"Es el final de una cat¨¢strofe'"
Para Guido Brunner, embajador de Alemania en Espa?a, el final de la historia de la divisi¨®n de su pa¨ªs es "algo muy emocionante" y supone "el final de una cat¨¢strofe". Hijo de espa?ola y de alem¨¢n, de 60 a?os natural de Madrid y ex alcalde liberal de Berl¨ªn, este diplom¨¢tico de castellano lento perdi¨® su flema y rompi¨® a llorar en un instante hist¨®rico del proceso que culmin¨® anoche. "Fue cuando o¨ª en la televisi¨®n, en la Navidad de 1989, a la Orquesta Filarm¨®nica de Berl¨ªn, con los coros de ni?os de Dresde, dirigida por Leonard Bernstein, interpretar la Novena de Beethoven. Cuando el director cambi¨® la palabra freude [alegr¨ªa] por la palabra freudef [libertad], no me da verg¨¹enza decir que se me saltaron las l¨¢grimas".
Brunner preparaba ayer "el c¨®ctel m¨¢s grande de la historia de la embajada, sobre todo porque es un c¨®ctel que junta a las dos alemanias", como dec¨ªa un vigilante del edificio que sirve de residencia al embajador. Esperan este mediod¨ªa a unas 3.000 personas, pero pueden venir muchos m¨¢s: yo no s¨¦ cu¨¢ntos alemanes hay en Madrid". Pueden ir todos, y esos pueden ser 14.000, seg¨²n c¨¢lculos de Brunner.Con la fiesta se celebra "el final de una cat¨¢strofe". Brunner la vio desde muy ni?o. Ayer la recordaba como si la viviera de nuevo. "Es el final de la cat¨¢strofe de la guerra. Me acuerdo de la primera visi¨®n que he retenido: en 1945 mi madre, Rita Montes, salmantina, me llev¨® a una representaci¨®n navide?a a la iglesia alemana de Madrid en la que mi hermana hac¨ªa de Mar¨ªa. Mi madre no paraba de llorar. Yo ten¨ªa 14 a?os y le preguntaba constantemente por qu¨¦ lloraba, y recuerdo que s¨®lo dec¨ªa 'pobre' pueblo, pobre pueblo".
Y luego recuerda "cuando nos fuimos a Alemania a estudiar y m . e encontr¨¦ ante una pa¨ªs que parec¨ªa un paisaje lunar, lleno de ruinas. Y de esas ruinas todas las ma?anas sal¨ªa gente a trabajar. En medio de aquel desastre ha b¨ªa uno a¨²n m¨¢s ¨ªntimo: la penuria que supuso para muchas per sonas la p¨¦rdida de los ahorros de toda su vida".
"Y me acuerdo", dice Brunner, "de que en medio de esas ruinas se hac¨ªan conciertos de c¨¢mara e ¨ªbamos al teatro, cuya entrada un trozo de carb¨®n que deb¨ªa llevar cada uno para calentar aquello, y me acuerdo c¨®mo renaci¨® aquel pa¨ªs, con la generosidad norteamericana a trav¨¦s del Plan Marshall, hasta que dentro de aquellas ruinas surgieron una sociedad, un estado, y una constituci¨®n tan previsora que ha hecho posible que la Alemania separada se pueda unir".
Como si pasara al trote por su propia biograf¨ªa de alem¨¢n que ha sufrido la cat¨¢strofe, Brunner recuerda, un congreso de estudiantes celebrado en 1953 en Berl¨ªn "en el que el ahora presidente de Daimler-Benz- Ernst Reuter, vaticin¨® que aquella ciudad en ruinas y aislada ser¨ªa de nuevo la capital de Alemania".
"En aquella fecha", recuerda Brunner, "fui a Berl¨ªn Este. Era precisamente el desfile del 1 de mayo. No exist¨ªa a¨²n el muro y me acuerdo del susto que nos llevamos porque cre¨ªamos que ¨ªbamos a la fiesta popular de un pa¨ªs socialista y nos encontramos con una parada militar. Un funcionario vio qu¨¦ est¨¢bamos l¨ªvidos y nos pregunt¨® si nos hab¨ªamos quedado de un aire. Le dije que s¨ª, pero no por lo que se cre¨ªa ¨¦l".
"Y me acuerdo de que en la ¨¦poca posterior al muro, en 1965, me encontr¨¦ en la ONU con un alto funcionario de la RDA. Le pregunt¨¦: 'Ahora que estamos solos, ?me puede decir qu¨¦ votaci¨®n sacar¨ªan ustedes en unas elecciones libres en su pa¨ªs?' Me dijo tranquilamente: 'El 15%'. '?Y as¨ª quieren gobernar all¨ª a la larga? 'Joven, no se equivoque', me dijo, 'con eso se puede gobernar muchas d¨¦cadas'. Y ten¨ªa raz¨®n: gobernaron cuarenta a?os con un 15%, porque eso fue lo que obtuvo el, Partido Comunista en las elecciones de 199V.
Brunner recuerda tambi¨¦n el 1 de julio de este a?o. "Llegu¨¦ a Berl¨ªn Este al tiempo que cambiaban la moneda al uso occidental. Fui el primer visitante del Museo de Berl¨ªn y pagu¨¦ adrede con un billete de quinientas marcos, para apreciar la vuelta. Me la dieron imperturbablemente en la moneda occidental".
Ahora Brunner se considera embajador de Alemania, "aunque oficialmente se diga Rep¨²blica Federal alemana". Para ¨¦l, ha terminado una historia, y habla de ella como si fuera el final de una pel¨ªcula. "Lo malo es que estas pel¨ªculas contienen muchos destinos humanos, muchos sufrimientos y estupidez".
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