Sin noticias de Gurb
D¨ªa 1711.30. Me despierto en mi cama. No s¨¦ c¨®mo he llegado hasta aqu¨ª. Todav¨ªa llevo puesto el traje de luces, aunque he perdido la montera, el estoque y una oreja que me hab¨ªan concedido, si no recuerdo mal. Trato de levantarme, pero no puedo. De la cabeza, mejor no hablar. Decido quedarme en la cama remoloneando. De todas formas, hoy es domingo y el bar de la se?ora Mercedes y el se?or Joaqu¨ªn estar¨¢ cerrado. Todav¨ªa sin noticias de Gurb.
14.00. Me visto y salgo a dar un paseo. El tiempo es c¨¢lido y hay poca gente en la calle. Muchas familias se han ido a pasar el fin de semana en el campo, en su segunda residencia. Todo est¨¢ cerrado a cal y canto: las tiendas, por supuesto, y tambi¨¦n los bares y los restaurantes. A m¨ª, plim. Tal como tengo el est¨®mago, soy incapaz de comer nada.
14.20. Encuentro abierta una tiendecita de art¨ªculos deportivos que durante los d¨ªas laborables no vende una escoba. Quiz¨¢ por esta raz¨®n abre los domingos y alquila bicicletas. Alquilo una bicicleta. Es un aparato muy simple de concepci¨®n, pero sumamente complicado de manejo, pues requiere el uso simult¨¢neo de las dos piernas, a diferencia del andar, que permite dejar una pierna muerta mientras se avanza la otra. A este gesto o fracci¨®n de gesto (seg¨²n se mire) se da el nombre de pisar. Si al andar se va colocando el pie izquierdo a la derecha del pie derecho y luego, en el gesto o fracci¨®n de gesto siguiente, se procede del modo inverso, esto es, colocando el pie derecho a la izquierda del pie izquierdo, la resultante se llama pisar con garbo.
15.00. Como la calle dispone de una pendiente pronunciada, el paseo en bicicleta se subdivide en dos partes bien distintas entre s¨ª, a saber: a) bajar, b) subir. La primera parte (bajar) es una gozada; la segunda (subir), una tortura. Por suerte, la bicicleta lleva adosados a ambos lados del manillar sendos frenos. Los frenos, al ser accionados, impiden que la bicicleta adquiera una velocidad creciente o aceleraci¨®n en la bajada. En la subida, los frenos impiden que la bicicleta se vaya hacia atr¨¢s.
17.30. Devuelvo la bicicleta. El ejercicio me ha abierto el apetito. Encuentro abierta una churrer¨ªa y me como un kilogramo de churros, un kilogramo y medio de bu?uelos y tres kilogramos de pesti?os.
18.00. Me siento en un banco de la calle a hacer la digesti¨®n. El tr¨¢fico, que hasta ahora era pr¨¢cticamente inexistente, se va densificando por momentos. Esto sucede porque todo el mundo est¨¢ volviendo a la ciudad. En los accesos a la ciudad se producen retenciones, que a menudo alcanzan el grado de importantes retenciones. Algunas de estas retenciones, sobre todo las denominadas importantes retenciones, duran hasta el pr¨®ximo fin de semana, de modo que hay personas desafortunadas (y familias enteras) que se pasan la vida yendo del campo a la retenci¨®n y de la retenci¨®n al campo, sin llegar a pisar nunca la ciudad en la que viven, con el consiguiente menoscabo de la econom¨ªa familiar y la educaci¨®n de los ni?os.
La densidad del tr¨¢fico es uno de los problemas m¨¢s graves de esta ciudad y una de las cosas que m¨¢s preocupado tiene a su alcalde, tambi¨¦n llamado Maragall. ?ste ha recomendado en varias ocasiones el uso sustitutivo de la bicicleta y ha aparecido en los peri¨®dicos montado precisamente en una bicicleta, aunque, la verdad sea dicha, nunca lleva trazas de ir muy lejos. Quiz¨¢ la gente har¨ªa m¨¢s uso de la bicicleta si la ciudad fuera m¨¢s llana, pero esto tiene mal arreglo, porque ya est¨¢ casi toda edificada. Otra soluci¨®n ser¨ªa que el Ayuntamiento pusiera bicicletas a disposici¨®n de los transe¨²ntes en la parte alta de la ciudad, con los cuales ¨¦stos podr¨ªan ir al centro muy de prisa y casi sin pedalear. Una vez en el centro, el propio Ayuntamiento (o, en su lugar, una empresa concesionaria) se encargar¨ªa de meter las bicis en camiones y volverlas a llevar a la parte alta. Este sistema resultar¨ªa relativamente barato. A lo sumo, habr¨ªa que colocar una red o colchoneta en la parte baja de la ciudad para impedir que los menos expertos o los m¨¢s alocados se cayeran al mar una vez efectuado el trayecto descendente.
Quedar¨ªa pendiente, claro est¨¢, la forma en que la gente que hubiera bajado al centro en bicicleta volver¨ªa a la parte alta, pero esto no es cosa que deba preocupar al Ayuntamiento, porque no es funci¨®n de esta instituci¨®n (ni de ninguna otra) coartar la iniciativa de los ciudadanos. Otro invento: un preparado qu¨ªmico y un dispositivo de ignici¨®n que permita encender los puros pulsando la vitola. Temperatura, 21 grados cent¨ªgrados; humedad relativa, 75 por ciento; brisas moderadas; estado de la mar, llana.19.10. Regreso a casa. En el portal encuentro a la vecina del tercero primera y a su hijo. Han dejado el coche en doble fila mientras ella descarga bolsas y paquetes. Su hijo, demasiado peque?o para ayudar a su madre en este menester, aguarda en la acera hurg¨¢ndose la naricita. La vecina viste pantal¨®n corto y camiseta ce?ida, dos prendas que solazan a quien las ve.
19.15. Despu¨¦s de mirar un rato a la vecina escondido detr¨¢s de un ¨¢rbol, me averg¨¹enzo de m¨ª mismo y me ofrezco a ayudarla en la descarga y transporte de bolsas y paquetes. Reh¨²sa mi ayuda. Me informa de que cada fin de semana es la misma tabarra y de que ya est¨¢ acostumbrada. Insisto y me permite cargar una bolsa de pl¨¢stico llena de embutidos. Le pregunto si los ha fabricado ella misma. Respuesta: no; los he comprado en un pueblecito pr¨®ximo a La Bisbal, donde tengo casa. Pregunta: ?y por qu¨¦ se los viene a comer aqu¨ª? Respuesta: no entiendo la pregunta.
19.25. Finalizada la descarga y transporte de bolsas y paquetes del coche al ascensor, subimos en el ascensor. Aprovecho la proximidad para calibrar las medidas corporales de mi vecina. Estatura de m¨ª vecina (de pie), 173 cent¨ªmetros; longitud del pelo m¨¢s largo (zona occipital), 47 cent¨ªmetros; del m¨¢s corto (zona supralabiar) 0,002 cent¨ªmetros; distancia del codo a la u?a (dedo pulgar), 40 cent¨ªmetros; distancia del codo izquierdo al codo derecho, 36 cent¨ªmetros (en posici¨®n de firmes), 126 cent¨ªmetros con los brazos en jarras.
19.26. Sacamos bolsas y paquetes del ascensor y los depositamos en el descansillo o rellano del tercer piso. Mi vecina me agradece la ayuda prestada y a?ade que me invitar¨ªa a pasar, pero que el ni?o est¨¢ agotado. Se ha de ba?ar, cenar y meter en la cama pitando, porque ma?ana hay cole. Le digo que no quiero causarle ninguna molestia y que, de todos modos, ya tendremos ocasi¨®n de volvernos a ver, puesto que vivo en el mismo inmueble. Mi vecina responde que ya lo sab¨ªa, pues la portera le ha hablado de m¨ª. ?La habr¨¢ puesto al corriente de mis costumbres licenciosas?20.00. Entretenido con la vecina, llego por los pelos a misa de ocho. Serm¨®n algo largo, pero muy interesante. No confi¨¦is en aquellos que os enga?an; confiad m¨¢s bien en aquellos que no os enga?an.21.30. Llego a la churrer¨ªa cuando ya est¨¢n echando el cierre. Me llevo todas las existencias.
22.00. Me como todo lo que he tra¨ªdo mirando la televisi¨®n. Decididamente, me gusta mi vecina. A veces uno busca lejos lo que tiene bien cerca. Es una cosa que nos sucede a menudo a los astronautas.
23.00. Pijama, dientes. ?Y si me comprara una moto?23.15. Leo Medio siglo de peluquer¨ªa en Espa?a, tomo 1 (La Rep¨²blica y la guerra civil).
00.30. Oraciones. Todav¨ªa sin noticias de Gurb.
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