Del monte al ministerio
El nuevo responsable de la Sanidad colombiana empu?aba hasta hace unos meses las armas
Horas del mediod¨ªa del pasado mi¨¦rcoles, un d¨ªa desapacible en Bogot¨¢; en un fr¨ªo despacho decorado con todo el mal gusto de que puede ser capaz alg¨²n jefe de compras de la Administraci¨®n p¨²blica, en el horrible edificio que alberga el Ministerio de Salud de Colombia, se celebra una ceremonia ins¨®lita. Por primera vez en 150 a?os de vida republicana toma posesi¨®n de un ministerio en Colombia un hombre ajeno a los partidos que siempre han ejercido el poder en el pa¨ªs, liberales y conservadores.
Tiene cara de chico empoll¨®n, de primero de la clase, con cierto aire repipi. Lleva gafas de armadura transparente, traje azul oscuro y corbata en el mismo tono. Cuando se le palmea la espalda, la mano tropieza con un hueso. El flamante ministro es flaquito. Antonio Navarro Wolff, de 42 a?os y ojos azules, va a necesitar mucha protecci¨®n si quiere salir con vida de la empresa que inici¨® al tomar posesi¨®n de un ministerio con 70.000 empleados, 4.000 hospitales y un presupuesto de 250.000 millones de pesos (algo m¨¢s de 46.000 millones de pesetas). Navarro es el l¨ªder del grupo guerrillero colombiano M-19, que el pasado 8 de marzo entreg¨® las armas en Colombia y emprendi¨® una larga marcha. En esta ocasi¨®n, la marcha no es por los montes, sino a trav¨¦s de las instituciones.Atentado en Cali
Entregar las armas y pasar a la legalidad le cost¨® la vida, el pasado 26 de abril, al anterior l¨ªder del M-19, Carlos Pizarro, cuando ya luchaba por conseguir votos en la carrera por la presidencia de Colombia. Recogi¨® Navarro la antorcha del compa?ero asesinado y el pasado 27 de mayo sum¨® m¨¢s de 750.000 votos, un 12%, que convirti¨® a la alianza pol¨ªtica formada por el M-19 en la tercera fuerza electoral de Colombia.
Al nuevo ministro le falta media pierna, que le amputaron para salvar su vida tras el atentado que sufri¨® el 23 de mayo de 1985 en Cali. Primero lo secuestraron y lo dejaron desnudo, con otro compa?ero, en medio de una zona pantanosa. La movilizaci¨®n del M- 19, las llamadas del escritor Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez y la intervenci¨®n del entonces presidente de Colombia, Belisario Betancurt, salvaron la vida de los desaparecidos. Tan s¨®lo unas horas despu¨¦s de que lo dejaran en libertad, mientras desayunaba en una cafeter¨ªa, le lanzaron una granada que le produjo serios destrozos en las piernas, la lengua, los o¨ªdos y los nervios del brazo derecho.
Tras el atentado, Navarro inici¨® un recorrido por varios hospitales de Colombia, M¨¦xico y Cuba. Cuando en noviembre de 1985 el M-19 cometi¨® la aventura suicida de tomar el palacio de Justicia en Bogot¨¢, Navarro convalec¨ªa de sus heridas en La Habana y desde la televisi¨®n pudo contemplar las escenas de la matanza en que degener¨® la acci¨®n guerrillera, seguida de la represi¨®n militar.
La muerte ronda a este hombre. Cuenta con naturalidad que est¨¢ ya en marcha un operativo para asesinarlo. Los siete hombres que le precedieron al frente del M-19 murieron de forma violenta. Su vida familiar provinciana parece una contradicci¨®n con su biograf¨ªa posterior como dirigente guerrillero. "Nacimos en r¨¢faga, cinco hijos en cinco a?os. Yo soy el mayor. Desde que nac¨ª, el 9 de julio de 1948, siempre vi a mi mam¨¢, Emma Wolff de Navarro, embarazada o cargando un ni?ito. Rez¨¢bamos el rosario todos los d¨ªas. Nos ense?aba a estar siempre arreglados, a estudiar, a portarnos bien en la mesa".
El d¨ªa de su toma de posesi¨®n, sentado ya en el sill¨®n de ministro, de espaldas a una computadora, Navarro satisface la curiosidad de un grupo de periodistas que hurgan en su vida, ¨¢vidos de captar opiniones y aspectos de la personalidad del guerrillero, que en apenas medio a?o se convirti¨® en ministro de un Gobierno que alberga buena parte de las contradicciones colombianas. En el Gabinete del nuevo presidente, C¨¦sar Gaviria, partic¨ªpa Navarro, que era dirigente del M-19, un grupo que no hace muchos meses tuvo secuestrado a Alvaro G¨®mez, l¨ªder de uno de los sectores del conservadurismo, que cuenta con dos ministros que ahora se sentar¨¢n en la misma mesa con su colega ex guerrillero reciclado en ministro de Salud. El mismo Gaviria ocupaba la cartera de Gobierno (Interior) en los d¨ªas del secuestro de ^G¨®mez, y ten¨ªa la misi¨®n de perseguir a los autores, entre ellos su actual ministro.
"Con nombre y apellidos
"Dice Navarro que conoce, "con nombre y apellidos", al autor del atentado que casi lo mata. "Fue una persona contratada para hacer eso. No pertenec¨ªa a las fuerzas de seguridad, pero estas estuvieron ¨ªnvolucradas. La persona que arroj¨® la granada sabemos qui¨¦n es, sabemos d¨®nde est¨¢, y que est¨¢ vivo. Preferimos que se produzca un proceso de reconciliaci¨®n, que tracemos una raya, que nos olvidemos y ejerzamos la tolerancia".
Le preguntan si el traje y la corbata no le har¨¢n perder el idealismo guerrillero. Replica Navarro con la expresi¨®n esperanzada: "El h¨¢bito no hace al monje. Espero que la corbata no sea m¨¢s que una convenci¨®n necesaria". Y a?ade: "Nos hemos forjado en muchos a?os de practicar lo que creemos, de tener una palabra que tenga significado. Queremos que la palabra sea algo que est¨¦ muy cerca de los hechos. El envilecimiento de la pol¨ªtica ha sido el alejarniento de las promesas, y la palabra se ha vuelto un mecanismo de enajenaci¨®n. Nosotros queremos hacer lo que decimos y decir lo que hacemos".
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