El rojo ti?e la tierra negra de Soweto
El suburbio de Johanesburgo, la zona m¨¢s sangrienta del planeta
El nivel de violencia incontrolable en los suburbios de Johanesburgo ha llevado ayer al dirigente africano Nelson Mandela a amenazar con una suspensi¨®n de las negociaciones constitucionales con el Gobierno de Pretoria. El Congreso Nacional Africano, que culpa al Gobierno de pasividad, considerar¨¢ hoy una posible ruptura de las negociaciones. Mientras, Soweto, suburbio de Johanesburgo, se ha convertido probablemente en la zona del planeta m¨¢s violenta y mort¨ªfera. En esta ciudad de poblaci¨®n negra ha corrido m¨¢s sangre que en Beirut.
En los barrios negros de los suburbios, pronunciar la palabra elbow, que en jerga barriobajera quiere decir vestido con una manta, como referencia a otros que llevan una cinta roja que se coloca sobre la frente, es el camino m¨¢s r¨¢pido para recibir un hachazo o una lanzada.Pasajeros de trenes o taxis, sin nada m¨¢s en su mente que volver tranquilamente a casa, al trabajo o asistir a un partido de f¨²tbol son acuchillados, tirot¨¦ados, golpeados y quemados hasta morir. La muerte encuentra a los negros en sus camas, en sus autom¨®viles, en las calles, puede llegar de d¨ªa o de noche, pero siempre llega sin ninguna raz¨®n.
Durante un mes de enfrentamientos en barrios como Vos loorus, Tembisa y Kagiso, en hoteles de Tladi y Nacefield, la temperatura ha subido en torno a los suburbios y ha marcado la cifra de 800 v¨ªctimas.
Las batallas que comenzaron como luchas pol¨ªticas y frustraciones de hombres cansados de que se les llamara patanes, de estar aislados en los p¨¢ramos, de vivir en hediondo barracones en las comunidades negras han recurrido a la venganza sangrienta. Los que, visten elbow atacaron a los que llevan la cinta roja en la frente, los que viven en los barracones atacan a los que viven en las casas del suburbio.
Un porqu¨¦ confuso
El porqu¨¦ de esta org¨ªa de sangre y muerte en Sur¨¢frica permanece confuso, las razones de las luchas son cosas diversas al simple deseo de venganza, lo que ha convertido a todo esto en algo de dif¨ªcil explicaci¨®n y soluci¨®n. Los grupos armados que asaltaron la semana pasa da lo s trenes que unen Johanesburgo con Soweto, acuchillando, disparando y dando muerte a algunas personas no dieron raz¨®n alguna de por qu¨¦ actuaban de esa manera con ataques tan demenciales.
Parece una guerra irreal porque al contrario de otros conflictos entre ellos y nosotros en el resto del mundo, de f¨¢cil identificaci¨®n entre combatientes, en los suburbios de Johanesburgo es dif¨ªcil identificar qui¨¦n es qui¨¦n.
Tladi sigue siendo uno de los sitios m¨¢s peligrosos del suburbio de Soweto. Docenas de personas han muerto en los combates entre los moradores de los barracones, la mayor¨ªa obreros emigrantes zul¨²es, y los residentes de Tladi.
Las calles no tienen letreros, pero mis gu¨ªas, Milton y Mark, me conducen sin vacilar por callejuelas hasta el coraz¨®n de Tladi. Al llegar a una barricada en Azor Wire, "no vayamos m¨¢s all¨¢", dice Milton, "detr¨¢s de esto hay camaradas muy duros". El t¨¦rmino duro significa aqu¨ª agresivo y peligroso.
Dos colegialas, Patricia y Rebeca, explican de una manera simple lo que est¨¢ ocurriendo. "El s¨¢bado, ellos aparecieron por la l¨ªnea del ferrocarril y se dedicaron a matar a todo el mundo. Ellos regresaron otra vez el domingo, pero nuestros hombres intentaron cruzar hacia el Mkuku (barriadas donde habitan los zul¨²es), pero la polic¨ªa se lo impidi¨® a tiros".
-?Qui¨¦nes son ellos?
-Inkhatas. S¨ª, por supuesto. Son inkhatas con su cinta roja.
-?Por qu¨¦ atacan?
-No lo s¨¦ -dice Patricia pero son muy numerosos. Todos los domingos grupos de inkhatas vienen desde Ulundi (capital pol¨ªtica de Kwazulu, donde el l¨ªder inkhata, Mangosuthu Buthelezi tiene sus oficinas) y nos atacan.
-?Por qu¨¦ dispara la polic¨ªa a los suyos?
-La polic¨ªa est¨¢ del lado de los inkhatas -dice Rebeca- Cuando nos atacan, les dejan hacer y nos disparan, a nosotros porque a la polic¨ªa la pagan los inkhatas como protecci¨®n.
En medio de la conversaci¨®n alguien grita ishaya, shaya! (palabra zul¨² que se?ala un ataque). Mis gu¨ªas y yo nos apresuramos a escondernos, mientras muchos hombres salen de todas partes, pero la calma llega tan s¨²bitamente como la alarma. Los ataques de los inkhatas han sido manipulados por "una tercera fuerza", una "mano misteriosa" que maneja grupos de ataque que usan armas autom¨¢ticas y granadas incendiarias. Hay muchos testimonios sobre misteriosos hombres blancos con el rostro cubierto en medio de las turbas inkhatas.
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