Buenos d¨ªas, somos agentes electorales
Ma?ana empiezan los comicios en 200.000 empresas y en la Administraci¨®n p¨²blica
En el universo de la empresa existen dos mundos. Sus diferencias se acent¨²an cuando llegan las elecciones sindicales. Las votaciones en las grandes factor¨ªas cuentan con una democr¨¢tica tradici¨®n. En los peque?os centros de trabajo, la ignorancia y el miedo al todopoderoso jefe pueden m¨¢s que la Ley Electoral Sindical. Para el proceso que empieza ma?ana en unas 200.000 empresas y en la funci¨®n p¨²blica, las centrales han lanzado a la calle a m¨¢s de 21.000 personas, militantes o no, para adentrarse en este mundo y conseguir un delegado por lo menos en cada compa?¨ªa.
"Dichoso retrete, otra vez echando porquer¨ªa", maldijo la se?ora de la limpieza. Dolores cogi¨® la fregona y la empap¨® en el l¨ªquido que cubr¨ªa las baldosas del maloliente cuarto de ba?o. Minutos m¨¢s tarde empez¨® a limpiar el suelo de la cafeter¨ªa con el mismo artilugio que hab¨ªa utilizado para arreglar el desaguisado del excusado. Su trabajo s¨®lo se inte: rrumpi¨® cuando sus compa?eros reclamaron a gritos su presencia en la barra del bar.Hab¨ªa llegado una pareja de agentes electorales de un sindicato para organizar, preparar y realizar las elecciones sindicales. La compa?era Dolores es la m¨¢s vieja del bar, as¨ª que deb¨ªa formar la mesa electoral junto con el m¨¢s antiguo y el benjam¨ªn. Una mesa imaginaria, claro. Porque todo el proceso se desarroll¨® sobre la antigua barra del bar. Ni mesa, ni urna, ni papeletas, ni votaci¨®n, ni la presencia de todos los sindicatos participantes. Dolores es analfabeta y firma con un garabato. El delegado sale elegido, aunque dentro de 12 d¨ªas va a dejar ese empleo. Pero ese detalle parece no importar.
"Aplicar la normativa electoral a rajatabla obligar¨ªa a cerrar el local por lo menos por una hora, y eso es imposible en este sector", explica un agente sindical cuarent¨®n. Un representante de la central competidora a?ade: "La gente est¨¢ trabajando y no pueden dejar de servir caf¨¦s ni un minuto, porque si no el encargado se les echa encirna".
A estos problemas se une la precariedad del empleo en ese sector y la ignorancia de los asalariados en el tema sindical. En la mayor¨ªa de los centros visitados los trabajadores no conoc¨ªan el proceso electoral ni los derechos y deberes de un delegado sindical. Es m¨¢s, la mayor¨ªa no quer¨ªa saber nada cuando o¨ªa la palabra sindicato. Muchos de ellos alegaron el miedo como excusa para no participar ni firmar ning¨²n papel, aunque sea una mera formalidad.
Algunos agentes no tienen muchos escr¨²pulos a la hora de hacer las elecciones. No importa que dentro de poco m¨¢s de una semana el delegado elegido se cambie de trabajo y deje a sus compa?eros sin representaci¨®n. Tampoco importa que no est¨¦ un responsable de la empresa para firmar las actas. El agente sindical de turno invita a alguno de los trabajadores de la empresa a hacer un garabato que d¨¦ el pego. Como ninguno se atreve a falsificar la firma del encargado, el mismo agente termina por hacerlo.
Tampoco pasa nada si el delegado con m¨¢s votos es un submarino. Cuando en un restaurante ¨¢rabe sale elegido el compa?ero Mustaf¨¢, familiar del due?o, nadie se queja. La normativa permite a los extranjeros votar o ser delegados si llevan m¨¢s de seis meses trabajando en Espa?a. Mustaf¨¢ apenas logra entender lo que le dice el agente de su sindicato, y al acabar las votaciones vuelve a la cocina.
Estos agentes buscan el recuento final. Y muchas veces no pueden disimularlo. Diez trabajadoras con contratos tempora es se quedaron at¨®nitas cuando oyeron de boca de un sindicalista la frase: "A m¨ª no me importan los trabajadores de esta empresa, s¨®lo quiero que el proceso electoral sea legalista".
"A veces nos sentimos como vendedores de lavadoras", confiesa una sindicalista que compara su tarea con la de vender un producto comercial. Todos los agentes coinciden en la necesidad de cambiar la normativa uso electoral "porque no se adapta al terreno donde se pone en pr¨¢ctica ni dice cu¨¢ntos votos se necesitan para elegir un delegado".
Este ¨²ltimo punto permite que muchos salgan elegidos porque s¨®lo se votaron ellos mismos. Al final, la clave est¨¢ en la labia estos representantes, volantes. "El que tenga m¨¢s ingenio se lleva el gato al agua".
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