Rodeo
Muchos dir¨¢n que celebrar la reuni¨®n de los siete jinetes del Apocalipsis-Ya con un rodeo es una ordinariez, habida cuenta que Houston posee m¨¢s cosas que esa tradici¨®n de extenuar al trote a las chuletas antes de devorarlas en barbacoa. Un instructivo paseo por los hospitales en donde se combate el c¨¢ncer o las enfermedades cardiovasculares habr¨ªa resultado m¨¢s edificante. Una conversaci¨®n a fondo con los cient¨ªficos que tratan de salvar vidas aportar¨ªa al menos un toque parad¨®jico a la cultura de los gobernantes, b¨¢sicamente establecida sobre el convencimiento de que la existencia de los dem¨¢s debe permanecer subordinada a la perpetuaci¨®n de sus intereses.Aparecen todos tan ilusionados en las fotos, se les ve tan felices asistiendo a un espect¨¢culo folcl¨®rico, que constituir¨ªa una falta de delicadeza obligarles a renunciar en nombre de la inteligencia o el buen gusto. Nada tranquiliza tanto a un jefe de Gobierno como una buena dosis de tipismo, consista en sevillanas o en mu?eiras, en coros de cosacos o en danzas zul¨²es, en bandoneones o en gaitas. Una esplendorosa inauguraci¨®n de la butifarra m¨¢s larga del mundo ayuda a olvidar por unos momentos un esc¨¢ndalo econ¨®mico, y el Roc¨ªo, no te quiero contar. Pocas son las ocasiones en las que los gobernantes pueden sentirse parte del pueblo: no se las escatimemos. Permit¨¢mosles gozar el inigualable placer de asistir a una demostraci¨®n popular a la par que convencional, campechana pero no comunista.
Bastante preocupaci¨®n tienen los siete, cada cual llegando con su lista de la compra y su cartilla de cupones, para que encima les priven del rodeo, actividad que por otra parte resulta tan emblem¨¢tica de la suya. Y estas cosas dan lustre. A m¨ª, que me siento res, me encantar¨ªa que la pr¨®xima reuni¨®n se celebrara en Pamplona, coincidiendo con los sanfermines. Y que, por una vez, corrieran ellos.
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