Par¨ªs-Bagdad, relaciones peligrosas
ENVIADO ESPECIALA Jean-Pierre Chev¨¦nement, ministro de Defensa del Gobierno socialista franc¨¦s le ha tocado jugar este a?o, a causa de la crisis del Golfo, un papel inquietante. Hace ocho meses se entrevist¨® en Bagdad con el presidente iraqu¨ª, Sadam Husein, para reanudar la venta de armas francesas, interrumpida desde 1988. Ayer, en cambio, en Arabia Saud¨ª, se dedic¨® a preparar la llegada del nuevo contingente militar enviado por Francia al Golfo ante un eventual conflicto armado con Irak. Ese papel fugazmente estelar del ministro resume algunas de las paradojas existentes en las relaciones mantenidas en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas entre ambos pa¨ªses, y que ahora se han tornado relaciones peligrosas.
Las decisiones adoptadas el pasado s¨¢bado por el presidente franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand -env¨ªo de nuevas fuerzas militares al Golfo, expulsi¨®n de personal de la Embajada iraqu¨ª, entre otras-, cuentan con el acuerdo expl¨ªcito de casi todos los grupos pol¨ªticos franceses, con la excepci¨®n de los reparos planteados por el comunista Georges Marchais y las cr¨ªticas del ultraderechista Jean-Marie le Pen. Esta actitud casi un¨¢nime ante las acciones de Bagdad tiene la partic¨²laridad de estar sostenida por los mismos dirigentes que hasta hace muy poco apostaban por el l¨ªder iraqu¨ª, guiados por razones diferentes, pero enlazados en una asombrosa continuidad de m¨¢s de 20 a?os.
Cuando la figura de Sadam Husein era vista por sectores de la derecha francesa como el De Gaulle del mundo ¨¢rabe, su amigo personal y entonces primer ministro gaullista Jacques Chirac pon¨ªa las bases (en 1974) para una colaboraci¨®n pol¨ªtica entre Par¨ªs y la ex colonia brit¨¢nica que permiti¨® a las industrias de armamento francesas alimentar negocios millonarios con un pa¨ªs como Irak, emergente en la zona del Golfo y poseedor de recursos para alimentar un,considerable poder¨ªo militar. En especial ante la presencia de Israel.Central nuclearA mediados de los a?os setenta, adem¨¢s, Francia construy¨® la central nuclear iraqu¨ª de Osirak (en Tammuz, cerca de Bagdad), que fue destruida en 1981 por un bombardeo de la aviaci¨®n israel¨ª. La central no se reconstruy¨® entonces, pero el lobby iraqu¨ª en Par¨ªs ya estaba asentado, y, pese a la llegada al poder de los socialistas de Frangois Mitterrand, mantuvo'su influencia. Y a causa de la guerra iniciada en 1980 entre Ir¨¢n e Irak pudo acrecentarla.
Sadam Husein no fue visto ya como un De Gaulle ¨¢rabe, sino como el presidente laico que pod¨ªa servir de freno a la entonces creciente influencia integrista de Ir¨¢n. Los socialistas se inclinaron claramente en favor de Bagdad en el conflicto. Sobre este cauce, resultante de un an¨¢lisis pol¨ªtico y diplom¨¢tico, las empresas de armamento, como Thompson, Dassault o Matra, llegaron a ocupar los primeros puestos en ventas de suministros militares entre 1981 y 1982, aprovechando un moment¨¢neo distanciamiento del entonces principal proveedor, la URSS.
Durante los ocho a?os que dur¨® la guerra, Francia vendi¨® el 20% del armamento utilizado por Irak, por un valor de 5.000 millones de d¨®lares; la URSS vendi¨® a Bagdad en ese mismo periodo, el 53%. Finalizada la guerra Ir¨¢n-Irak, en 1988, Bagdad deb¨ªa alrededor de 5.000 millones de d¨®lares a Francia.
Mitterrand, en la conferencia de prensa en la que anunci¨® las medidas de respuesta a la acci¨®n delas tropas iraqu¨ªes en la Embajada de Kuwait, hizo alusi¨®n a este pasado al se?alar su irritaci¨®n por la actitud iraqu¨ª respecto de un pa¨ªs como Francia que, dijo, "hab¨ªa contribuido a salvar a Irak" en la guerra contra Jomeini. A continuaci¨®n manifest¨® su voluntad de seguir conversando con Teher¨¢n, y sugiri¨® ir¨®nicamente que a Sadam Husein le costar¨ªa mucho trabajo convertir a Teher¨¢n en su aliado en esta coyuntura regional.
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