Indurain recibe el premio a su sacrificio
El resultado de la etapa reina del Tour cre¨® ayer el interrogante de si se ha abierto ya el mecanismo sucesorio entre Delgado e Indur¨¢in. El ciclismo espa?ol vivi¨® sensaciones contradictorias: Indur¨¢in gan¨® la etapa en su en¨¦sima exhibici¨®n de fuerza, pero Delgado perdi¨® el Tour. Est¨¢ a 3.42 minutos del sorprendente Chiappucci todav¨ªa l¨ªder, y con s¨®lo siete segundos de ventaja sobre el holand¨¦s Breukink. La gran etapa no registr¨® el ataque de Delgado, en dificultades desde el Tourmalet, y supuso la resoluci¨®n final de la carrera a favor de Lemond, el hombre fuerte. Cinco segundos le separan del liderato. Un suspiro.Greg Lemond, pues, se dispone a ganar su tercer Tour, tras una ausencia obligada de dos a?os, circunstancia que abre una reflexi¨®n acerca de las virtudes de campeon¨ªsimo que adornan a este corredor, un maestro a la hora de correr con la calculadora en la mano. Cuando todo el mundo situ¨® la jornada pirenaica como un escenario adecuado a las dotes interpretativas de Delgado, Lemond supo dominar la carrera en cuanto advirti¨® que el espa?ol no estaba a la altura que requer¨ªan las circunstancias. Lemond desarroll¨® un largo mon¨®logo que le permiti¨® resolver el Tour en todos los frentes. Anul¨® el inesperado, aparentemente suicida pero dign¨ªsimo ataque del italiano Chiapucci, descart¨® de un plumazo a Breukink y oblig¨® a Delgado a un dur¨ªsimo trance: no pudo siquiera seguir la rueda del norteamericano. Por acumular complicaciones, no tiene nada segura una plaza en el podio.
Pero fue la actuaci¨®n de Indur¨¢in la que abre un gran debate nacional. Es seguro que el aficionado se preguntar¨¢ por las posibilidades de Indur¨¢in, harto de haberle visto durante todo el Tour por delante de su l¨ªder a pesar de haber sido sometido a esfuerzos extraordinarios. Su ejemplar sacrificio, sin igual en la historia reciente de este deporte, ha contribuido finalmente a premiar su actuaci¨®n. Indur¨¢in no s¨®lo gan¨® ayer su segunda etapa en un Tour, tercera de los espa?oles en el t¨¦rmino de cuatro d¨ªas en la actual edici¨®n de la ronda francesa; su actuaci¨®n obliga ahora a calibrar que est¨¢bamos ante el Tour de Indur¨¢in y no siguiendo el Tour de Delgado. Su fluidez para seguir la rabiosa rueda de Lemond en la inacabable ascensi¨®n a Luz Ardiden y su facilidad para dejar su presencia en los ¨²ltimos metros result¨® una exhibici¨®n impresionante. Porque hay que tener en cuenta que Indur¨¢in apenas ha descansado en toda la temporada, obligado a intervenir activamente en los primeros meses para su propio provecho (de ah¨ª su triunfo en la Par¨ªs-Niza y su derrota en la Vuelta) y dedicado a labores de auxilio en el tramo del Tour.
Desenlace l¨®gico
La jornada reina tuvo un desenlace l¨®gico, el ¨¦xito final de Lemond situado como ¨²nico aspirante, pero un desarrollo an¨®malo. El l¨ªder italiano Chiapucci descartado por todos los especialistas, lanz¨® un ataque suicida en la ascensi¨®n al Asp¨ªn, primero de los tres puertos de la etapa. Dio la impresi¨®n de que Chiapucci quiso emular a ciertos personajes de leyenda, aquellos que prefieren abandonar el estado mayor para citarse con la muerte cara a cara. Su ataque pareci¨® suicida, pero la entereza del italiano seguramente le puede servir para salvar una honorabilisima posici¨®n en el podio.
Su ataque comenz¨® a provocar algunas interesantes consecuencias. Lemond se vio obligado a ordenar a sus corredores que llevaran el peso del pelot¨®n. Ya en la ascensi¨®n al Tourmalet, Delgado no contaba con otra compa?¨ªa que la presencia majestuosa de Indur¨¢in; el colombiano Rond¨®n, reservado durante meses para ocasiones como la de ayer, qued¨® descolgado en las primeras rampas para mayor alarma del director Ech¨¢varri, a quien aguardaban peores noticias.
Bien avanzado el Tourmalet, la diferencia entre Chiapucci y el pelot¨®n alcanz¨® los 2.10 minutos, lo que debi¨® obligar a Lemond a lanzar un primer ataque que le signific¨® al holand¨¦s Breukink perder la cabeza de carrera. Delgado e Indur¨¢in siguieron la estela del americano, pero la pasividad del l¨ªder espa?ol abri¨® las primeras grandes dudas: ?se trataba de un ejercicio de sangre fr¨ªa o andaba limitado de energias? Una jornada reina ofrece espacio suficiente para dar cumplida respuesta a tama?as cuestiones.
Descolgado definitivamente Breukink, el grupo capitaneado por Lemond caz¨® a Chiapucci en el descenso y protagoniz¨® una lenta ascensi¨®n a Luz Ardiden en la que el l¨ªder italiano supo mantener el tipo ante la sorpresa general. A falta de seis kil¨®metros para la meta, consciente de que la falta de respuesta de Delgado era algo m¨¢s que un s¨ªntoma, Lemond lanz¨® el ataque final, al que s¨®lo resisti¨® Indura¨ªn aun cuando Lejarreta tard¨® en ser descolgado. Lemond demostraba as¨ª ser el m¨¢s fuerte y poseer una cualidad a?adida que refuerza su personalidad de campe¨®n: la precisi¨®n en el c¨¢culo que evita gastos in¨²tiles.
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