M¨¢s que un error
LA FRAGATA y las dos corbetas espa?olas llevan tres d¨ªas navegando por el Mediterr¨¢neo. Y, sin embargo, el Gobierno parece a¨²n empe?ado -como se reflej¨® ayer en la diputaci¨®n de las Cortes- en retrasar la hora en que tendr¨¢ que comparecer ante los representantes parlamentarios para dar una explicaci¨®n completa de una decisi¨®n de primera importancia y que ha causado tanto desconcierto en la opini¨®n p¨²blica. Desconcierto explicable tanto por una coyuntura internacional cargada de amenazas como por lo novedoso de una presencia espa?ola en operaciones navales conjuntas en zonas lejanas a nuestro territorio. Al dar la sensaci¨®n de que reh¨²ye una explicaci¨®n parlamentaria de un problema tan candente, el Gobierno tira piedras sobre su tejado.La actitud del Gobierno ante la agresi¨®n iraqu¨ª ha sido sustancialmente correcta. Espa?a ha estado a la altura de su papel internacional, aplicando las resoluciones de la ONU. Y, en un momento dado, ha aportado tres barcos, junto a otros pa¨ªses europeos, para dar efectividad al control estricto del embargo dictado por el Consejo de Seguridad. Pero la decisi¨®n de enviar los barcos no pod¨ªa dejar de sembrar dudas en amplios sectores de la opini¨®n p¨²blica. Lo peor que pod¨ªa hacer el Gobierno era dar la impresi¨®n de que se sent¨ªa cohibido. Cuando se toma una decisi¨®n as¨ª, hay que hacerlo con una reuni¨®n plenaria del Gobierno y con la solemnidad propia de una opci¨®n que compromete intereses de. Estado. Ese procedimiento defectuoso ha estimulado la aparici¨®n de comentarios centrados en aspectos secundarios, olvidando que la defensa del orden jur¨ªdico internacional, que la ONU encarna, es una obligaci¨®n que Espa?a debe asumir, aunque cueste sacudir ciertas rutinas mentales.
?Obligaba la Constituci¨®n al Gobierno a obtener un voto del Congreso antes de enviar los barcos? ?Han recibido los dirigentes de los partidos una informaci¨®n suficiente del Ejecutivo? No son ¨¦sos los temas en cuesti¨®n. Aun admitiendo la validez de las razones del Gobierno en esos puntos, queda en pie lo esencial: Felipe Gonz¨¢lez ha cometido un serio error pol¨ªtico -quiz¨¢ porque la crisis del Golfo vino a perturbar una reflexi¨®n centrada en otros menesteres- al no considerar que la decisi¨®n del env¨ªo de los barcos necesitaba una explicaci¨®n pol¨ªtica al m¨¢s alto nivel, es decir, dada por ¨¦l mismo y ante el Parlamento. Al errar en el procedimiento" el Gobierno ha reforzado el argumento de sus adversarios, en el sentido de que Espa?a act¨²a por presiones externas.
El Gobierno no puede desconocer que existen sectores de la opini¨®n espa?ola particularmente sensibles a la idea de que nuestra pol¨ªtica exterior est¨¢ mediatizada por lo que se decide en Washington. Sin embargo, en este caso, un argumento esencial para el env¨ªo de los barcos consiste precisamente en que el respaldo a la decisiones de la ONU en el Golfo no debe ser exclusivamente norteamericano. En la medida en que los pa¨ªses europeos est¨¦n presentes, habr¨¢ mayor peso para que las soluciones finales de la crisis tengan en cuenta no s¨®lo los objetivos de EE UU, sino una concepci¨®n europea m¨¢s flexible, m¨¢s abierta a la colaboraci¨®n de los pa¨ªses ¨¢rabes, m¨¢s propensa a soluciones pol¨ªticas, por supuesto, sobre la base de la exigencia de la ONU de la retirada de Irak de Kuwait.
Ya que hacemos lo posible por ser europeos en todos los terrenos, ?por qu¨¦ somos diferentes cuando se trata de aplicar los m¨¦todos de un gobierno parlamentario? Francia, Italia, Alemania Occidental han tenido reuniones del Parlamento -convocadas especialmente por los respectivos primeros ministros- sobre la crisis del Golfo. En cambio, en Espa?a, s¨®lo cuando se reanuden las sesiones ordinarias "no se descarta que hable el presidente". Con esa actitud mezquina, el ministro Virgilio Zapatero se ha opuesto en la comisi¨®n permanente a una propuesta de Izquierda Unida y del Grupo Mixto, cuya aceptaci¨®n s¨®lo beneficios hubiese reportado al prestigio del Gobierno.
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