Sol naciente
JAP?N COMETI? todos sus atropellos militares en Asia durante la ¨²ltima guerra mundial al grito de "Tenno heika banzai" ("Larga vida al emperador"), el mismo que lanzar¨¢ hoy el primer ministro, Toshiki Kaifu, en la ceremonia de entronizaci¨®n de Akihito ante dignatarlos de m¨¢s de centenar y medio de naciones. Han transcurrido casi cincuenta a?os desde la derrota, pero el recuerdo pervive entre los japoneses y entre todos sus vecinos asi¨¢ticos.El clima mundial es hoy bien distinto al de entonces, y se hace dificil entender c¨®mo la idea de crear un peque?o cuerpo de paz de civiles y militares para colaborar en misiones coordinadas por la ONU haya podido levantar tan fuertes resistencias entre todas las fuerzas pol¨ªticas japonesas y grandes temores en Asia sobre un rebrote del militarismo en Jap¨®n. El Partido Liberal y Kaifu no han tenido m¨¢s remedio que archivar el proyecto de ley sobre la creaci¨®n de tal cuerpo al no haber podido romper la postura un¨¢nime de rechazo de los socialistas y los dem¨¢s grupos de la oposici¨®n, que estiman que es una violaci¨®n de la Constituci¨®n no militarista japonesa.
El conflicto del Golfo ha puesto de relieve todas las contradicciones y traumas hist¨®ricos que siguen afectando a Jap¨®n, cuyo papel en el escenario internacional no se corresponde con su condici¨®n de potencia econ¨®mica determinante. Jap¨®n ofreci¨® 4.000 millones de d¨®lares para respaldar las operaciones de la fuerza multinacional desplegada en la zona y ayudar a los pa¨ªses m¨¢s afectados. Estados Unidos presion¨®, sin embargo, para que Kaifu fuera m¨¢s all¨¢ y decidiera el env¨ªo de tropas al Golfo, contraviniendo el famoso art¨ªculo 9 de la Constituci¨®n, confeccionada en 1947 por los propios norteamericanos, por el cual Jap¨®n se compromete a no recurrir nunca a la fuerza ni a enviar soldados al exterior.
El primer ministro era partidario en un principio de que este cuerpo estuviera exclusivamente formado por civiles, pero cambi¨® luego de opini¨®n, forzado por las circunstancias y presionado por el secretario general de su partido, Ichiro Ozawa, quien sosten¨ªa que hab¨ªa llegado el momento de vencer el viejo tab¨² del militarismo nip¨®n. Otros dirigentes de gran peso dentro del partido en el poder, como el caudillo en la sombra Shin Kanemaru, se pronunciaron abiertamente contra el proyecto, que finalmente fue abandonado.
El prestigio de Kaifu se ha visto muy menguado tras el suceso, pero pocos aventuran que su dimisi¨®n sea inmediata, entre otras razones porque no hay consenso dentro del propio partido sobre el sucesor y hay discrepancias entre diversos m¨¢ximos dirigentes. Todo ello se ha acentuado con el hecho de que una grave enfermedad ha reducido casi a cero la posibilidad de que Kaifu pueda ser reemplazado por el ex ministro de Exteriores y jefe de una corriente, Shintaro Abe. Kaifu, que pertenece a la corriente m¨¢s peque?a del partido, lleg¨® al poder en agosto del a?o pasado corno una f¨®rmula temporal hasta que los jefes del partido completaran ese periodo de suave penitencia de no ocupar ning¨²n cargo por su implicaci¨®n en el famoso esc¨¢ndalo de Recruit.
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