Spike Lee retrata el jazz como forma de vida
Hab¨ªa fundada expectaci¨®n ante Mo'better blues, tercera pel¨ªcula del singular pantera negra del cine neoyorquino Spike Lee, pues el ¨¦xito mundial de su Haz lo que debas est¨¢ todav¨ªa vivo Y coleando. No defraud¨®, aunque tampoco entusiasm¨®. La pantera sigue siendo negra, pero se le escapan de la pantalla algunos tintes, no blancos, pero s¨ª rosas. La riera, algo domesticada, nos introduce en el universo cotidiano del jazz considerado como forma de vida y como hoguera donde arden acordes musicales y caracteres humanos. Cerr¨® la sesi¨®n un rid¨ªculo filme del italo-californiano Peter dal Monte, de esos que genera la terrible solidaridad de la verg¨¹enza ajena. La espa?ola Rosa Verg¨¦s present¨® con ¨¦xito su Boom boom en la Semana de la Cr¨ªtica.
El radical Spike Lee baj¨® esta vez la guardia en su combate contra las leyes no escritas (o escritas con tinta invisible en los entrelineados de los c¨®digos de su pa¨ªs, y de todos los pa¨ªses occidentales) que sancionan el dominio de la raza blanca sobre la suya. Perece en Mo'better blues haberse dado a s¨ª mismo un respiro, un asalto blando de tanteo que le permita reponer energ¨ªa agresiva para la siguiente fase de su pelea.Alguien defini¨® al blues como el lamento de un hombre que est¨¢ solo y que lo pasa mal. Es este hermoso estilo de canto, o tal vez esta hermosa queja solitaria, un modelo inimitable de tragedia contempor¨¢nea, hecha con dolores, alcoholes baratos, sombras y ritmos, y compuesta en el delicado pentagrama de un sufrimiento viejo, heredado, que todav¨ªa circula por las arterias de un pueblo oprimido. Una tragedia, es decir, un modelo supremo de las leyes de la armon¨ªa. Pero a Spike Lee se le han cruzado los cables de su bien probada sensibilidad y ha confundido tragedia con melodrama, error en el que parad¨®jicamente no incurri¨® el superblanco Clint Eastwood en Bird, la magn¨ªfica y generosa Bird.
Una verdadera tragedia, y por consiguiente un verdadero blues requiere potencia m¨ªtica, aire de leyenda. En Bird exist¨ªa esta potencia po¨¦tica superior y ancestral, pero no en Mo`better blues, que es tan s¨®lo un melodrama, un drama que no sobrepasa el estadio sentimental y que no alcanza tonalidades tr¨¢gicas. La cr¨ªtica neoyorquina -tal vez porque le ten¨ªa guardada una animadversi¨®n contenida, a causa del triunfo de sus pel¨ªculas de militancia negra radical- ha sido casi un¨¢nime en su dureza contra Spike Lee. Sin embargo, aqu¨ª, lejos del ring de las malas calles de Brooklyn, esta animadversi¨®n parece injustificada, cuando no arbitraria.
Virtudes parciales
Mo'better blues no es una pel¨ªcula perfecta ni profunda, pero tiene virtudes parciales innegables: tipos perfectamente construidos, como el que interpreta el propio cineasta y el inefable correveidile puertorrique?o; y escenas aisladas, muchas, que no s¨®lo reafirman el talento de Lee, sino que evidencian progresos en su b¨²squeda de un estilo propio, adem¨¢s de un afinamiento en su oficio.
El filme de Spike Lee (un "de" esta vez oportuno, pues es escritor, productor, director e int¨¦rprete del filme) fue la cara de la jornada de ayer. La cruz, ?y qu¨¦ cruz!, lleg¨® inmediatamente despu¨¦s con un asombroso engendro del cineasta -es un decir, a tenor de lo visto ayer- italo-californiano Peter dal Monte, fabricante de un seudofilme cuyo t¨ªtulo podr¨ªa traducirse como "Trozos de vidas amorosas", aunque m¨¢s preciso ser¨ªa hablar de "destrozos", pues es dif¨ªcil -hay que llamarse Liliana Cavani o Franco Zeffirelli para superarlo- toparse con una colecci¨®n de cursiler¨ªas y banalidades con aires de cosa trascendental mayor y con menos desperdicio que el de estos "destrozos", que levantaron oleadas de risas zumbonas en la Sala Perla.
Rosa Verg¨¦s, la cineasta catalana directora de Boom boom, es Orson Welles y Billy Wilder juntos comparada con Dal Monte. Su m¨¢s que bonita comedia (que inexplicablemente fue ignorada por el p¨²blico madrile?o tras su ¨¦xito en Barcelona) est¨¢ a distancias astron¨®micas por encima de los antedichos "destrozos" y no s¨®lo eso: tambi¨¦n por encima de la media del concurso oficial de la Mostra. Pero la miop¨ªa nacionalista y el puro y simple dinero han relegldo a este ejemplo de buen cine espa?ol al consuelo de la Semana de la Cr¨ªtica, fuera de los grandes escaparates del Palazzo, atestados de una mala bisuteria que cierra el paso a metales cinematogr¨¢ficos, que todav¨ªa los hay, y este es un caso.
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