Las haza?as b¨¦licas de Barbate

En Barbate [de Franco], el levante pelea diariamente con el horizonte desigual de casas blancas sobre el Atl¨¢ntico gaditano, m¨¢s bien brav¨ªo. Casi la mitad del suelo de su demarcaci¨®n est¨¢ cosida a pepinazos por la Armada, y la ciudadan¨ªa acosa a gritos y a pintada limpia a los camellos. La campa?a ha registrado ya un herido y varios narcos presuntamente arrepentidos. A¨²n quedan ecos del dur¨ªsimo conflicto que enfrent¨® en primavera a marineros y armadores. All¨ª se toman las copas en la calle Queipo de Llano y los pol¨ªticos guerrean tambi¨¦n con af¨¢n contra el alcalde, Seraf¨ªn N¨²?ez. El edil prendi¨®, para mayor gloria barbate?a, la mecha de la bomba Juan Guerra.

Un par de flechas rojas alertan hacia el n¨²mero 21, sobre el pavimento del callej¨®n serpenteante, habitado solamente por un viejo barbate?o agarrado a un transistor y ropa tendida. Flanqueando la puerta de hierro, en una de esas casas blancas de una planta muy comunes en el pueblo, est¨¢ la pintada: "Fuera de Barbate, camella asesina". Voces de ni?a informan de que Mar¨ªa Porras, la destinataria del decorado, no est¨¢. Surge Pedro de la penumbra, mojado y con una toalla ra¨ªda en la cintura. Dice ser su marido. "A mi me parece bien que se manifiesten pero n¨¢ m¨¢", dice, y separa un par de frentes rotos de dos cajones de la cocina.Las Madres contra la Droga de Barbate, que se sientan todos los viernes frente a las casas de los presuntos camellos pintaron el umbral, entraron all¨ª y causaron los destrozos hace unos d¨ªas. Las madres son uno de los 26 grupos que, desde junio, constituidos en la Coordinadora Antidroga -all¨ª est¨¢n todos, desde los partidos hasta las hermandades del carnaval, aseguran- batallan contra los camellos desdejunio. El alcalde ha prohibido, con un bando el consumo de drogas en p¨²blico bajo multa. Miembros de la coordinadora le acusan de haber subido tarde al carro del acoso al narcotraficante. Entre otras medidas, el Ayuntamiento ha pedido el destierro para los camellos y se ha reforzado la Polic¨ªa Municipal y la Guard¨ªa Civil.

"En la ¨²ltima manifestaci¨®n -llevan cuatro- hab¨ªa 7.000 personas", afirma Antonio Morales, secretario de la coordinadora y del Partido Andalucista. Es decir, un tercio del pueblo, que tiene casi 23.000 habitantes. El cerco a las casas es para "que dejen de vender o se vayan". Y as¨ª, unos barbate?os se?alan las casas y luego, otros se apresuran a borrar los signos del oprobio. "Arriba, arriba", se?ala una viejecita que cose en el umbral. Arriba se vende droga, seg¨²n marcaron los vecinos. La acusada, familiar de Mar¨ªa Porras, lo niega. Un var¨®n de la familia dormita en uno de los cuartos. Todos se esfuerzan en demostrar su pobreza.

Al destierro

"Todos los d¨ªas pasan por la Comunidad [otra de las asociaciones] uno o dos arrepentidos. La gente est¨¢ m¨¢s reticente. De hecho, el mercado est¨¢ paralizado. S¨®lo venden a conocidos", asegura Morales. "Antes de la movida, Barbate era un para¨ªso de la droga, se vend¨ªa sin tapujos por la calle", apostilla el joven Jos¨¦ Chico, secretario. En la sede de la Comunidad, Madre Coraje, -en cristiano, Ana Mar¨ªa L¨®pez, florista- comenta que tiene un hijo enganchado desde hace 12 a?os a quien han enviado desde el pueblo a un centro evangelista a rehabilitarle. Est¨¢ tan encantada que incluso piensa en convertirse. La delincuencia, seg¨²n el alcalde, ha descendido en un 89% desde que estall¨® la movilizaci¨®n.Aunque Barbate tiene otras muchas guerras: la guerra de juguete del pol¨ªgono de tiro de Ret¨ªn, 5.300 hect¨¢reas de las 13.628 del t¨¦rm ?no, expropiadas en 1981, "y nadie dijo nada", comenta el alcalde. El pueblo percibi¨® a cambio 282 millones y la muerte de cinco chatarreros.

Est¨¢ tambi¨¦n el turismo, que, al menos, dobla la poblaci¨®n. Este a?o ha bajado, pese a la aspiraci¨®n de alg¨²n vecino de que la fama tra¨ªda por Juan Guerra sirviese para algo. Y el paro, aunque el alcalde asegura que los desempleados -1.889, el 11,5% de la poblaci¨®n, seg¨²n el Inem- son menos que en los pueblos de la comarca. Y la guerra de la pesca, enferm¨ªsima, seg¨²n el patr¨®n mayor de la cofrad¨ªa local, Antonio Ruiz, Kiko, a ra¨ªz de la p¨¦rdida de los caladeros marroqu¨ªes, donde pescaba el medio centenar de barcos grandes que tiene el pueblo, que depende pr¨¢cticamente de la pesca. La pasada primavera los marineros se encerraron en el Ayuntamiento y volcaron los coches de los armadores.

La industria conservera y el salaz¨®n son ya un mero s¨ªmbolo, "por el encarecimiento de la mano de obra". Adem¨¢s, la flota "est¨¢ sobredimensionada y es vieja, no se defiende en otras pesquer¨ªas", afirma N¨²?ez. La soluci¨®n, para todos, es la reconversi¨®n y buscar alternativas como el turismo. "La juventud no tiene embarque", dice Kiko. Y aqu¨ª aparece la droga.