El espejismo de Manzanares
La entrega de Manzanares al principio de su faena al noble cuarto bicho, r¨¢pidamente merm¨® en espejismo. Cuando m¨¢s centrado estaba toreando, ech¨® por la calle de en medio, entr¨® a matar, y dej¨® al cotarro con la miel en los labios.Sali¨® decidido y brill¨® su casi olvidado arte en series en redondo con enjundia y hasta ligaz¨®n. Su enemigo era el so?ado para bordar el toreo y el p¨²blico esperaba la grandeza de los naturales. Pero se encontr¨® con la peque?a torer¨ªa del alicantino, que con la col¨® demudada dijo que ya estaba bien. Las ca?as se tornaron en lanzas y la inquina de los espectadores se justificaba de sobra. Lo que no se justifica es la forma en que fue despedido, a almohadillazos. En su primero estuvo ap¨¢tico y desconfiado.
N¨²?ez / Manzanares, Dom¨ªnguez, Joselito
Toros de Carlos N¨²?ez y 5? de Osborne Domecq, bien presentados, flojos y manejables. Jose Mari Manzanares: pitos; bronca. Roberto Dom¨ªnguez: oreja; ovaci¨®n. Joselito: ovaci¨®n; palmas. Plaza de Albacete, 11 de septiembre. Tercera corrida de feria. Lleno.
Roberto Dom¨ªnguez abandon¨® sus actuaciones a medio gas para volcarse en intentar torear. Casi lo logr¨® en el segundo, al que recibi¨® con templadas ver¨®nicas. Luego extrajo de las pocas fuerzas del animal bellos muletazos, aunque a veces hubiera m¨¢s pavoneo que fuste. El boom final fue el numerito del descabello, que provoc¨® una explosi¨®n de j¨²bilo d¨¦ los tendidos y le gan¨® la oreja.
Joselito recibi¨® al tercero con ver¨®nicas de manos bajas. Adorn¨® su natural facilidad para torear con pases ortodoxos y hasta tremendistas, pero ante un morlaco de gran presencia y astifino. Se atrac¨® al segundo intento con la tizona, pero ¨¦sta qued¨® baja, y el presidente, pese a que bat¨ªan tantos pa?uelos como en el anterior toro, deneg¨® el trofeo. Al derrengado quinto le hizo Dom¨ªnguez una faena sin relieve porque no cab¨ªa otra opci¨®n con semejante y blanda chochona. Al peligroso sexto Joselito lo despach¨® con dignidad.
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