muchas cosas. Una carrera ciclista est¨¢ sujeta como ninguna otra competici¨®n a los avatares del destino, porque quien compite 22 d¨ªas sobre 22 dispone en definitiva de 22 posibilidades m¨¢s de sufrir las consecuencias de un accidente, de un desfallecimiento o de la acci¨®n indiscriminada de factores externos. En el aspecto deportivo, las especulaciones deben discurrir por lo conocido, a salvo de jugar con riesgo o abusar de la prudencia.
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