Cuestiones de principio
Considera el autor del texto que el Congreso del PSOE es importante para todos porque, en definitiva, se trata de un partido que gobierna la naci¨®n, m¨¢s de la mitad de las comunidades aut¨®nomas y los ayuntamientos donde viven m¨¢s del 60% de los espa?oles, y dado que su papel central en la democracia se va a mantener en todo escenario pol¨ªtico previsible para bastante tiempo.
La importancia que el congreso tiene para todos debe ser motivo de satisfacci¨®n, a la vez que de responsabilidad, para el PSOE. A lo largo de tres d¨ªas, los socialistas tendr¨¢n oportunidad de debatir y tomar decisiones acerca de tres grandes cuestiones: qu¨¦ programa pol¨ªtico ofrecen a la sociedad espa?ola, c¨®mo reforzar unos valores que son centrales para la democracia, c¨®mo enriquecer el partido como organizaci¨®n.1. El 32? Congreso del PSOE debe ser la ocasi¨®n id¨®nea para discutir acerca de lo que significa un proyecto de izquierda tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y de lo que ello supone en un pa¨ªs de las caracter¨ªsticas de Espa?a. Sucede, adem¨¢s, que esta discusi¨®n es relevante para toda la izquierda europea. Tras la crisis del Partido Laborista brit¨¢nico en 1979 y del SPD alem¨¢n en 1982, las experiencias pol¨ªticas de los partidos socialistas del sur de Europa adquirieron particular importancia tras su acceso al poder en Francia, Grecia, Portugal y Espa?a entre 1981 y 1983. De todas ellas, la espa?ola ha atra¨ªdo particularmente la atenci¨®n: no ha tenido que imprimir giros a su rumbo, como los franceses en 1982 o los griegos en 1985, ha podido ganar tres elecciones consecutivas y mantenerse como partido predominante, y ha supuesto un ejemplo consistente de gesti¨®n socialista en los ochenta, reflejando, en buena medida, la creciente convergencia de la izquierda a lo largo de la d¨¦cada, reforzada en el ¨²ltimo a?o por la b¨²squeda de nuevos caminos pol¨ªticos y econ¨®micos en la Europa del Este tras el colapso del comunismo.
Esta notable convergencia pol¨ªtica que vive la izquierda, en buena parte se basa en la aceptaci¨®n de una relaci¨®n contradictoria a la vez que necesaria entre democracia y mercado; no caben ya dudas de que el mercado es imprescindible para una econom¨ªa viable tanto como para una democracia pluralista, pero son tambi¨¦n evidentes su compatibilidad con dictaduras y las desigualdades que genera. Por ello, las pol¨ªticas socialistas defienden la intervenci¨®n del Estado como garant¨ªa de los principios democr¨¢ticos frente al imperio absoluto del mercado, a la sociedad c¨ªvil frente al Estado burocr¨¢tico, y al individuo frente al poder p¨²blico y al poder privado. A la vez, la socialdemocracia europea, desde la Suecia de Carlsson a la Francia de Rocard, busca desde hace un tiempo un nuevo equilibrio entre la eficacia econ¨®mica y la equidad social: entre la competitividad y la solvencia de la econom¨ªa, los derechos sociales y la extensi¨®n de la democracia. La convergencia ha tenido lugar no s¨®lo entre partidos, sino tambi¨¦n dentro de ellos. De forma creciente, las estrategias de la izquierda se han ido concentrando en c¨®mo combinar esos diferentes objetivos y c¨®mo llevarlos a la pr¨¢ctica. Y, a la vez, en c¨®mo dar respuesta a grandes interrogantes de la pol¨ªtica socialista: el medio ambiente, las relaciones Norte-Sur, las nuevas formas de pobreza, los brotes de xenofobia y racismo, la ampliaci¨®n de la democracia a nuevas ¨¢reas. Todo ello ha ido formando parte de las se?as de identidad de la izquierda. Las respuestas presentan todav¨ªa grandes lagunas e incertidumbres; por a?adidura, las pol¨ªticas socialistas se enfrentan a nuevas dificultades econ¨®micas en el escenario internacional, tras una d¨¦cada de crisis econ¨®mica y un lustro de expansi¨®n. La definici¨®n de un reformismo que lo sea de verdad, m¨¢s all¨¢ del pragmatismo de pensar que "socialismo es lo que hacen los socialistas", requiere examinar a fondo esos problemas y darles respuesta con programas pol¨ªticosBalance positivoLa experiencia de los ocho a?os de Gobierno resulta, sin duda, parte central de la reflexi¨®n. El balance de esa gesti¨®n resulta abrumadoramente positivo, ya se observe la situaci¨®n internacional de Espa?a, la pol¨ªtica econ¨®mica, la transformaci¨®n de las Fuerzas Armadas, la extensi¨®n de las prestaciones sociales o las reformas educativas. No resulta sorprendente que todas las encuestas de opini¨®n se?alen que una mayor¨ªa muy amplia de los ciudadanos piense que la democracia es hoy mucho m¨¢s s¨®lida, que la desigualdad social ha disminuido, que las libertades se han reforzado y que su situaci¨®n personal en particular ha mejorado. La sociedad espa?ola posee hoy una renta superior en m¨¢s de un 25% a la de 1982, alrededor de 10 millones de personas han pasado a estar cubiertas por el sistema de pensiones, a estar atendidas por la sanidad p¨²blica, o a estar escolarizadas en la ense?anza secundaria o en la universidad. Resulta incuestionable que los avances a partir de la recuperaci¨®n de la democracia, y en particular a lo largo de los pasados ocho a?os, han sido ingentes. Ahora bien, el debate socialista no se puede convertir en autocomplacencia. Si la botella se ha llenado mucho, es cierto tambi¨¦n que sigue estando bastante vac¨ªa: en comparaci¨®n con la mayor¨ªa de los pa¨ªses de Europa occidental, Espa?a sigue sufriendo retrasos importantes en el nivel de desarrollo de su econom¨ªa, en la extensi¨®n del desempleo, en la eficacia de sus instituciones o en la amplitud de sus pol¨ªticas sociales. Las pol¨ªticas de estos a?os han mejorado la situaci¨®n del pa¨ªs en general, y probablemente m¨¢s en el caso de las zonas m¨¢s pobres y predominantemente rurales, pero existe un malestar urbano, entre los j¨®venes, entre ciertos grupos de clase media, que ha recortado el voto socialista, y siguen existiendo desigualdades sociales profundas. Por ello, el debate socialista debe tener como uno de sus ejes la combinaci¨®n de pol¨ªtica econ¨®mica, pol¨ªtica social y pol¨ªtica fiscal.
La pol¨ªtica econ¨®mica no puede responder evidentemente a oportunismos electorales o est¨¦ticos: cuando esto ha sido as¨ª en otros pa¨ªses o en otras ocasiones, las consecuencias han sido nefastas. La competitividad y la solvencia de la econom¨ªa deben asegurarse, rechazando todo aquello que signifique "talar el ¨¢rbol para coger el fruto", m¨¢s a¨²n con el horizonte inminente de la Europa abierta; en caso contrario, los efectos ser¨¢n dram¨¢ticos. Est¨¢ claro, adem¨¢s, que la reducci¨®n del considerable desempleo que existe en Espa?a requiere tasas' altas de crecimiento econ¨®mico (aunque dichas tasas no necesiten ser tan elevadas como hace unos a?os para generar un volumen adecuado de puestos de trabajo), sobre todo si resulta dif¨ªcil redistribuir el empleo existente manteniendo los niveles de salarios, reduciendo la edad de jubilaci¨®n o acortando la semana laboral. Recuperar el 25% de retraso en los niveles de renta por habitante que todav¨ªa tiene Espa?a en relaci¨®n con el promedio europeo exige tambi¨¦n una pol¨ªtica econ¨®mica que asegure un crecimiento estable a largo plazo. Las consecuencias econ¨®micas de la crisis del Golfo plantean, sin duda, problemas imprevistos y dificultades adicionales. La discusi¨®n de estas nuevas perspectivas y de las posibles a4ternativas de pol¨ªtica econ¨®mica deben ser obviamente parte importante del debate socialista.Eficacia econ¨®micaLas restricciones de la nueva situaci¨®n econ¨®mica son sin duda considerables, pero si la eficacia econ¨®mica se ha de compatibilizar con la equidad social, el PSOE deber¨¢ defender que el gasto social crezca m¨¢s que el producto interior bruto en los pr¨®ximos a?os, hasta alcanzar la proporci¨®n que representa como promedio en la Comunidad Europea. La reducci¨®n en el d¨¦ficit, en los costes de la deuda, en el desempleo y en las ayudas a las empresas deber¨ªan facilitar ese objetivo. Sin embargo, las pol¨ªticas redistributivas no plantean s¨®lo problemas cuantitativos: si se quiere adem¨¢s aumentar la calidad de los servicios p¨²blicos, deben. mejorar su gesti¨®n y la cualificaci¨®n de los profesionales que los prestan, e incrementarse el papel de los ayuntamientos, insuficientemente potenciado a lo largo del desarrollo de las competencias y de los recursos de las comunidades aut¨®nomas. Las pol¨ªticas sociales deben tener adem¨¢s un mayor ¨¦nfasis compensador; s¨ª los recursos p¨²blicos son escasos, habr¨¢n de atender en primer lugar a aquellos colectivos que sufren m¨¢s la desigualdad de oportunidades o situaciones de necesidad: los parados de larga duraci¨®n, los j¨®venes que no encuentran su primer empleo, aquellos que no han tenido un trabajo fijo en su vida, los ancianos, los minusv¨¢lidos, y aquellos que componen ese 17% de la poblaci¨®n espa?ola que se halla por debajo del umbral de la pobreza, estimado ¨¦ste como la mitad de la distribuci¨®n media personal del gasto por hogar. La Ley de Pensiones No Contributivas y la aprobaci¨®n en las comunidades aut¨®nomas de un m¨ªnimo social garantizado han sido pasos importantes, que deben reforzarse en la doble direcci¨®n de asegurar con car¨¢cter universal una subsistencia digna y de evitar situaciones de dependencia pasiva no justificada.
La reforma fiscal ha permitido en estos a?os financiar unas, pol¨ªticas sociales m¨¢s amplias y mejorar la solvencia de nuestra econom¨ªa, gracias fundamentalmente a la mayor recaudaci¨®n derivada de la lucha contra el fraude. Esta lucha es muy importante para construir una democracia a la vez m¨¢s eficiente y m¨¢s justa, si queremos acercarnos a los niveles de recaudaci¨®n fiscal europeos que han hecho posible extender sus pol¨ªticas sociales y si se quiere evitar una mayor presi¨®n sobre los contribuyentes que cumplen con sus obligaciones. Las resistencias insolidarias contra la legislaci¨®n fiscal son tanto m¨¢s lamentables cuando se manifiestan desde centros de poder econ¨®mico o monetario: puestos a ser europeos, hay que serlo en todo. El reforzamiento del mercado ha estimulado el desarrollo y la competitividad de la econom¨ªa, pero tambi¨¦n ha originado tendencias hacia una mayor desigualdad social que s¨®lo se pueden corregir a trav¨¦s de las pol¨ªticas sociales y de la pol¨ªtica fiscal. ?sta deber¨ªa ser parte importante de la reflexi¨®n socialista: por mucho que a algunos les pese, el PSOE no es un partido liberal, entre otras razones porque no entiende la libertad como privilegio. Esta es una cuesti¨®n de principio. El Congreso debe reafirmar su reformismo.
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