A cubierto y tan contentos

En Zaragoza se puede ir a los toros as¨ª caigan chuzos de punta. No importa ya las inclemencias meteorol¨®gicas y sobre todo ese maldito aire que por estos d¨ªas se deja sentir en la ciudad y que hasta ahora era m¨¢s temido que la lluvia por los mism¨ªsmos toreros. La plaza de Zaragoza est¨¢ cubierta y bien. Tres a?os han sido necesarios para ver finalizado un proyecto que levant¨® pol¨¦micas y ahora alabanzas.A pesar de los pesares y ante la ausencia del sol y moscas la afici¨®n da por bien empleado el invento y asumido parece ser el confort que no de espacio ante los agentes atm¨®sfericos adversos. Lo del espacio podr¨ªa ser el siguiente proyecto a realizar, pues no s¨®lo son incomod¨ªsimos los espacios tomados como asientos en los tendidos.

As¨ª de apretaditos todos ayer se lidiaron reses de Galache, con cara, sin muchas fuerzas y de juego vario, es decir que tal vez el toro de la feria le ,correspondi¨® a Jos¨¦ Antonio Campuzano, con el cuarto. Era todo un bonito ejemplar con una embestida pastue?a que reclamaba toreo caro, no precisamente lo que recibi¨® del torero. Por contra uno de los marrajos que puedan verse aqu¨ª cay¨® en manos de Jos¨¦ Luis Palomar. No se descompuso el diestro en absoluto y administr¨® con verg¨¹enza torera y profesionalidad faena de oficio. As¨ª ocurr¨ªa ante el quinto, flojo, manso, cariabacado, marrajo en suma que se colaba, arrollaba y con su cabeza a media altura tuvo ante s¨ª a un valiente Palomar. Le porfi¨® por ambas manos, trag¨® a discreci¨®n y no se content¨® con el simple trasteo por la cara que le solicitaban desde los tendidos.

Para Jos¨¦ Luis Palomar fue el peor lote, sin duda, ya que su primer manso escarbando y fren¨¢ndose en los enga?os abocaba al fracaso las ilusiones del torero.

Tom¨¢s Campuzano, que elabora faena como quien hace churros, as¨ª le quedan, estuvo bullanguero y pegapasista. Todo en ¨¦l abunda, como por ejemplo las ganas de pasear el anillo aunque el respetable le indique, a su paso, que se excede de listo.