?Pueden surgir nubes en el horizonte mundial?
Justo a mi regreso de un viaje a Europa me he dado cuenta de lo similares que han sido sus recientes patrones econ¨®micos con respecto a los de Am¨¦rica. Madrid y Barcelona parecen marchar al mismo ritmo que Minneapolis y Boston, o que Mil¨¢n y Bristol.El futuro nos deparar¨¢ seguramente algunas amenazas y oportunidades. Deseo analizar una posible amenaza de la constante prosperidad econ¨®mica global.
La revoluci¨®n del pasado a?o en el este de Europa, permitida e instigada por Mija¨ªl Gorbachov, se reconoce como un desarollo pol¨ªtico de primer orden. Lo que no se reconoce con tanta claridad es el papel de este desarrollo como un acontecimiento econ¨®mico clave en el escenario de los ciclos comerciales mundiales de la d¨¦cada de los noventa.
De este modo, la unificaci¨®n de Alemania devolvi¨® la vitalidad a la expansi¨®n econ¨®mica mundial posterior a 1982. Cuando la Rep¨²blica Federal de Alemania decida gastar cientos de miles de millones de marcos y de d¨®lares para que el marco oriental sea convertible con el marco occidental, se considerar¨¢ un est¨ªmulo keynesiano de primera magnitud.
No es extra?o que los pronosticadores alemanes en bancos, sociedades y universidades hayan aumentado sus proyecciones sobre los gastos de inversi¨®n y los tipos reales de crecimiento del PNB en toda Alemania.
Las empresas italianas, espa?olas, suizas, japonesas y coreanas -por no mencionar a las americanas- conf¨ªan en lograr una participaci¨®n en la nueva acci¨®n y en sus efectos secundarios.
El aumento universal de los tipos de inter¨¦s durante los ¨²ltimos meses es prueba de los cambios en las expectativas sobre el gasto general. Debido a que los mercados capitalistas se orientan al futuro y miran hacia delante, observamos una mayor evidencia en las acelerecaciones de la inflaci¨®n que est¨¢n teniendo lugar en Europa y Am¨¦rica del Norte.
Todav¨ªa no hay ninguna explosi¨®n en los precios, pero los signos de un recalentamiento incipiente se est¨¢n multiplicando. Los costes unitarios de producci¨®n en Am¨¦rica contin¨²an ascendiendo. Nuestro tipo central de inflaci¨®n ha venido aumentando notablemente desde 1987.
Todo esto ya es algo evidente, antes de que pueda decirse que han comenzado las tansformaciones en Europa.
El presidente Alan Greenspan, de la Reserva Federal, est¨¢ al tanto de estos nuevos desarrollos, al igual que el Banco de Japon, que bajo una nueva direcci¨®n y ansioso de independizarse m¨¢s del Ministerio de Hacienda y del Gobierno, est¨¢ realmente preocupado por el futuro recalentamiento. El Bundesbank nunca tuvo flirteos con una Hacienda inflacionista.
La historia econ¨®mica no es un guion de cine con varios finales alternativos. Sin embargo, para entender hacia d¨®nde dirigir¨¢ sus pasos en el incierto futuro, un analista perspicaz y con experiencia tiene que trabajar sobre las situaciones alternativas que podr¨ªan realmente acontecer.
Voy a intentar esbozar d¨®nde se encontrar¨ªan la Reserva Federal y el Banco de Jap¨®n si el presidente Gorbachov no hubiese tolerado el ¨¦xodo de Alemania del Este hacia el Oeste y las explosiones pol¨ªticas que vinieron a continuaci¨®n.
Los tipos de inter¨¦s mundiales estar¨ªan disminuyendo ahora. Para lograr pr¨¦stamos favorables al final del breve periodo de prosperidad norteamericana de ocho anos , el presidente Alan Greens pan necesitar¨ªa compensar la debilidad en las ventas de coches y del gasto en la construcci¨®n en Estados Unidos mediante un programa premeditado de dinero f¨¢cil.
Am¨¦rica ha venido desempe?ando el papel de l¨ªder econ¨®mico. Paul Volcker fue quien termin¨® con la recesi¨®n de 1980 y de 1981-1982. El anillo del Pac¨ªfico y el Mercado Com¨²n siguieron inmediatamente a la fuerte ascensi¨®n de Estados Unidos. [La apertura de Am¨¦rica a las importaciones amplific¨® este proceso].
1990 no es 1929De nuevo, en octubre de 1987, la ca¨ªda de Wall Street se extendi¨® incluso con mayor rapidez al resto del mundo. Durante un periodo, Tokio pareci¨® ser una excepci¨®n, pero en 1990 el globo japon¨¦s de capitales y bonos explot¨® finalmente.
Por fortuna, 1990 no es 1929. El capitalismo dirigido ha sido capaz, hasta ahora, de separar los mercados especulativos de altas finanzas y las operaciones de producci¨®n y consumo de Main Street. Por lo menos hasta ahora.
Despu¨¦s de julio, la econom¨ªa mundial correr¨¢ el peligro de un nuevo golpe. Supongamos que un mill¨®n de trabajadores de Alemania del Este se quedan en el paro debido a que las obsoletas industrias b¨¢sicas de esa regi¨®n resultan no ser viables en un mercado libre competitivo. Esto exigir¨ªa una nueva valoraci¨®n agonizante. El Bundesbank no tiene una cartera sin fondo, y los votantes de todos los partidos de Alemania Occidental tienen el ego¨ªsmo normal de la naturaleza humana.
Justo en el momento en que est¨¢n surgiendo las desilusiones en Alemania, ser¨¢n necesarias algunas econom¨ªas en los planes de desarrollo de Europa del Este. Si todo esto sucediese -y por supuesto, puede que no suceda-, los expertos en econom¨ªa empezar¨¢n a cantar otra rielod¨ªa. "Lo que se necesitar¨¢ ser¨¢n unos pr¨¦stamos favorables a nivel mundial", argumentar¨¢n. "En la era pos-Keynes, el Merzado Com¨²n y la cuenca del Pac¨ªfico pueden tener la esperanza de hacerse con una p¨¢gina del libro de la Reserva Federal americana. La disponibilidad de cr¨¦ditos y unos tipos de inter¨¦s m¨¢s bajos pueden frenar cualquier debilidad seria de la econom¨ªa mundial".
El dilema del estancamiento
No estoy en contra. Incluso he sido uno de esos que han expl¨ªcado los detalles de un prograrr¨ªa macroecon¨®mico racional que sea factible desde un punto de vista realista, aunque no sea perfecto. Pero debo advertir de un posible problema. Supongamos que las desilusiones de la Europa del Este tienden a deprimir los programas econ¨®micos de un momento en que el recalentamiento inflacionista se est¨¢ acelerando debido a los choques en el suministro y a la mala suerte, unida a los ocho a?os de acumulaciones de presiones sobre los costes.
Entonces nos encontramos de nuevo ante el dilema del estancamiento que azot¨® en la d¨¦cada de los setenta: d¨¦biles tendencias de producci¨®n, al mismo tiempo que espirales de sueldos-precios. El doctor Greenspan y sus compa?eros gobernadores del FED dudar¨ªan en abrir el grifo de la creaci¨®n de dinero y de las facilic ades del cr¨¦dito. El Banco de Jap¨®n y el Bundesbank caer¨ªan en le, tentaci¨®n de evitar un activismo macroecon¨®mico.
Los vecinos de Alemania, que est¨¢n junto a ella en las paridades fijas de la uni¨®n de la divisa europea, se frenar¨ªan a la hora de actuar. A la fuerza puede que toleren cierta sluglflation durante cierto tiempo en sus econom¨ªas nacionales. Es prudente hacer planes en caso de tormenta, pero es paranoico dejar que la lluvia y los rel¨¢mpagos estropecri los d¨ªas de tiempo normal.
La d¨¦cada de los ochenta fue mejor que la de los setenta. Ahora, en el verano de 1990, la econom¨ªa mundial est¨¢ continuando adelante en una forma bastante feliz. La ¨²ltima d¨¦cada del siglo empieza con unos augurios y Potenciales mejor que regulares. ?Mantengamos cruzados los dedos!
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