Crisis
La crisis podr¨ªa tener efectos positivos si fu¨¦ramos capaces de utilizarla a nuestro favor. Por ejemplo, frente a la posibilidad de quedarnos sin calefacci¨®n este invierno, podr¨ªamos comprarnos batines y zapatillas de cuadros como las que utilizaban nuestros padres y abuelos para pasar las tardes frente a la mesa camilla haciendo porros de picadura selecta. Los s¨¢bados y los domingos podemos recuperar la antigua tradici¨®n de hacer visitas y merendar unas galletas h¨²medas en casa del imb¨¦cil de nuestro cu?ado o de aquella prima lejana a la que le toc¨® la loter¨ªa y todav¨ªa cree que no nos hemos enterado. Al atardecer llamaremos a los ni?os al sal¨®n y todos juntos rezaremos el Programa 2000. Nuestros hijos, acostumbrados a pasar la vida entre las cuatro paredes mugrientas de las casas, desear¨¢n con ardor ir a la mili para conocer el campo y acabaremos de una vez por todas con el espect¨¢culo de insumisi¨®n que est¨¢n llevando a cabo nuestros j¨®venes. Cierto grado de miseria podr¨¢ venirnos bien; ser¨¢ como volver a casa. Convendr¨ªa que las cadenas de televisi¨®n comenzaran a emitir en blanco y negro para poner un toque gris en el cuarto de estar. La pobreza une mucho, de manera que los espa?oles estaremos m¨¢s unidos y dejaremos de crearle complicaciones al Gobierno. Es m¨¢s, cuando el ministro diga que los salarios no deben subir m¨¢s del 5%, nosotros nos conformaremos con el 3% y no nos quejaremos nunca del mal funcionamiento de las instituciones, porque la verdad es que llevamos una temporada que no s¨¦ c¨®mo los pol¨ªticos nos aguantan. As¨ª, conquistando cada d¨ªa una parcela de sumisi¨®n, iremos modificando la realidad y nos haremos merecedores de Felipe Gonz¨¢lez, que podr¨¢ dedicar sus energ¨ªas a resolver los graves problemas del mundo sin el estorbo de todas estas miserias dom¨¦sticas. A lo mejor, vuelve a sonre¨ªrnos por la tele y los rojos, al fin, seremos muy felices.
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