De la primera generaci¨®n
Cuando Devo dijo adi¨®s por primera vez, tras 45 minutos de recital, el p¨²blico no estaba dispuesto a que el grupo se marchase tan f¨¢cilmente. Por eso celebr¨® el regreso del quinteto, que reapareci¨® tocado con un tiesto por sombrero. El magn¨ªfico concierto que los norteamericanos ofrecieron en Madrid encandil¨® a los escasos asistentes, que no se esperaban tal lecci¨®n de frescura, espontaneidad, radicalismo y esp¨ªritu musical en un grupo de su veteran¨ªa.Devo naci¨® en 1972, fruto de la reuni¨®n de Mark Mothersbaugh y Gerald Casale, estudiantes de arte en la Universidad de Kent (Estados Unidos). No eran m¨²sicos, quer¨ªan hacer m¨²sica, y para formar un grupo optaron por lo m¨¢s sencillo: llamar a sus hermanos, que tampoco sab¨ªan que un bajo tiene dos cuerdas menos que una guitarra. Los cuatro contin¨²an en Devo, que s¨®lo ha sustituido a Alan Myers, bater¨ªa de la formaci¨®n original, por David Kendrick. Y los a?os de convivencia familiar y musical se notan en escena.
Devo
Gerald Casale (voz, teclados, guitarra), Mark Mothersbaugh (guitarra, teclados, voz), Bob Casale (guitarra, teclados, voz), Bob Mothersbaugh (guitarra, voz), David Kendrick (bater¨ªa). Aforo: 600 personas. Precio: 1.800 y 2.000 pesetas. Sala Universal Sur. Madrid, 7 de octubre.
El grupo comenz¨® hace 18 a?os apuntando algunas de las pautas que despu¨¦s inspirar¨ªan a la new wave norteamericana y a algunos grupos del tecno pop, con un planteamiento tecnol¨®gico e hipn¨®tico. Pero si alguien pens¨® que la presentaci¨®n de Devo en Madrid ser¨ªa un aburrido ejercicio de m¨²sica cibern¨¦tica, se equivoc¨® de medio a medio. Con un esp¨ªritu m¨¢s cercano a j¨®venes de escuela secundaria que a veteranos que se acercan a la cuarentena, Devo ofreci¨® un recital de admirable desinhibici¨®n, excelente adecuaci¨®n de su m¨²sica a sus limitaciones como instrumentistas y con una alegr¨ªa bienhumorada que convirti¨® la sala en una fiesta con cierto aire de nostalgia.
Con una encomiable naturalidad, austeridad y falta de pretensiones, Devo demostr¨® una fidelidad al esp¨ªritu del rock de los sesenta pocas veces vista, defendida por guitarras simples y ¨¢giles, evocadoras de Duane Eddy, y teclados originales y agresivos. Cuidadosos en extremo de la t¨ªmbrica instrumental, que enriqueci¨® unas canciones de compleja estructura, parec¨ªa que todo estaba a medio hacer sin dar sensaci¨®n de inseguridad, y los anta?o abanderados de la rob¨®tica ofrecieron un recital cercano y familiar, casi de colegio mayor. De los que ya no hay. De los de antes. Como si fueran locos y entra?ables robots de la primera generaci¨®n.
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