El env¨ªo de los barcos
LA DECISI?N est¨¢ tomada. Ahora se trata de que la acci¨®n espa?ola en el Golfo se desarrolle en las mejores condiciones posibles, en una coyuntura que cada d¨ªa se hace m¨¢s compleja y amenazadora. Hab¨ªamos juzgado en estas columnas que la solidaridad espa?ola con la movilizaci¨®n internacional para poner fin a la agresi¨®n de Sadam Husein se hab¨ªa manifestado de manera suficientemente clara, sin necesidad de completarla con el env¨ªo de unidades de nuestra flota. A todas luces, la evoluci¨®n de los acontecimientos, con la escalada de provocaciones y amenazas del dictador iraqu¨ª -orden de cierre de las embajadas en Kuwait, utilizaci¨®n de los extranjeros c¨®mo parapetos humanos- ha aconsejado al Gobierno la decisi¨®n, compartida en el seno de la Uni¨®n Europea Occidental (UEO) con otros pa¨ªses europeos, de que una fragata y dos corbetas espa?olas se unan a los nav¨ªos de numerosas nacionalidades que est¨¢n en el Golfo o sus proximidades para respaldar la resoluci¨®n de la ONU decretando el embargo contra Irak.Se trata de una decisi¨®n sumamente seria en un momento cargado de peligros. Ser¨ªa absurdo ocultarlo. Por eso mismo, el Gobierno tiene la obligaci¨®n de explicar claramente a la opini¨®n p¨²blica las razones que le han llevado a tomarla. Una opini¨®n p¨²blica que es reacia, en principio, a una presencia naval que muchos interpretan como una simple incorporaci¨®n, a una operaci¨®n que EE UU est¨¢ realizando para defender sus propios intereses econ¨®micos o pol¨ªticos. El Gobierno tiene argumentos para demostrar que no es as¨ª. Pero debe contar con la opini¨®n y con los partidos en una medida mayor de lo que ha hecho hasta aqu¨ª. Ser¨¢ dif¨ªcil que los espa?oles se convenzan de la necesidad de que nuestros barcos vayan al Golfo si no queda claro que tal operaci¨®n tiende no a preparar una guerra, sino a hacer los m¨¢ximos esfuerzos, en el marco de la ONU, para que sanciones econ¨®micas eficaces demuestren a Sadam Husein que sus planes han fracasado y que debe buscar una salida negociada.
Para aumentar la eficacia del embargo y de la presi¨®n disuasoria sobre Sadam Husein es plausible que convenga una participaci¨®n lo m¨¢s amplia posible del mayor n¨²mero posible de pa¨ªses europeos al lado de pa¨ªses ¨¢rabes, como Egipto, Marruecos y Sitia, y de Estados Unidos. En todo caso, la decisi¨®n adoptada por el Ejecutivo es una de las m¨¢s serias que ha tomado un Gobierno espa?ol desde hace mucho tiempo. Por ello, cabe pensar que ha sopesado las diversas opciones y que ha zanjado partiendo de criterios muy fundados. A diferencia de otros pa¨ªses, como Italia, una decisi¨®n previa del Parlamento no ha sido precisa para que se inicie el movimiento de los buques. Pero una vez la decisi¨®n tomada, el respaldo que los marinos espa?oles desplazados tienen derecho a esperar de sus conciudadanos exige un conocimiento m¨¢s completo por parte de ¨¦stos de las razones de la decisi¨®n. Ya resulta incomprensible que todav¨ªa no se haya reunido ni siquiera el Gobierno en cuanto tal. Mas lo ser¨ªa que no fuera convocado de inmediato un pleno del Parlamento para conocer de la decisi¨®n del Ciabierno.
Por otra parte, es preciso alejar toda ambig¨¹edad sobre las instrucciones concretas que deber¨¢n aplicar los barcos espa?oles. El presidente Gonz¨¢lez dijo con toda claridad en Rabat que Espa?a era contraria a la aplicaci¨®n de un bloqueo, es decir, de medidas de guerra por los barcos que patrullan en el Golfo. Su interpretaci¨®n coincid¨ªa con la del secretario general de la ONU, y discrepaba netamente de la de George Bush. Desde entonces la ONU no ha tomado ninguna decisi¨®n. ?Ha cambiado la opini¨®n del presidente Gonz¨¢lez a este respecto? ?Acepta ahora Espa?a la aplicaci¨®n de medidas de bloqueo, de fuerza, seg¨²n el criterio que la UEO parece haber adoptado en la reuni¨®n de Par¨ªs? Ser¨ªa un cambio grav¨ªsimo, ya que aplicar un bloqueo fuera de las decisiones de la ONU romper¨ªa la unanimidad que se ha logrado hasta ahora en el Consejo de Seguridad contra la agresi¨®n iraqu¨ª. Esa unanimidad es fundamental, tanto por su efecto disuasorio sobre Sadam Husein como para que el embargo sea m¨¢s eficaz.
?Ser¨ªa rentable aplicar medidas de fuerza al margen de la ONU y alejar as¨ª de la acci¨®n colectiva general a pa¨ªses que ya se han comprometido en ella como la propia Uni¨®n Sovi¨¦tica? Por eso conviene tener absoluta claridad sobre las instrucciones que los nav¨ªos espa?oles van a cumplir. Aunque la decisi¨®n de su env¨ªo se haya tomado simult¨¢neamente con la reuni¨®n de la UEO, est¨¢ claro que para la opini¨®n espa?ola la ¨²nica raz¨®n v¨¢lida ante una iniciativa de esa magnitud es que se trata de reforzar una resoluci¨®n de la ONU.
Dicho esto, y no siendo Espa?a miembro del Consejo de Seguridad, tenemos caminos para pedir que ¨¦ste, a la luz de los resultados obtenidos con las medidas decididas hasta ahora, y ante la escalada de la brutalidad del dictador de Bagdad, sobre todo contra los extranjeros, adopte medidas m¨¢s en¨¦rgicas, y concretamente el paso del art¨ªculo 41 de la Carta -en cuyo marco se sit¨²a el embargo- al art¨ªculo 42, que prev¨¦ medidas militares y concretamente el bloqueo.
Aunque EE UU realiza un enorme esfuerzo militar, y su posici¨®n es decisiva para impedir un ataque contra Arabia Saud¨ª y otros pa¨ªses de la zona, el problema hoy no es ayudar a preparar una guerra de EE UU contra Irak para derribar a Sadam Husein. Si de eso se tratase, Espa?a no tendr¨ªa nada que hacer en el Golfo, ni tampoco otros pa¨ªses europeos. Pero el car¨¢cter universal de la actual acci¨®n internacional s¨®lo resultar¨¢ evidente, a los ojos de la opini¨®n p¨²blica, si la ONU asume cada vez m¨¢s el mayor protagonismo; si se convierte en el centro de las decisiones. Y tambi¨¦n de las operaciones conjuntas de sus miembros.
De ello dimana la otra pregunta suscitada por el env¨ªo de los barcos: ?c¨®mo se va a realizar su coordinaci¨®n con los otros nav¨ªos que operan en la zona? Resulta obvio, por lo dicho m¨¢s arriba, que la mejor soluci¨®n es que todas las flotas en el Golfo pasen bajo la bandera de la ONU, y que el Estado Mayor adjunto al Consejo de Seguridad -tomando las medidas precisas en una eventualidad tan especial como la presente- se encargue de las imprescindibles coordinaciones, lo que dar¨ªa incluso una bandera com¨²n a las diversas flotas. Esa soluci¨®n ser¨ªa la ¨®ptima, pero entretanto la ONU no se pronuncie,al respecto, parece dudoso que ese comit¨¦ ad hoc anunciado ayer en Par¨ªs -y que estar¨¢ integrado por representantes de los ministerios de Exteriores y Defensa de los nueve pa¨ªses de la UEO- sea capaz de coordinar eficazmente buques que, por una parte, seguir¨¢n "bajo su mando nacional respectivo" y, por otra, actuar¨¢n en zonas bastante alejadas entre s¨ª. Y s¨ª esa coordinaci¨®n no resulta efectiva, ser¨¢ dificil evitar la impresi¨®n de que nuestros barcos aparezcan como simples agregados a la flota m¨¢s poderosa de las reunidas en el Golfo, es decir, la de Estados Unidos.
La autonom¨ªa, a la que el presidente Gonz¨¢lez ha aludido en varias ocasiones, es fundamental no s¨®lo para que la misi¨®n de nuestros barcos quede fuera de toda duda, sino tambi¨¦n para que el papel pol¨ªtico de Europa, con una capacidad de di¨¢logo con el mundo ¨¢rabe que no tiene EE UU, pueda desarrollarse al m¨¢ximo en unos momentos en que, al lado del embargo y de la disuasi¨®n militar contra Irak, tambi¨¦n es decisivo buscar caminos pol¨ªticos de presi¨®n y de contacto que permitan preparar una salida del confficto que no sea una guerra espeluznante. La entrevista entre el rey Hassan II -que tiene ideas propias sobre c¨®mo avanzar hacia una negociaci¨®n- y Felipe Gonz¨¢lez es un ejemplo importante. Pero no puede ser una acci¨®n aislada.
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