Farmacias
La noche madrile?a se ha puesto de alto riesgo, y no s¨®lo por la inseguridad ciudadana que indudablemente supone poderse encontrar en cualquier parte al concejal Matanzo ense?ando el antebrazo del que se agarr¨® la Gorbachova, ni debido a la amenaza de toparse en una esquina con el vero y propio Luis-Alfredo en trance de abrocharse: y desabrocharse la americana. A todas estas acechanzas se une la ¨²ltima y m¨¢s desbordante: las calles est¨¢n llenas de farmac¨¦uticos que aprovechan que no les toca turno noct¨¢mbulo para dirigirse a las iglesias, a hacer cola para que Jes¨²s el Pobre, el Cristo de Medinaceli y la Virgen de la Paloma les perdonen los pecados cometidos en horas de expendedur¨ªa de condones.Y de d¨ªa el panorama no es mejor. Los curas, en los confesonarios, tienen que multiplicarse para atender a tanto dependiente de farmacia como se les pone de hinojos en espera de un ego te absolvo de los que limpian, abrillantan y dan esplendor.
Me lo dec¨ªa uno de ellos, anoche mismo, en la fila del Ni?o del Pan bajo el Brazo, en la calle de Ferraz, cerca de la sede del PSOE:
-Es un frenes¨ª. A m¨ª la advertencia del Papa sobre el respeto a la vida me pill¨® despu¨¦s de haber montado todo un escaparate, precioso por cierto, lleno de preservativos hinchados como globitos y de DIU que ca¨ªan entre ellos como una lluvia fina, con unas mu?equitas tipo Barbie que lucen en la rubia cabeza un diafragma a modo de casquete. Una cosa como muy de Mariscal, ?no?, dentro de la onda Madrid Capital Cultural de Europa. Por otra parte, soy cat¨®lico, apost¨®lico y romano de Burgos. No se puede imaginar c¨®mo tengo la vida interior.
-Me veo en el paro. Alguien deber¨ªa detenerle -dice mi verdulera.
-?A qui¨¦n?
-Al Papa. Hay que impedir a toda costa que se entere de que el perejil es abortivo.
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