"Todos somos narcisos"
Iosif Brodskij, el poeta ruso que fue Nobel y que ha hecho de Estados Unidos su segunda patria, aunque afirma que es "siempre amargo y doloroso el exilio", aterriz¨® hace unos d¨ªas en la peque?a localidad siciliana a las faldas del Etna, Castiglione di Sicilia, para recibir un premio que vincula su recuerdo al difunto escritor que fustig¨® a la Mafia, Leonardo Sciascia. El gran poeta, apoyado en la farola de la plaza del pueblo, frente al bar donde Sciascia sol¨ªa tomarse "una granizada de lim¨®n", firmaba aut¨®grafos con frases italianas como "tenerezza", "sentimenti helli". Despu¨¦s, como hablando consigo mismo, comentaba: "?qu¨¦ palabras idiotas!".En la playa del hotel de Taormina donde se alojaba junto con una preciosa jovencita, que vive en Par¨ªs, hija de padre toscano y madre rusa, Brodskij se alejaba y se colocaba en lo alto de un escollo, solitario. El resto del tiempo desaparec¨ªa de la circulaci¨®n. Hablar con ¨¦l no era f¨¢cil, porque, como acab¨® afirmando ¨¦l mismo, siguiendo las huellas del poeta ingl¨¦s W. H. Auden, de quien se siente una "encarnaci¨®n viviente", prefiere el mon¨®logo al di¨¢logo.
A las preguntas respond¨ªa con monos¨ªlabos. S¨®lo con algunos temas se encend¨ªa. "Ahora que en Rusia hay democracia, ?por qu¨¦ no quiere volver?". "Porque yo vivo ya en democracia", y a?ade: "Yo soy un p¨¦ndulo, no un bumer¨¢n". Explica que lo que m¨¢s ha apreciado de Estados Unidos es que "all¨ª te dejan vivir en paz
Se habla de las "ra¨ªces", del peligro de perderlas y de si una nueva lengua (Brodskij ha publicado ya en ingl¨¦s) no supone nuevas ra¨ªces. "Los hombres no somos como los ¨¢rboles, cuyas ra¨ªces crecen ha cia abajo. Las nuestras van hacia arriba. El hombre es como un ¨¢rbol al rev¨¦s. El ¨¢rbol se distingue del hombre en que anda con una sola pierna y no cambia de lugar".
Para Brodskij, el poeta es el instrumento de la lengua, y no al rev¨¦s. ?Por qu¨¦? Esta vez esboza una sonrisa: "Porque todos somos narcisos".
?C¨®mo es en amor el hijo de una int¨¦rprete y de un fot¨®grafo? "Eso se lo deber¨ªan preguntar a mis mujeres", responde. Y a quien osa decirle: "Entonces tendr¨¢ que darnos sus direcciones", responde seco: "Ni direcci¨®n ni tel¨¦fono".
S¨®lo cuando se habla de su padre y de su madre, que dej¨® en Rusia cuando fue expulsado, se extiende a hablar sin prisas. Advierte que ¨¦l, contrariamente a Darwin, piensa que los genes funcionan s¨®lo durante una generaci¨®n. Y as¨ª, en su caso, su vida ha sido como la confluencia de las profesiones de sus padres: ella, una traductora e int¨¦rprete; ¨¦l, un ge¨®grafo fallido que acab¨® dedic¨¢ndose a la fotograf¨ªa: "En m¨ª", dice, "existe el fot¨®grafo de mi padre. El ojo es el ¨®rgano m¨¢s importante del cuerpo humano. M¨¢s que la nariz o la oreja. El ojo es el primer instrumento de defensa para quien habita en ambiente enemigo, y es el ¨²ltimo que se apaga antes de morir. Y, a veces, aun despu¨¦s de la muerte, sigue abierto. El ojo es el ¨®rgano que comunica con la conciencia del hombre, es la base de la opini¨®n est¨¦tica del hombre".
Est¨¦tica y ¨¦tica
Y sigue: "El ser humano percibe el mundo primero est¨¦ticamente, y s¨®lo despu¨¦s ¨¦ticamente. La ¨¦tica es la reelaboraci¨®n hecha por la vida a trav¨¦s de la est¨¦tica. Un ni?o de dos a?os llora o r¨ªe, no gracias a una percepci¨®n ¨¦tica, sino est¨¦tica. Lo mismo ocurre cuando un adulto escoje a su amada. El primer impulso es la est¨¦tica. En este sentido, soy hijo de un fot¨®grafo. Cuando yo escribo una poes¨ªa, no hago m¨¢s que traducir en palabras lo que el ojo ve como en fotograf¨ªa. Es decir, interpreto la imagen que capta el fot¨®grafo, y, en este interpretar las cosas, soy tambi¨¦n hijo de mi madre, traductora e int¨¦rprete". Pero si el poeta interpreta la imagen, ?c¨®mo se explica entonces a Borges? "Porque un hombre ciego traslada su vista a lo hondo de la conciencia. Su interioridad son sus nuevos ojos. Existe siempre en el hombre un formidable mecanismo de compensaci¨®n".
Seg¨²n el poeta ruso, para un escritor de versos o prosa, las ra¨ªces no cambian nunca, aunque se aleje de su patria, aunque cambie de vida. "Lo que pueden cambiar son los instrumentos", dice. Y, en efecto, su poes¨ªa primera, "basada en la mon¨®tona m¨¦trica", ha cambiado al contacto con el Occidente. "Ha cambiado la m¨¦trica que usaba antano y que hoy es m¨¢s libre. No cambia la percepci¨®n, cambian s¨®lo los m¨¦todos de expresi¨®n".
Y quiz¨¢ la paz siciliana de Taormina, en una ma?ana fresca de verano, o la admiraci¨®n y cari?o que lo rodeaba, llev¨® al poeta ruso a desvelar un secreto ¨ªntimo de su vida. "S¨¦ que, diciendo lo que voy a decir, podr¨ªan meterme en un manicomio. Pero da lo mismo. Yo me siento como la encarnaci¨®n viva del poeta ingl¨¦s W. H. Auden, que conoc¨ª y am¨¦ en Austria, tras mi expulsi¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Me identifiqu¨¦ con su poes¨ªa, con su metaf¨ªsica y hasta con sus malas costumbres. Hasta el punto de que a veces tengo como la impresi¨®n de que es ¨¦l quien sigue viviendo en m¨ª. Tengo la convicci¨®n de que la relaci¨®n que Auden ten¨ªa con el mundo sigue presente dentro de m¨ª"?
Y, explicando qu¨¦ entend¨ªa por "malas costumbres", declar¨®: "Un cierto desorden, las opiniones fuertes, el egocentrismo y la tendencia al mon¨®logo". Seg¨²n dijo, Y a?adi¨® que, hasta tal punto se hab¨ªa identificado hasta con los vicios de Auden que a su muerte sigui¨® fumando los mismos cigarrillos que ¨¦l, usaba, "aunque esto", dijo, "me ha costado ya el duro precio de dos infartos". Y en sus manos acariciaba una cajetilla de aquellos cigarrillos, ya casi vac¨ªa a las once de la ma?ana.
Hablando de lo que est¨¢ sucediendo en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, esta vez con mayores resistencias, dice que le duele que all¨ª "no se escucha la voz de los poetas, sino la voz de la calle, mientras es la gente la que deber¨ªa escuchar la voz de los poetas".
Y explic¨® que Dante Alighieri no escuchaba la lengua de la calle, ni siquiera la de Florencia. "Probablemente escuchaba m¨¢s la voz de la ciudad de Ravena, y, sobre todo, la voz de Virgilio". ?Y Gorbachov, qu¨¦ lengua escucha? Brodskij, tajante, responde: "S¨®lo la de Genscher", refiri¨¦ndose al ministro de Asuntos Exteriores de Alemania.
Pero, si eso es cierto, ?c¨®mo se explica que uno que ha escuchado s¨®lo dicha voz haya podido llevar a cabo una tal revoluci¨®n en su pa¨ªs? "Yo no creo que haya sido un solo hombre", responde, sin mirar esta vez al interlocutor, "ni en ¨¦l est¨¢n puestas mis esperanzas, sino en los 250 millones que en mi pa¨ªs est¨¢n dando vida a un cataclismo democr¨¢tico jam¨¢s visto en ning¨²n lugar".
"Hay que tener siempre cuidado con las esperanzas f¨¢ciles", afirma, "pero creo que mi pueblo desea de verdad la democracia. Y ha sido ese deseo fuerte de libertad y democracia el que ha dado expresi¨®n y ha hecho posible el personaje Gorbachov".
Pero Brodskij, a pesar de su amor por Estados Unidos, su segunda patria, que lo introdujo "al gusto de la libertad", no deja de ser profundamente ruso, no se ha dejado conquistar por su consumismo f¨¢cil, y afirma que lo que desea para su pa¨ªs es que pueda vivir en el futuro una gran democracia "que debe conjugarse con la idea socialista de una cierta igualdad para todos, porque en eso", dice, "s¨ª creo firmemente".
Se hace ir¨®nico cuando se le pregunta si est¨¢ de acuerdo con algunos intelectuales europeos que afirman que ha sido el Papa polaco Karol Wojtyla quien ha cambiado el curso de la historia en el este comunista. Esta vez sonr¨ªe sin reticencias y dice: "?Qu¨¦ sandez!".
Cansancio del verano
En la plaza del pueblecito siciliano de Castiglione di Sicilia, durante la ceremonia del premio, el ¨²nico sin corbata, con las manos en los bolsillos, con Vargas Llosa y los otros galardonados todos vestidos de punta en blanco, Brodskij quiso leer una de sus poes¨ªas. En ruso.
Sonaba como un lamento en la noche, como el eco de un lobo que aullara desde la monta?a: "No me he vuelto loco, pero estoy cansado del verano. Buscas una camisa en el caj¨®n, y el d¨ªa ya se ha ido. Venga el invierno y lo cubra todo, enseguida, las ciudades y la gente y, sobre todo, el verde. Yo dormir¨¦ vestido; leer¨¦ libros prestados hasta que no se vaya por su camino lo que queda del a?o, como el perro que huye del ciego y que atraviesa por el paso de peatones. Eres libre si te olvidas el nombre del jefe... y si, con el cerebro estrujado como el cuerno de un carnero, no saldr¨¢ ni una gota de su ojo azul".
Brodskij vive en Nueva York, escribe en ruso e ingl¨¦s, pero todos quedaron convencidos, a su paso por Sicilia, de que entiende el italiano m¨¢s de lo que parece
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