Soberan¨ªa y uni¨®n
Mija¨ªl Gorbachov se enfrenta al enorme problema de articular una nueva Uni¨®n Sovi¨¦tica -sea cual sea su nombre definitivo- con unas rep¨²blicas cuyos objetivos son dispares y que s¨®lo coinciden en que su soberan¨ªa debe prevalecer sobre las leyes dictadas por el S¨®viet Supremo en Mosc¨².
Con denominaciones diversas -declaraci¨®n de soberan¨ªa, declaraci¨®n de independencia, declaraci¨®n de estatalidad, etc¨¦tera- que s¨®lo en alg¨²n caso aislado refleja una naturaleza jur¨ªdica diferente, la pr¨¢ctica totalidad de las rep¨²blicas unidas sovi¨¦ticas, y algunas de las formaciones aut¨®nomas, han venido aprobando unos documentos inimaginables tan s¨®lo hace un par de a?os.La terminolog¨ªa no es, dec¨ªa, uniforme, como tampoco lo es, a pesar de lo afirmado por algunos comentaristas, su contenido. Es cierto que, con mayor, o menor rotundidad, todos ellos hacen profesi¨®n de fe en los principios del Estado de derecho. As¨ª, la declaraci¨®n sobre la soberan¨ªa estatal de Ucrania, adoptada hace un par de meses, habla de la necesidad de crear una sociedad democr¨¢tica donde se garanticen los derechos y libertades del hombre, y reconoce "la necesidad de crear un Estado de derecho" en el que el poder se ejerza seg¨²n el principio de su divisi¨®n en legislativo, ejecutivo y judicial. Tambi¨¦n hay una coincidencia generalizada a la hora de afirmar la soberan¨ªa propia; por ejemplo, cuando en el documento let¨®n se proclama que la soberan¨ªa de la rep¨²blica es ¨²nica e indivisible. O cuando todas las declaraciones afirman la prevalencia de las leyes republicanas sobre las de la URSS.
Pero junto a esos rasgos comunes encontramos proclamas, como las b¨¢lticas, que afirman una ruptura definitiva con la Uni¨®n y una vuelta a la situaci¨®n anterior a 1940, como sucede con la declaraci¨®n lituana al proclamar el restablecimiento de los derechos soberanos del Estado lituano, "pisoteados en 1940 por fuerzas extra?as".
Las diferencias
Y dejando a un lado los documentos aprobados en Estonia, Letonia y Lituania, que suponen una ruptura radical con las estructuras pol¨ªticas de la Uni¨®n, una comparaci¨®n entre las restantes declaraciones revela asimismo diferencias de relieve.
En efecto, de su lectura se desprende una diversidad en cuanto al grado de vinculaci¨®n con las estructuras hasta ahora comunes a los 15 Estados. As¨ª, la propia declaraci¨®n de soberan¨ªa de la rep¨²blica rusa habla de una decisi¨®n de crear un Estado democr¨¢tico dentro de una URSS renovada. En t¨¦rminos muy similares se manifiestan otras rep¨²blicas, en tanto que, por el contrario, la propuesta de incluir una referencia expresa a la integraci¨®n en la URSS fue rechazada, por ejemplo, en Moldavia.
Resulta alarmante, si realmente todas las rep¨²blicas comparten la intenci¨®n de crear unas relaciones de mercado comunes, la pretensi¨®n de crear aduanas interiores o un sistema bancario propio, que supondr¨ªa la supresi¨®n dentro de su territorio del sistema bancario de la Uni¨®n.
Tambi¨¦n no hace mucho que los ¨®rganos competentes denunciaban la intenci¨®n de algunas rep¨²blicas, entre ellas Armenia, de crear sus propias fuerzas armadas y de seguridad, como contraria a la Constituci¨®n de la URSS.
O¨ªdos sordos
Todo ello es tanto m¨¢s Inquietante cuanto que algunas rep¨²blicas parecen estar haciendo caso omiso de la nueva distribucion competencial aprobada, aunque sea con car¨¢cter provisional, por el Soviet Supremo de la URSS. Es cierto que el ¨®rgano llamado en principio a dirimir los conflictos entre el centro y la periferia no tiene a¨²n competencias para ello, pues expresamente fueron ¨¦stas suspendidas hasta tanto no sea aprobado el nuevo tratado de la Uni¨®n. De todas maneras, mucho nos tememos que de estar facultado para actuar ya en este campo el tribunal constitucional sovi¨¦tico, es decir, el llamado Comit¨¦ de Vigilancia Constitucional, apenas si podr¨ªa hacer algo m¨¢s qu¨¦ lo que en la actualidad hace el presidente de la URSS cuando denuncia la inconstitucionalidad de las disposiciones republicanas, exhortando a las autoridades correspondientes a su derogaci¨®n.
No deben sorprendernos, pues, las dificultades de las conversaciones iniciales sobre el nuevo tratado; no en vano muchas de las declaraciones incluyen un p¨¢rrafo seg¨²n el cual ¨¦stas servir¨ªan de base para la elaboraci¨®n del tratado y de la nueva Constituci¨®n. No parece, para empezar, que las rep¨²blicas b¨¢lticas vayan a participar en las conversaciones, prefiriendo mantenerse en su actitud de denunciar la incorporaci¨®n de 1940 y no reconocer las disposiciones posteriores a aquella fecha.
Pero es que, adem¨¢s, uno no puede menos de tener sus dudas sobre la viabilidad de un proyecto, seg¨²n se desprende de las declaraciones de los dirigentes sovi¨¦ticos, en el que no solamente se seguir¨ªa proclamando el derecho a independizarse, sino que, seg¨²n parece, se ofrecer¨ªa a algunas rep¨²blicas la posibilidad de mantener unos v¨ªnculos de naturaleza internacional o confederal, en tanto que las dem¨¢s encajar¨ªan dentro de un marco federal. Si a ello a?adimos que asimismo han aprobado declaraciones de soberan¨ªa algunas naciones no constituidas en rep¨²blicas de la Uni¨®n, comprenderemos las dificultades con que se enfrentan los dirigentes sovi¨¦ticos.
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