"Espa?a ya no produce asuntos"
Rafael S¨¢nchez Ferlosio, que vive en verano en el paisaje de su alma, Coria, en Extremadura, no abandona nunca sus principales obsesiones p¨²blicas, entre las que la guerra tiene un lugar principal. Como Espa?a dice que ha dejado de interesarle y s¨®lo lee la secci¨®n de internacional de los peri¨®dicos ("porque el exterior es lo ¨²nico que importa"), esta conversaci¨®n se inicia hablando de la guerra, y sobre todo de la guerra que parece que viene.Pregunta. ?Por qu¨¦ a¨²n se hace la guerra?
Respuesta. Porque el hombre ama la guerra. Es el momento de plenitud de los pueblos, y la que los ha creado como tales. Todos la encarecen como el momento en que se ejercen todas las virtudes de fraternidad y solidaridad entre los hombres, se olvidan los rencores, se disipan los problemas individuales y la naci¨®n se levanta como un solo hombre frente al enemigo. En uno de los ataques israel¨ªes contra Damasco, en que los sirios dispon¨ªan de cohetes tierra-aire buscadores, y que por a?adidura dejaban trazado en el aire la estela de su recorrido, ?cree usted que la poblaci¨®n de Damasco fue a refugiarse a los s¨®tanos de las casas? Todo lo contrario: ni?os, mujeres, ancianos, la ciudad entera se subi¨® a las azoteas, y cada vez que ve¨ªan un cohete sirio alcanzar y derribar un Phantom israel¨ª, todo Damasco era un inmenso grito de j¨²bilo y exultaci¨®n triunfal. A los hombres les gusta la guerra. Como yo s¨¦, por mi ya hace tiempo reprimida y jubilada afici¨®n de cazador, el sentimiento de poder que se experimenta al fulminar en el aire una perdiz y verla golpear el suelo como una masa inerte, conozco cu¨¢les son los acrisolados instintos de esta civilizaci¨®n que sigue teniendo por centro la guerra, el poder y la victoria.
P. ?Cu¨¢l es para usted el origen de esta guerra que parece venir?
R. Los or¨ªgenes son muchos, pero la condici¨®n fundamental est¨¢ en la que podr¨ªamos llamar la cultura del petr¨®leo.
P. ?En qu¨¦ consiste esa cultura y qu¨¦ peligros comporta?
R. La cultura del petr¨®leo comporta cat¨¢strofes y situaciones delirantes, como la que desde hace 20 a?os provoca el uso del autom¨®vil privado, que ha condicionado y descompuesto el mundo de una manera aberrante.
P. ?Ve usted en esta guerra, pues, un s¨ªntoma m¨¢s que un conflicto?
R. Es un s¨ªntoma de que hemos llegado a una situaci¨®n cultural en que los veh¨ªculos ya no pueden detenerse. Ya s¨¦ que el petr¨®leo mueve otras muchas m¨¢quinas, pero que el 80% de la ciudadan¨ªa norteamericana est¨¦ a favor de una intervenci¨®n militar en el golfo P¨¦rsico debe achacarse de modo principal a la experiencia inmediata de quienes al volante de su autom¨®vil consideran intolerable tener que aparcarlo o pagar precios m¨¢s altos para moverlo.
P. ?Cree que esta guerra no se vislumbrar¨ªa si Irak invade un pa¨ªs no petrol¨ªfero?
R. Por supuesto que no. Por eso en el art¨ªculo del ex ministro de Defensa norteamericano Caspar Weinberger que su propio peri¨®dico public¨® el pasado 10 de agosto se habla de intereses vitales de Estados Unidos como circunstancia justificante de la guerra. "Y nosotros y nuestros aliados en Europa y Jap¨®n", dec¨ªa Weinberger, " podemos vivir en un inundo en que un dictador absoluto ( ... ) tome el control del petr¨®leo que abastece nuestras econom¨ªas industriales, afecta a la tasa de inflaci¨®n y ayuda a mantener nuestro nivel de vida. Literalmente, nuestra supervivencia estar¨ªa en peligro". Es significativo que diga estoicamente supervivencia sin adjetivaci¨®n ni relativizaci¨®n alguna, como ser¨ªa decir modo de supervivencia o estilo de vida, etc¨¦tera.
P. ?Es s¨®lo una guerra econ¨®mica?
R. Al menos para una de las partes lo es casi por entero. Para Irak, quiz¨¢ la mezcla del elemento de soberbia y de dominaci¨®n, que tampoco falta en los norteamericanos, sea un ingrediente de m¨¢s peso. Algunos que acaban de enterrar definitivamente a Marx van a tener que desenterrarlo todav¨ªa m¨¢s deprisa. Porque el capitalismo, y en especial en sus ¨²ltimos pujos anarco-ultraliberales, es un callej¨®n sin salida que a m¨ª personalmente me aterra cada vez m¨¢s. El capitalismo se encierra en v¨ªas a las que se condena. La mal llamada econom¨ªa de consumo se distingue por producir no s¨®lo el producto, sino tambi¨¦n el consumidor, que es la funci¨®n de la publicidad.
P. En toda guerra hay culpables e inocentes, ?d¨®nde est¨¢n en esta ocasi¨®n?
R. Al comprometer la supervivencia del pa¨ªs -y en este caso supervivencia hasta el hambre-, Sadam Husein ha aceptado la interdependencia econ¨®mico-pol¨ªtica mundial, que supone de hecho sujetarse a la soberan¨ªa limitada. Rebelarse ahora contra esa interdependencia es una contradicci¨®n y le convierte en culpable.
P. ?C¨®mo juzga usted la reacci¨®n internacional ante el conflicto?
R. En lo que se refiere a Occidente, nada nuevo. La actitud es la que desde el renacimiento ha sido la propia de los blancos.
P. ?Ve usted matices de ¨ªndole racista en la reacci¨®n internacional? Los pa¨ªses ¨¢rabes tambi¨¦n han condenado la invasi¨®n de Kuwait
R. Los pa¨ªses ¨¢rabes est¨¢n muy diversamente comprometidos en la relaci¨®n de interdependencia mundial. Los que por no tener petr¨®leo o cualquier otra sustancia apetitosa para el blanco tienen al mis mo tiempo tan poco que esperar de ¨¦l, del blanco, como que temer. Hay racismo en determinados puntos personales de fricci¨®n; por ejemplo, 2.500 norteamericanos y 4.000 ingleses atrapados en Kuwait constituyen un reh¨¦n infinitamente m¨¢s valioso que el mismo n¨²mero de hombres de cualquier naci¨®n ¨¢rabe, o incluso argentinos, cuya blancura es total e indiscutible. Se mezcla aqu¨ª el racismo con una cuesti¨®n de pobres y ricos.
P. Espa?a ha mostrado su disposici¨®n a acudir al conflicto. ?C¨®mo juzga la posici¨®n espa?ola en este rompecabezas?
R. La pieza de Espa?a es tan irrelevante como una de esas piezas de azul celeste uniforme que forman el cielo del dibujo de los rompecabezas. En este asunto me parece que Espa?a es el ¨²ltimo mono,y me tiene sin cuidado.
P. ?Le tiene sin cuidado a usted que soldados espa?oles se vean involucrados en una guerra?
R. Hay 40 millones de espa?oles y millones de iraqu¨ªes; como, por tanto, en rigor te¨®rico, la probabilidad de que alguno de ellos me fuese m¨¢s querido o m¨¢s simp¨¢tico no es muy diferente, no veo por qu¨¦ habr¨ªa de preocuparme m¨¢s por unos que por otros. Lo ¨²nico que puedo decir a este respecto es que la presunci¨®n jur¨ªdica del actual r¨¦gimen espa?ol no parece compatible con una actitud del Gobierno que a los efectos no se sienta obligada a consultar a las C¨¢maras del Parlamento -y no s¨®lo a la diputaci¨®n permanente, sino al pleno- La actitud del Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez parece m¨¢s propia de una rep¨²blica presidencialista en el sentido m¨¢s fuerte de la palabra.
P. Usted es un hombre habitualmente airado con Espa?a y ¨²ltimamente ha guardado mucho silencio. ?Qu¨¦ le ocurre?
R. Lo que ocurre le ocurre a Espa?a, no me ocurre a m¨ª. En Espa?a vuelven de nuevo a desvanecerse casi por completo los asuntos para ser sustituidos por los nombres propios de persona. Nada me in tere,sa menos que los nombres propios.
?tica p¨²blica
P . ?Cree que uno de esos nombres pro pios, el llamado caso Guerra, no ha podido ser convertido en asunto y constituirse en el origen de un debate ¨¦tico?
R. A m¨ª me parece mucho m¨¢s importante la ¨¦tica p¨²blica, que comprende cuestiones tales como la fabricaci¨®n y venta de armamentos, pagados incluso con pr¨¦stamos de ayuda al desarrollo, como ha ocurrido por parte de Espa?a en los casos de Marruecos y Paquist¨¢n, las delirantes dimensiones de la publicidad, el despilfarro de fondos p¨²blicos para festejos, conmemoraciones y actos culturales como las universidades de verano, verdaderos centros de incultura, as¨ª como otras aberraciones parecidas. Ciertamente, los casos de deshonestidad personal pueden entrelazarse con esta especie de mafia le gal, tal y como parece que ocurre en el caso de la inminente destrucci¨®n definitiva de Do?ana, pero lo que me importa es el da?o p¨²blico, no el pecado personal. Si la deshonestidad fuese tan ¨ªntima como hacerse una paja, me tendr¨ªa completa mente sin cuidado, pero la gente aprecia m¨¢s la paja en el ojo ajeno.
P. ?Qu¨¦ le irrita de los espa?oles?
R. Es que me irritan lo mismo los italianos o los franceses o los ingleses o los alemanes. E incluso los ¨¢rabes.
P. ?Cu¨¢l es el objeto de su rechazo?
R. La cultura de la victoria.
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