Nada nuevo
TE?RICAMENTE, LA paz de Oriente Pr¨®ximo s¨®lo puede ser negociada por un pol¨ªtico israel¨ª que, siendo laborista (es decir, de izquierdas; es decir, abierto a la tragedia palestina y flexible a la necesidad de una soluci¨®n urgente), tenga el carisma necesario para que el pueblo de Israel asuma el trauma de entenderse con el enemigo (es decir, que sea lo suficientemente conservador como para que resulte veros¨ªmil la adopci¨®n de una actitud nacionalista formal). Por un instante de la semanapasada pareci¨® que este retrato robot correspond¨ªa a Isaac Rabin. ?Hab¨ªa llegado el momento de que Rabin sustituyera a Sim¨®n Peres en el liderazgo del Partido Laborista? La opini¨®n general era que Peres hab¨ªa agotado sus posibilidades y las de un laborismo conducido por ¨¦l. No lo entendieron as¨ª, sin embargo, los n¨²embros del Comit¨¦ Central del Partido Laborista que el pasado domingo, contra todo pron¨®stico, reeligieron a Peres como presidente. Su rival, Isaac Rabin, hab¨ªa sido derrotado. Dos son las raz¨®nes que explican el resultado.En primer lugar, son mayor¨ªa los miembros del Comit¨¦ Central ide¨®logos, representantes de las j¨®venes generaciones y delegados ¨¢rabes que se resisten a un compron¨²so hacia la derecha que les parece contraproducente a la hora de negociar la paz en la regi¨®n. Para todos ellos, la esperanza de soluci¨®n se basa en Sim¨®n Peres, porque s¨®lo ¨¦l parecer¨ªa capaz de imponer condiciones pacificadoras para una sociedad israel¨ª recelosa de todo entendimiento con los palestinos, pero tambi¨¦n harta de vivir en guerra. En segundo lugar, la victoria de Isaac Rabin habr¨ªa sido interpretada, en palabras de un militante, como la conversi¨®n del laborismo "en una mala versi¨®n del [conservador] Likud". Rabin, antiguo primer ministro, es recordado como el l¨ªder intemperante, con garra pero antip¨¢tico, que, en tanto que ministro de Defensa, fue incapaz de acabar con la Intifada -con lo que incurri¨® en las iras de la derecha-, al tiempo que la reprimi¨® con una dureza absolutamente injustificada y est¨¦ril -lo que le enajen¨® a la izquierda-. Nada ha cambiado, por tanto, en el laborismo israel¨ª, y tendr¨¢ que ser su tradicional l¨ªder quien intente mantener encendida la antorcha de la paz, por muy cansado que tenga el brazo.
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