La mujer descubre sus piernas
La Pasarela Cibeles muestra una ropa evocadora para el pr¨®ximo verano
Algunas de las modelos que desfilaron ayer en la inauguraci¨®n de la Pasarela Cibeles en Madrid luc¨ªan hombros escotados, el cuerpo embutido en un tubo recto y algo de detalle barroco en los cuellos y en los pu?os. Son como las postales de divas del Hollywood de los cincuenta. Las otras son hijas de Peggy Sue, rescatan los pa?uelos con motivos ecuestres que Chanel y Herm¨¦s pusieron de lujo y cambian los sint¨¦ticos estampados por sedas naturales. De arriba abajo son psicodelia pura. En los primeros desfiles que abrieron ayer la 121 edici¨®n del Sal¨®n Cibeles sonaron rocks antiguos, algo de Barry White, la rumba pop de Los Chunguitos y una canci¨®n de mel¨®dico italiano. Despu¨¦s lleg¨® el estilismo camale¨®nico: pesta?as postizas, eye liner y melenas crepadas y rectas con turbante en la frente, como las primeras chicas Bond, Elke Sommer o Melina Mercouri en Topkapi.Loewe abri¨® ayer de esta m¨¢nera la pasarela del Sal¨®n Cibeles. Las evocaciones dominaron su est¨¦tica, aunque el lujo democr¨¢tico fuera el m¨¢s sutil de los argumentos. "Es una ropa con clase", comentaban dos amigas a la salida del pase de moda. Y hablaban, sin saberlo, de esta cualidad que en moda es lenguaje abstracto pero que suele percibirse cuando adem¨¢s de la apariencia existe leyenda detr¨¢s del nombre. Loewe consig'ue que una mujer vestida con una camisola ancha, fruncida en la espalda, un pantal¨®n holgado y un gran pa?uelo, todo superpuesto, no parezca ni progre ni espont¨¢nea, sino, rica exquisita en su versi¨®n m¨¢s acertada del traje informal. Dijo Loewe que esta colecci¨®n para el pr¨®ximo verano hab¨ªa explorado en las ra¨ªces de las culturas de Espa?a, desde los arneses de los caballos de Jerez hasta los colores de Gaud¨ª del modernismo catal¨¢n. Lo dijo ante una primera fila de p¨²blico de honor; Joaqu¨ªn Leguina presidi¨® el desfile, y al otro lado estaban Nati Abascal, Carmen Mart¨ªnez Bordi¨², Rosario Nadal y Elena de Borb¨®n. Adem¨¢s de sus chaquetas con alarde de bordados sagaces en colores, de sus saharianas con mucho estilo y de las napas negras y ce?idas con botones dorados, Loewe inaugur¨® el nuevo vaquero. La diferencia consiste en que no se trata del tejano original, que Levy Strauss descubri¨® corno traje de trabajo, sino un tejano de nobuck, la piel de los noventa, con pespuntes y tachuelas en las que se imprime el sello de la marca.
No obstante, la piel fue como siempre el gran orgullo de Loewe. En ella cuajan las horas del trabajo artesano, los rompecabezas para inventar un nuevo corte de la pieza de cuero o, y el talante creativo para adornar esa materia-org¨¢nica con vainicas, tachuelas o el toque perturbador del strass, las piedras-joya incrustadas con orden minucioso encima de napa blanca.
El catal¨¢n Jordi Cuesta les coloc¨® a las modelos el ingenio en las piernas. La pasi¨®n por el short fue su propuesta m¨¢s insistente. En forma de minivestidos, con ray¨®n de topos blancos y negros, como mono corto abrochado en el pecho, al estilo de un cors¨¦, o el simple pantal¨®n corto formando aguas en relieve, dominaron una colecci¨®n en la cual el blanco se recupera como color de ciudad al lado de casta?as, rojos salmones y piedras.
El concepto de Jordi Cuesta parte de un sport urbano en el cual la funci¨®n no anula la coqueter¨ªa. Su punto de seda cae encima del cuerpo con vol¨²menes que son los propios, huyendo de falsos gui?os Y de estructuras gratuitas. Las faldas de los vestidos se desprenden con vuelo y cuentan con la versi¨®n de redondear, siempre en versi¨®n minimalista, alguna cadera. Cuesta tambi¨¦n abund¨® en las grandes rayas, coordinadas en verdes y crudos encima del lino.
Los detalles de la espalda como dibujos de ara?as recortados sobre la tela para dejar entrever la carne quisieron sellar car¨¢cter en su otra versi¨®n del h¨¢bito comercial en los modelos de Cuesta. El tobillo volvi¨® a ser, a modo fugaz, aquel s¨ªmbolo de feminidad de los locos a?os veinte en los cuales los se?ores con sombrero y bast¨®n espiaban a las damas en aquel instante bonito y torpe de escalar el primer eslab¨®n del tranv¨ªa. Las faldas largas de Jordi Cuesta s¨®lo ense?aban tobillo sandalia. Lo dem¨¢s pertenec¨ªa a la gracia de los andares de las chicas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.