El reto de la televisi¨®n p¨²blica
Lo ocurrido en el reciente Mundial de F¨²tbol, en el que equipos caracterizados por su ataque se han visto desclasificados por practicar un juego defensivo, sirve al articulista para plantear el problema de TVE, que intenta un modelo impropio de una televisi¨®n p¨²blica y act¨²a a la defensiva frente a las cadenas privadas.
Recientemente se ha conocido que Televisi¨®n Espa?ola ha perdido su liderazgo en las preferencias de los telespectadores, en aquellas zonas donde se reciben las se?ales de emisoras privadas y auton¨®micas, salvo en los momentos que su programaci¨®n coincide con transmisiones exclusivas y de especial significado. Se ha o¨ªdo tambi¨¦n que en los Mundiales de F¨²tbol de Italia equipos caracterizados por el ataque y la originalidad de su juego se hab¨ªan ido pronto a casa al practicar estrategias defensivas, muy al uso en las selecciones europeas.Estos dos hechos tan dispares me han recordado un encuentro internacional de televisiones p¨²blicas celebrado en 1987 en Granada. Se trataba de una muestra de producciones, no competitiva y rigurosamente seleccionadas, y un foro de discusi¨®n de expertos y directivos pertenecientes a sociedades p¨²blicas de televisi¨®n, conocido como Input. En aquella ocasi¨®n, los representantes internacionales debatieron sobre los programas de televisi¨®n realizados con prop¨®sito de servicio p¨²blico y el papel social de estas empresas, bajo los sugestivos enunciados de La televisi¨®n p¨²blica, ?qui¨¦n la paga? y Mirando hacia atr¨¢s con ira. Como desenlace de las conversaciones, los participantes que proced¨ªan de aquellos pa¨ªses donde ya exist¨ªa la competencia de la televisi¨®n privada se lamentaron del error que supuso en su gesti¨®n haber copiado, o imitado, al contrario. En pocas palabras, caer en la trampa de intentar adoptar un modelo que, en rigor, se aleja del que corresponde a una empresa p¨²blica de televisi¨®n y actuar a la defensiva ante el v¨¦rtigo que originaba la demolici¨®n del monopolio. Perdieron, se dijo, el partido. Algo similar a lo ocurrido con el equipo de Brasil por emular a sus rivales en Italia 90.
En Espa?a, las televisiones p¨²blicas, estatal y auton¨®micas, carecen de un dise?o que les permita identificarse como medios de comunicaci¨®n al servicio de la sociedad, en clara contraposici¨®n con la justificaci¨®n de su propia existencia. Hoy podemos decir que se parecen demasiado a los otros canales de televisi¨®n y que, al final, todos han copiado a todos, incluso en los errores. No es aventurado afirmar que en lo referente a los conceptos de programaci¨®n y financiaci¨®n, los canales p¨²blicos fueron las primeras sociedades de televisi¨®n privadas. La confusi¨®n es evidente. Sin duda, la necesidad de nutrir sus presupuestos con la publicidad les ha impedido encontrar un camino, en gran parte de sus tramos, intransferible.
En otros pa¨ªses la crisis de audiencia de las televisiones p¨²blicas se resolvi¨® -como se concluy¨® en la mencionada reuni¨®n de Granada- cuando esas empresas pusieron en marcha, o recuperaron, un concepto propio y diferenciador de televisi¨®n.El 'proyecto Su¨¢rez'Ya queda lejano el proyecto que tuvo en sus manos Adolfo Su¨¢rez siendo director general de RTVE a principios de los a?os setenta: para privatizar la segunda cadena de Televisi¨®n Espa?ola y, lo m¨¢s importante, renunciar a la publicidad como sistema de financiaci¨®n de la televisi¨®n p¨²blica. En aquel momento, la lucidez hist¨®rica no estuvo cerca del que luego fuera presidente del Gobierno, o los tiempos no eran propicios para afrontar esa radical transformaci¨®n del que todav¨ªa es el m¨¢s poderoso medio de comunicaci¨®n.
Durante la transici¨®n, las preocupaciones fueron otras, y el inter¨¦s de los responsables de Televisi¨®n Espa?ola se centr¨® especialmente en los servicios inform¨¢ticos para consolidar el dif¨ªcil proceso pol¨ªtico de entonces y a las personas que lo dirig¨ªan.
Los cuatro directores generales que ha tenido Televisi¨®n Espa?ola desde 1982 no han abordado en toda su dimensi¨®n el reto de la televisi¨®n p¨²blica ante el inevitable nacimiento de las privadas. Cada uno de ellos ha representado visiones diferentes a pesar de surgir de la misma familia, pero todos han cumplido con m¨¢s o menos devoci¨®n un objetivo b¨¢sico: que la maquinaria electoral que les sustentaba no se resintiera en exceso al proyectarse en el rect¨¢ngulo de las vanidades. Por supuesto, entre esos directores y sus equipos hay -y ha habido- profesionales que se han ocupado de potenciar producciones de calidad y modelar espacios para no perder audiencia ni cuotas de mercado, en un esfuerzo por cumplir bien su trabajo. Sin embargo, no se ha llevado a cabo una labor continuada, tampoco se han marcado metas, bajo una direcci¨®n coherente que fijara los criterios para cimentar una verdadera televisi¨®n publica. Para a?adir m¨¢s elementos de confusi¨®n, sus directivos han actuado con el cors¨¦ de un estatuto limitador y ajeno a las pr¨¢cticas profesionales. Los vaivenes han movido los hilos de su gesti¨®n y El precio justo se ha amontonado a Metr¨®polis, La forja de un rebelde, las sesiones de cine er¨®tico, las pel¨ªculas de cinematograf¨ªas ex¨®ticas o, por poner otros ejemplos, con programas de espect¨¢culos de calidad ¨ªnfima. Los proyectos de car¨¢cter p¨²blico se han entremezclado con diferente fortuna junto a otros que respond¨ªan a intereses estrictamente comerciales.Canales auton¨®micosLas otras televisiones p¨²blicas, los canales auton¨®micos, han reproducido en exceso la imagen de su hermana mayor, aunque han contado con periodos de excepci¨®n, especialmente en algunos programas informativos, cuando han intentado acercarse a un modelo plural, acento imprescindible en una televisi¨®n que pretende ser para todos los ciudadanos sin distinci¨®n.
Hay hechos recientes que describen la situaci¨®n de nuestras televisiones p¨²blicas. El primer mercado europeo dedicado espec¨ªficamente al documental, clausurado recientemente en Marsella, g¨¦nero en auge e imprescindible para reflexionar en profundidad, con un lenguaje adecuado a la televisi¨®n, sobre los problemas actuales, no ha contado con t¨ªtulos procedentes de Espa?a, a pesar de concurrir 19 pa¨ªses con 70 programas (v¨¦ase EL PA?S del 25 de junio). Parece incre¨ªble que nuestras televisiones p¨²blicas hayan abandonado -y en algunos casos nunca hayan desarrollado- esta clase de producciones. Es m¨¢s, Televisi¨®n Espa?ola no tiene ning¨²n pudor en emitir documentales informativos comprados a otras compan¨ªas, bajo la cabecera de Documentos TV, un espacio con buenos ¨ªndices de audiencia y que nos permite apreciar la calidad de esos productos, cuando en la pr¨¢ctica ha renunciado a elaborar reportajes del mismo nivel, con una producci¨®n ordenada y sistem¨¢tica, excepto contadas ocasiones.
El desaf¨ªo de las privadas parece plantearse a la defensiva, como el juego de aquellos equipos de f¨²tbol a los que alud¨ªamos que han perdido belleza y aceptaci¨®n del p¨²blico. La contraprogramaci¨®n, es decir, la necesidad de alterar la programaci¨®n en funci¨®n de la parrilla del contrario, la ha puesto en marcha TVE, como daba a conocer EL PA?S hace unos d¨ªas. Mientras tanto, se anuncia la desaparici¨®n de programas que corresponden a una televisi¨®n p¨²blica, por ejemplo Punto y aparte, y se quiere transformar la primera cadena de Televisi¨®n Espa?ola con una programaci¨®n -calificada por algunos directivos del medio como populachera- para evitar el impacto de las privadas sobre la audiencia.
Los an¨¢lisis expuestos en el encuentro de Granada, hace tres a?os, no han servido para mucho a pesar de que fue la propia Televisi¨®n Espa?ola anfitriona y organizadora de las reuniones. Habr¨¢ que esperar a la anunciada y urgente reforma del Estatuto de RTVE, que debe profesionalizar este medio propiedad de todos los ciudadanos, para que nuestras televisiones p¨²blicas encuentren un modelo que no es otro, por origen y fundamento, que el de atender a los sectores con menor oferta comunicacional, cubrir los segmentos de producci¨®n que abandonen las televisiones privadas, buscar la calidad y, especialmente, convertir la televisi¨®n p¨²blica en un medio de informaci¨®n plural, con el escrupuloso cumplimiento de los principios de objetividad.
es periodista.
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