Dec¨¢logo para indeseables
El bar Hanoi impone un peculiar c¨®digo est¨¦tico para entrar al local
La defensa de este Hanoi copero y occidental, en la calle de Hortaleza, no se parece en nada a la' que debi¨® aprestar la capital vietnamita del mismo nombre, bombardeada durante una d¨¦cada. Sus armas son un cartel dorado en el umbral del bar, con errores gramaticales y todo. Un peculiar dec¨¢logo est¨¦tico -"pelo mal te?ido o coloreado" para ellas o ?"personas come tiendo improperios"?- justifica que a algunos los dejen en la puerta o los hagan pagar. El truco responde a la obligaci¨®n que tienen los locales que reservan el derecho de admisi¨®n de especificar los requisitos del indeseable.
"(Sic) Se reserva de el derecho de admisi¨®n a todas aquellas personas que vayan: Mal aseados, ebrios o dopados, personas que pretendan imponer su criterio por la fuerza, personas cometiendo improperios, personas que llamen la atenci¨®n por su vestimenta o color, cabellos largos y mal aseados en los hombres y mal te?idos o coloreado en las mujeres, personas que perteneciendo a un determinado sexo pretendan disimularlo, mala educaci¨®n, vendedores ilegales y grupos numerosos (sic)". Una nota advierte que tampoco podr¨¢ acceder el p¨²blico cuando se celebre una fiesta privada.
Nadie parece fijarse en el cartel -colocado en el lateral de una puerta- mientras dos porteros palmean la espalda de cuanta rubia escultural empaquetada en negro y/o vaqueros multiagujereados pasa por all¨ª. La versi¨®n masculina suele consistir en patilla moderna con cr¨¢neo al uno, generalmente embutida en ropas de dise?adores que garantizan que la patilla se ha gastado lo suficiente para ahorrarse las 2.000 pesetas por barba que les acaban de pedir a dos muchachos andaluces con pinta normalita. Ellos, uno estudiante, el otro cartero se marchan por donde han venido: "Nos dejaban pasar si pa g¨¢barnos", dice el cartero. "Lo que es lo mismo que no dejar nos entrar", dice el estudiante.
'Marujas' achispadas
Una concentraci¨®n de marujas achispadas con aire de venir de despedida de soltera pretende trapasar las puertas del templo: ".?Aqu¨ª ponen sevillanas?", dice la portavoz, de treinta y muchos, que anda escorada y lleva una falda vaporosa que chirr¨ªa con el peto vaquero cuidadosamente desgastado que luce el guardi¨¢n, "No". Con el mismo escoramiento vuelve a preguntar a los porteros que d¨®nde pueden dar palmas. Tras informarle, el di¨¢logo sigue: "Es que ¨¦ste -es un bar gay", miente el del peto, encaramado al primer escalon de la entrada ."?C¨®mo?". "Un bar gay, de homosexuales". "?Ah!, pues una es muy mujer, con todos los respetos". Y se larg¨®.
El due?o de Hanoi, Marcelo, le advierte al del peto, tras observar c¨®mo ha cobrado a una pareja endomingada: "Tienes que preguntarles si tienen tarjeta". El otro musita algo sobre el precio de la ropa que llevan y lo que les ha costado la entrada. "Tenemos el cartel porque nos obligan", fue la escueta informaci¨®n de Marcelo. Un aparcacoches asegura que la ropa deportiva de la que habla el cartel 'es el ch¨¢ndal" y que grupo "son 15 o 20 personas". "Una cosa es ser homosexual y otra ir de travestidos", explica un portero, preguntado por la posible discriminaci¨®n. Despu¨¦s prohibi¨® entrar a tres personas porque hab¨ªa "fiesta privada". La puntualizaci¨®n no hab¨ªa sido hecha a otros con vestimenta m¨¢s sofisticada.
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