34 horas
Desolaci¨®n. ?sta es la palabra que, con el optimismo que me confieren mis 70 a?os, mejor define en conjunto lo sentido (incertidumbre, angustia, impotencia) durante muchas y largas horas, debido a la negligencia, dejaci¨®n, desidia e irresponsabilidad del correspondiente del Ministerio de Asuntos Exteriores. El suceso es el que brevemente paso a recordar.El d¨ªa 24 de octubre, a las dos de la madrugada, hora local (ocho de la ma?ana, hora peninsular), mi hija Carmen Santiago Trapero viajaba en el avi¨®n siniestrado en Santiago de Cuba, de la Compa?¨ªa Cubana de Aviaci¨®n. Desde esta hora hasta las 18.30 del d¨ªa 25, es decir, 34 horas y media despu¨¦s -que llam¨® mi hija-, no supimos absolutamente nada ver¨ªdico, como se puede desprende de? desglose de estas horas:
La primera noticia de que mi hija est¨¢ accidentada la recibo de un amigo de La Habana que no puede precisar el estado f¨ªsico en que ella se encontraba. Son las cuatro de la ma?ana del d¨ªa 25. Llamo a la Embajada de Cuba y nadie contesta el tel¨¦fono. Solic¨ªto conferencia con el hospital en el que se encuentra y me dicen que tiene una demora indefinida.
Todas las llamadas telef¨®nicas las hago desde otro tel¨¦fono, quedando el m¨ªo libre de l¨ªnea, a excepci¨®n de las l¨®gicas y breves llamadas de familiares y amigos alarmados ante la noticia por los medios de comunicaci¨®n. Voy a la agencia Efe, donde con toda amabilidad me proporcionan las noticias que van recibiendo; mi hija en unas aparece grave y en otras leve, acrecent¨¢ndose l¨®gicamente la angustia en todos nosotros. Llamo a la cadena SER y me ofrecen noticias similares a las de la agencia Efe, y, con la misma amabilidad, invit¨¢ndome a seguir llamando.
Llamo a Politours, agencia con la que viajaban parte de los pasajeros; me dicen que no figura el nombre de mi hija en ese avi¨®n, y empezamos a pensar que les hayan tomado como de otra nacionalidad.
Llamo a la Oficina de Turismo de Cuba, me contestan que tan s¨®lo hay 10 espa?oles hospitalizados, y no aparece mi hija entre ellos. Nos aumenta la opini¨®n de que pueda estar entre los fallecidos, y mi mujer entra en crisis nerviosa. Mientras tanto, las noticias en los medios de comunicaci¨®n son confusas y contradictorias: tan pronto no est¨¢ eri la lista de hospitalizados como est¨¢ en estado grave, "cr¨ªtico".
Llamo al Ministerio de Asuntos Exteriores y, despu¨¦s de contar lo sucedido, me dicen que eso me ocurre por no acudir primeramente a ellos, y, curiosamente, lo ¨²nico que "son capaces" de facilitarme es uno de los teletipos que ya, horas antes, me hab¨ªan proporcionado en fotocopia la agencia Efe y me sugieren "volverles a llamar" a las 17.45, hora en que creen vendr¨¢n "los diplom¨¢ticos". As¨ª lo hago y me asegura el se?or Jim¨¦nez Nacher que habl¨® a las cinco de la tarde con el se?or Rup¨¦rez en Santiago de Cuba y que le facilit¨® el parte m¨¦dico, en el cual mi hija estaba como herida leve en periodo de observaci¨®n.
Es f¨¢cil de imaginar que a esas horas ya no nos cre¨ªamos nada, hasta o¨ªr a mi hija por tel¨¦fono, a las 18.30, decir que tan s¨®lo ten¨ªa un hematoma en el ojo izquierdo y al comentarle la angustia vivida ?cu¨¢l fue su indignaci¨®n y la nuestra!, pues el representante de la Embajada espa?ola les asegur¨® que estaba en contacto constante con todas las familias en Espa?a.
Ahora me pregunto: ?c¨®mo nos hubi¨¦ramos enterado de lo ocurrido de no llamar esta amistad desde La Habana?, ?c¨®mo hubi¨¦ramos seguido viviendo otras horas con la m¨¢s horrible tortura jam¨¢s conocida por m¨ª, de no llamar mi hija desde el hotel donde los hospedaron?
Igual que le ha ocurrido a mi familia le ha ocurrido a la familia de Jos¨¦ Rojas Mula, que ha sido con la ¨²nica que he podido contactar; el resto lo desconozco, pero tras la experiencia vivida me alegrar¨ªa por ellas que no hubiera sido as¨ª.
Es curioso, han pasado muchas horas m¨¢s desde la llamada telef¨®nica m¨¢s bonita de mi vida, y en los medios de comunicaci¨®n siguen dando a mi hija como "herida grave...". Al final me logran sacar una sonrisa, tambi¨¦n la m¨¢s triste e ir¨®nica de mi vida.-
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