Conducta ejemplar
LA GUERRA civil que asuela a L¨ªberia es una de las m¨¢s ca¨®ticas y sanguinarias que se han conocido en ese continente. No s¨®lo combate un movimiento guerrillero, el Frente Patri¨®tico Nacional, contra lo poco que queda del ej¨¦rcito del presidente Doe, pr¨¢cticamente cercado en su palacio de la capital, sino que dos jefes de los rebeldes, Charles Taylor y Prince Johnson, se enfrentan entre s¨ª en combates encarnizados. Los tres contendientes ocupaban en ciertos momentos diversas partes de la capital, convertida en un verdadero infierno. La ferocidad de los m¨¦todos aplicados, con ejecuciones en masa por el mero hecho de pertenecer a una u otra tribu, supera lo imaginable.En ese marco, el embajador de Espa?a en Monrovia y sus colaboradores han tenido que hacer frente a una prueba dur¨ªsima. La Embajada espa?ola qued¨® en los ¨²ltimos d¨ªas en la misma l¨ªnea que separaba a las tropas gubernamentales de las de Charles Taylor. Ha sufrido varios bombardeos. Sus comunicaciones eran casi imposibles. A despecho de estas circunstancias, los diplom¨¢ticos espa?oles han hecho todo lo posible por ayudar y salvar a los espa?oles residentes en Liberia, y al final por evacuarles del pa¨ªs. Este objetivo ha quedado cumplido con la llegada ayer a Madrid de un grupo de compatriotas que salieron el 13 de agosto de Monrovia, atravesando zonas de intensos combates y recorriendo luego un largo camino por la selva hasta el puerto de Buchanan, y de all¨ª, con la ayuda de helic¨®pteros estadounidenses, a la capital de Sierra Leona, donde les esperaba un avi¨®n espa?ol.
Esta operaci¨®n de salvamento fue gestionada por el embajador de Espa?a con la Embajada de EE UU en el momento en que se inici¨® el desembarco de marines en Liberia para rescatar a los ciudadanos norteamericanos. Estados Unidos acept¨®, pero hizo falta la inteligencia y tenacidad del embajador para superar toda clase de obst¨¢culos -incluyendo la incomunicaci¨®n durante algunos periodos entre ambas embajadas- para que el plan pudiera realizarse. Al mismo tiempo, cabe destacar el comportamiento de los religiosos espa?oles del hospital de San Jos¨¦, que ha sido hasta el ¨²ltimo momento el ¨²nico en funcionamiento en la capital. S¨®lo cuando la situaci¨®n se hizo insostenible por falta de medicamentos y alimentos y porque los combates se desarrollaban en las puertas mismas del hospital, ¨¦ste fue evacuado con la ayuda del grupo rebelde de Charles Taylor.
En medio de la guerra civil de Liberia, es obvio que las funciones propias de la Embajada de Espa?a -representar a nuestro pa¨ªs ante el Estado liberiano- perdieron su raz¨®n de ser al esfumarse las autoridades de dicho pa¨ªs. Precisamente en ocasiones de ese g¨¦nero es cuando algunos diplom¨¢ticos espa?oles -compensando la tendencia al burocratismo pasivo de no pocos de sus colegas- se destacan por una actitud de generosa entrega, utilizando al m¨¢ximo su autoridad para evitar situaciones de desprotecci¨®n de sus compatriotas en situaciones extremas como la vivida en Liberia. A pesar de su delicada salud, Manuel de Luna ha cumplido esta misi¨®n dif¨ªcil y honrosa, dignificando el t¨ªtulo de embajador de Espa?a.
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