El grito
![Luis G¨®mez](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F2ce46456-ac54-4700-96db-0b8f394a4fda.jpg?auth=77002eb2305650451646ff522b8a51b014f7c806758a28329fafa3c3944a40f6&width=100&height=100&smart=true)
Algunas decisiones que se adoptan en el ciclismo moderno siguen discurriendo por vericuetos alejados de todo m¨¦todo cient¨ªfico. Peque?os detalles, sucesos aparentemente nimios, se convierten en hip¨®tesis de trabajo que luego transcienden a los hechos principales de una carrera. ?Qui¨¦n emiti¨® un grito de auxilio en la etapa del martes? El mexicano Ra¨²l Alcal¨¢.Durante la subida al puerto de Saint Gervais, el pasado martes, Miguel Indur¨¢in opt¨® por acercarse en labores de reconocimiento a la primera l¨ªnea de un prestigioso grupo de corredore que pretend¨ªa convertirse en un pelot¨®n perseguidor. Por entonces, su compa?ero Delgado hab¨ªa reclutado a cuatro corredores y daba inicio a una conflagraci¨®n en toda regla. Indur¨¢in acudi¨® al amparo de los favoritos para echar un vistazo, y nada m¨¢s que para eso. Normalmente, cuando un segundo viaja para observar, los rivales suelen responderle con buena cara, enderezando el torso, mirando el paisaje como quien anda despreocupado o, simple y llanamente, silbando una suave balada.
Cualquier gesto de cansancio, todo nerviosismo fuera de tono, termina siendo una evidencia de debilidad para el enemigo. Indur¨¢in lleg¨® a la cabeza de ese grupo cuando all¨ª hab¨ªa sonar de trompetas y ruido de sables ante el ataque de Delgado, porque los aspirantes buscaban la forma de organizar su caza en toda regla. Por un momento, el holand¨¦s Breukink tom¨® las riendas del grupo y dio a su pedalada un ritmo m¨¢s vivo. Pero a sus espaldas escuch¨® un grito que ocultaba una petici¨®n de auxilio y evidenciaba una orden. Breukink baj¨® el ritmo porque alguien podr¨ªa quedarse descolgado. Indur¨¢in capt¨® el mensaje: Alcal¨¢ sufr¨ªa en su primer compromiso monta?oso.
Semejante detalle fue trasladado al conocimiento del director del Banesto, Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, quien calibr¨® la preparaci¨®n de la etapa siguiente, la que termin¨® el mi¨¦rcoles con la ascensi¨®n al Alpe d'Huez, bajo la hip¨®tesis de que Alcal¨¢ era un rival fr¨¢gil, susceptible de ser descartado. La realidad dio por buena tal conclusi¨®n y el mexicano terminar¨ªa perdiendo tiempo -m¨¢s de cinco minutos- y poder en su equipo, el PDM, que colocaba a su compa?ero Breukink como incuestionable jefe de filas.
As¨ª que el ciclismo, a¨²n en su vertiente multimedia o multinacional, se moviliza seg¨²n min¨²sculas circunstancias propias de la sabidur¨ªa popular, porque todav¨ªa no ha sido inventado aquel aparato port¨¢til que pueda determinar con precisi¨®n y mediante una elemental medici¨®n la resistencia al desgaste de un corredor. Un detalle aparentemente absurdo, tan rid¨ªculo como un leve grito de auxilio, fue recibido en el Banesto con la euforia no exenta de prudencia con que se atiende al conoc¨ªmiento de los planos de movilizaci¨®n del ej¨¦rcito enemigo. Eso sucedi¨® con el grito de Alcal¨¢ y nadie podr¨¢ discutir ahora la certeza del detalle.
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