La muerte que se respira

Los representantes de 149 pa¨ªses se comprometieron, en enero del pasado a?o, en Par¨ªs, a no utilizar jam¨¢s las armas qu¨ªmicas. Entre los firmantes de ese documento figuraba Irak, cuyo presidente, Sadam Husein, amenaza ahora con emplear su impresionante arsenal qu¨ªmico contra la fuerza multinacional desplegada en el golfo P¨¦rsico. Las amenazas no pueden tomarse a la ligera: la comunidad internacional tiene pruebas de la falta de escr¨²pulos del l¨ªder iraqu¨ª para atacar con gases t¨®xicos; primero, a los iran¨ªes, y m¨¢s tarde, a sus propios s¨²bditos kurdos.

Desgraciadamente, el caso de Husein no constituye una excepci¨®n. Desde que el 22 de abril de 1915 Alemania atacara la localidad belga de Ypres con cloro gaseoso (bautizado desde entonces como iperita), la historia del Derecho de Guerra, una doctrina que pretende armonizar dos t¨¦rminos antag¨®nicos, registra tantos compromisos contrarios al armamento qu¨ªmico como violaciones de los mismos.El primer intento por desterrar de los conflictos un arma a la que se atribuyen caracter¨ªsticas m¨¢s repulsivas que a las restantes fue el protocolo de Ginebra de junio de 1925, sobre prohibici¨®n del uso de gases asfixiantes o t¨®xicos y de medios bacteriol¨®gicos. El ¨²ltimo intento ha sido el acuerdo alcanzado en junio entre el presidente norteamericano, George Bush, y el sovi¨¦tico, Mija¨ªl Gorbachov, para reducir sus respectivos arsenales de gases venenosos a 5.000 toneladas.

Entre uno y otro acuerdo, las armas qu¨ªmicas han sido utilizadas, entre otras ocasiones, en la ocupaci¨®n de Abisinia (1935), el ataque japon¨¦s a China (1937-1942), la intervenci¨®n de EE UU en Vietnam (1960), la invasi¨®n de Afganist¨¢n (1979-1983) y la guerra Ir¨¢n-Irak (1986-1988).

Los esfuerzos por abolir este instrumento de muerte han tropezado siempre con sus ventajas militares. En primer lugar, el bajo coste y escasa complicaci¨®n t¨¦cnica, que lo ponen al alcance de casi todos los pa¨ªses, hasta el punto de que se le ha llamado la bomba at¨®mica de los pobres. En segundo lugar, su extraordinaria flexibilidad, que permite determinar el tipo de destrucci¨®n que quiere provocarse, en funci¨®n del objetivo previsto. El nombre de armas qu¨ªmicas engloba un conjunto de preparados agresivos que van de los gases lacrim¨®genos, de efecto fugaz y poco da?ino , a los defoliantes, capaces de borrar del mapa un bosque.

Intereses econ¨®micos

En tercer lugar, pero no menos importante, est¨¢n los intereses de las empresas qu¨ªmicas y farmac¨¦uticas occidentales, que en aras del negocio han vendido en los ¨²ltimos a?os al Tercer Mundo ingentes cantidades de sustancias susceptibles de empleo militar. La Prensa alemana resucita estos d¨ªas las denuncias, realizadas ya en 1984, contra firmas germanas que facilitaron a Sadam Husein la tecnolog¨ªa necesaria para poner en marcha la f¨¢brica de armas qu¨ªmicas de Samarra. Empresas holandesas, norteamericanas y de otros pa¨ªses occidentales han aparecido implicadas en este siniestro comercio, mientras que a Espa?a le ha cabido el dudoso honor de aportar, por lo menos, las carcasas que transportan el veneno.

Como las armas nucleares, las qu¨ªmicas pueden ser de corto, medio o largo alcance, seg¨²n su vector de lanzamiento. Las primeras pueden lanzarse con piezas de artiller¨ªa, como los ca?ones autopropulsados iraqu¨ªes Majnoon y Al-Fao, de 155 y 210 mil¨ªmetros de calibre respectivamente, con un alcance de 39 y 57 kil¨®metros. Las segundas, con misiles bal¨ªsticos, de los que el r¨¦gimen de Bagdad tiene una amplia panoplia, que incluye el Badr 2.000, de 800 kil¨®metros de alcance, desarroll¨¢do por Irak, Egipto y Argentina; y el SS-12, de 1.230 kil¨®metros y fabricaci¨®n sovi¨¦tica. Para las de largo alcance cuenta Husein, entre otros medios, con los bombarderos Tupolev 16 y 22 de la URSS.

Entre las sustancias qu¨ªmicas m¨¢s mort¨ªferas est¨¢n los neumot¨®xicos o sofocantes, que afectan a las v¨ªas respiratorias; los hemot¨®xicos, que envenenan la sangre al impedir a la hemoglobina el transporte de ox¨ªgeno; los vesicantes o dermot¨®xicos, que producen quemaduras en la piel y los pulmones; y los nerviosos o neurot¨®xicos, que alteran el sistema nervioso. Menos letales son los incapacitantes, como los alucin¨®genos, que provocan transtornos ps¨ªquicos temporales, y los neutralizantes, como estornudatarios, que reproducen los s¨ªntomas de la gripe, y los lacrim¨®genos, que producen picores.

Los armas qu¨ªmicas no s¨®lo no han sido desinventadas, sino que se siguen desarrollando. Las nuevas son las denominadas binarias, formadas por dos agentes qu¨ªmicos que aisladamente resultan poco t¨®xicos pero que mezclados son sumamente letales. A ellas hay que sumar las armas bacteriol¨®gicas y las micotoxinas, obtenidas por medios artificiales, a mitad de camino entre la biolog¨ªa y la qu¨ªmica.