La flotilla espa?ola parte rumbo al Golfo
La fragata Santa Mar¨ªa zarp¨® ayer a las 12.23 de Rota (C¨¢diz) en medio de emotivas escenas de despedida de los familiares de la tripulaci¨®n. Cuatro barcos de guerra espa?oles atracados all¨ª la despidieron con insistentes toques de sirena. Minutos antes, en Cartagena, los marineros, en la cubierta de las corbetas, agitaban sus gorras. Los familiares les saludaban entre l¨¢grimas y alg¨²n desmayo. Eran las doce de la ma?ana en el muelle de La Curra. Las corbetas Descubierta y Cazadora, con 136 y 139 hombres a bordo, respectivamente, zarpaban con rumbo al mar Rojo para incorporarse tambi¨¦n a la fuerza multinacional que impondr¨¢ el embargo a Irak.
La fragata Santa Mar¨ªa, que lleva una tripulaci¨®n de 224 marineros, se encontrar¨¢ hoy en aguas el golfo de C¨¢diz con las corbetas Cazadora y Descubierta. Hoy, las tres unidades lanzar¨¢n cada una un misil antia¨¦reo en el pol¨ªgono de tiro de la bah¨ªa de C¨¢diz emprender¨¢n viaje juntas hacia a zona del Golfo.La primera escala de estas unidades, para repostar y proveerse de alimentos, ser¨¢ dentro de "cuatro o cinco d¨ªas en la isla de Creta", seg¨²n inform¨® Antonio Cea, jefe accidental del Estado Mayor de la flota.
Poco despu¨¦s de las 11.00 horas, la dotaci¨®n de la Santa Mar¨ªa recibi¨® ¨®rdenes de embarcar, con objeto de comprobar si la misma estaba al completo. El almirante jefe de la Flota, Pedro Regalado, fue recibido con honores en la Santa Mar¨ªa sobre esa hora. Previamente, hab¨ªan llegado Jos¨¦ Carlos P¨¦rez Moreno, jefe de la 41? Escuadrilla de Esolta; Jorge Calvar, almirante del Grupo Aeronaval de Combate, y Francisco Mart¨ªn, almirante jefe de la base de Rota.
Nada m¨¢s llegar el almirante Regalado, todos los oficiales y suboficiales se desplazaron a la tropa de la fragata, desde la que ¨¦ste pronunci¨® un breve discurso. El almirante ensalz¨® Ios valores morales y espirituales de la Armada espa?ola, agradeci¨® a la tripulaci¨®n "su valent¨ªa" y les anim¨® a "cumplir las instrucciones encomendadas".. Record¨® que el objetivo de la misi¨®n "es pac¨ªfico" y coherente con "el bloqueo comercial adoptado por la ONU contra Irak".
"Que me escribas, hijo, que me escribas", gritaba con los ojos enrojecidos y lagrimosos Francisca Su¨¢rez, madre del recluta granadino Alberto Rodr¨ªguez. Alberto es uno de los 78 marineros embarcados en la Santa Mar¨ªa que presta el servicio militar.
Tras el discurso, dos remolcadores de la Armada espa?ola se acercaron hasta la Santa Mar¨ªa para ayudarla a salir de la bocana del puerto de Rota. El portaaeronaves Pr¨ªncipe de Asturias fue el primero que hizo sonar su sirena de despedida. Probablemente lo hicieron, casi al un¨ªsono, la fragata Victoria y los buques de transporte Castilla y Arag¨®n, tambi¨¦n atracados en Rota. En ese momento, algunos familiares, mientras sonaba la m¨²sica militar que se difund¨ªa a trav¨¦s de los altavoces del Pr¨ªncipe de Asturias, comenzaron a dar palmas y a mover de un lado a otro pa?uelos blancos.
En Cartagena, los marineros recogieron las estachas que amarraban los buques a tierra. Era la hora de partir. Poco antes, las tripulaciones de las dos corbetas hab¨ªan escuchado las palabras del jefe de la Zona Mar¨ªtima del Mediterr¨¢neo, almirante Garc¨ªa de Lomas, que ley¨® un mensaje del Rey. El representante gubernamental de mayor rango fue la delegada del Gobierno en Murcia, Concha S¨¢ez.
Un millar de familiares
Cerca de un millar de familiares se hab¨ªan congregado en el recinto de la base naval para despedirse de los tripulantes. A las 12.00 horas, zarp¨® la corbeta Descubierta. Luego lo hizo la Cazadora. Los remolcadores del puerto lanzaron chorros de agua como despedida e hicieron sonar sus sirenas. En el muelle, aplausos, saludos y l¨¢grimas. Madres y novias lloraban sin recato.Los buques se alejaron tras cruzar entre los faros La Curra y Navidad. En tierra, estall¨® la pena. Varias madres sufrieron ataques de histeria y alg¨²n desvanecimiento. "Es mi ni?o. Me lo han quitado. Quiero que me lo devuelvan", gritaba una mujer mayor. A partir de las 10.00 horas, padres, hermanos, novias abuelos y amigos se hab¨ªan dispersado por el muelle en busca de su marinero. La familia se aferraba al chico en cuanto lo encontraba y comenzaban un paseo nervioso, con paradas frecuentes y alg¨²n intento de conseguir los refrescos ofrecidos por la Armada. Las madres se aplicaban en las ¨²ltimas recomendaciones -"ten cuidado, hijo"- y alg¨²n padre pragm¨¢tico met¨ªa 5.000 pesetas en el bolsillo del chaval uniformado.
"Esto es como unas maniobras cualquiera", dec¨ªa un teniente de nav¨ªo. "Estamos algo nerviosos, pero tranquilos. Yo no me siento preparado", aseguraba Antonio Escriv¨¢, cabo de reemplazo. Por su parte, el comandante de la Descubierta, capit¨¢n de corbeta Juan Carlos Mu?oz Delgado, dec¨ªa: "No existe seguridad absoluta ante cualquier agresi¨®n. La infalibilidad humana no existe, pero tengo un barco moderno, perfectamente preparado, y no voy a dudar en hacer lo que tengo que hacer".
Eduardo Mu?oz paseaba solo y silencioso. Este cabo de Barcelona se sent¨ªa "un poquillo deprimido". Nadie hab¨ªa ido a decirle adi¨®s. "Lo peor es que mis padres ni saben que me voy; est¨¢n de vacaciones y se me ha perdido el tel¨¦fono". Eduardo, de 19 a?os, no ha navegado nunca.
Junto a la barandilla que la separaba del barco, Tere Moreno lloraba sin consuelo. Su marido, cabo, part¨ªa. M¨¢s animosa se mostraba To?i, esposa de un suboficial. "La procesi¨®n va por dentro". Su peque?o hijo, Christian, no paraba de decir con media lengua: "Ay¨®, pap¨¢".
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