Allende y el dif¨ªcil equilibrio de Patricio Aylwin
Los funerales del ex presidente chileno, el socialista Salvador Allende, 17 a?os despu¨¦s de su suicidio en el palacio de La Moneda, el d¨ªa del golpe militar que dirigi¨® el general Augusto Pinochet, pusieron de manifiesto que las heridas de la reciente historia chilena siguen abiertas. Los actos fueron tambi¨¦n una prueba dif¨ªcil para el presidente Patricio Aylwin. El que Pablo Neruda llam¨® "cad¨¢ver inmortal" fue un cad¨¢ver inc¨®modo para todos.
Un primer balance de los funerales y actos celebrados este martes en Santiago deja abiertas varias interrogantes de importancia para el futuro de la transici¨®n pol¨ªtica chilena. En el lado positivo hay que contabilizar que los actos se celebraron sin incidentes de importancia. Unas docenas de detenidos, retenidos m¨¢s bien, por un cuerpo de carabineros, que todav¨ªa reacciona con los reflejos adquiridos en los 17 a?os de dictadura, no significan nada, cuando se tem¨ªan acciones violentas de los grup¨²sculos ultraizquierdistas que todav¨ªa siguen en la lucha armada.Otro aspecto positivo es la reparaci¨®n recibida por Allende y su familia. Tanto el cad¨¢ver del presidente, como su familia, hab¨ªan sido tratados de forma miserable por la dictadura. El funeral, no de Estado, pero solemne, significa una reparaci¨®n justa.
El problema m¨¢s dif¨ªcil del funeral le tocaba resolverlo al presidente Aylwin. En los d¨ªas del gobierno de Allende y la Unidad Popular, Aylwin, desde la presidencia del Senado y de su partido despu¨¦s, encabez¨® el sector de la democracia cristiana que, de hecho, con su actuaci¨®n, propici¨® el golpe de Pinochet. Pinochet, el general gol pista, sigue al frente del Ej¨¦rcito y Aylwin gobierna con una coalici¨®n donde se entremezclan los adversarios de hace 17 a?os, democristianos con pol¨ªticos procedentes de la UP.
La derecha chilena y un general retirado, contra quien ha sido abierto un sumario judicial, acusaron a Aylwin de hipocres¨ªa, por participar en el funeral de su adversario pol¨ªtico Allende. Aylwin corr¨ªa adem¨¢s el riesgo de desencadenar la ira de Pinochet y los militares. El presidente chileno opt¨® por dar la cara y presidir ceremonia en la catedral y pronunciar el discurso final a las puertas del cementerio de Santiago. La cuadratura del c¨ªrculo pol¨ªtica, satisfacer a la izquierda y los allendistas y no irritar a Pinochet, era imposible de resolver. Por eso el discurso de Aylwin estuvo acompa?ado de los silbidos y abucheos de los que sin duda recordaban al pol¨ªtico que en 1973 incit¨® al golpe. Opt¨® Aylwin por reconocer las diferencias del pasado y se pas¨® tal vez cuando insisti¨® en que volver¨ªa a hacer lo mismo en las mismas circunstancias de 1973. Esto irrit¨® a los allendistas, pero Pinochet y los militares ya se hab¨ªan tragado su porci¨®n de sapo.
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