Di¨¢logo en Toledo
La tercera tertulia hispano-brit¨¢nica se mantuvo este a?o junto a Toledo, no lejos del rumoroso Tajo, repleto de aguas con la lluvia reciente. Fue notable la colaboraci¨®n inglesa en los tres grupos de trabajo en que se dividieron los di¨¢logos. Me correspondi¨® arbitrar las sesiones de uno de ellos acompa?ado por una gentil diputada conservadora, Caroline Jackson. Nuestros temas fueron la repercusi¨®n de los sustanciosos cambios habidos en el Este europeo, con especial atenci¨®n a la Alemania reunida. Y las dram¨¢ticas tensiones en torno al episodio del Kuwait invadido, as¨ª como las grandes movilizaciones militares en las aguas del Golfo y en las extensas tierras de Arabia Saud¨ª y de los emiratos.Fueron muchas y brillantes intervenciones las que consumieron las horas de? di¨¢logo. Del lado espa?ol, un plantel de ex ministros, embajadores y expertos, de alto nivel, explic¨® con rigor y transparencia cu¨¢l era exactamente el compromiso de nuestra participaci¨®n naval en el control del embargo decretado por las Naciones Unidas. Y c¨®mo ve¨ªan nuestros pol¨ªticos el futuro de la regi¨®n y de los pa¨ªses musulmanes en caso de llegarse al conflicto armado o en la hip¨®tesis, m¨¢s optimista, de buscarse un acuerdo negociado que evitase el choque militar.
En el grupo ingl¨¦s, en el que hab¨ªa personalidades destacadas de ambos partidos, el conservador y el laborista, as¨ª como diplom¨¢ticos se?eros, y expertos militares notorios, observ¨¦ una atenci¨®n creciente y apasionada hacia las perspectivas de la Alemania unida. Este era un asunto que les fascinaba. ?Qu¨¦ papel decisivo ha de desempe?ar una naci¨®n de casi ochenta millones de habitantes situada en la Mittel-Europa? ?Cu¨¢les ser¨¢n los compromisos econ¨®micos y monetarios de su gigantesco potencial presente? ?Qu¨¦ futuro espera a la Alianza Atl¨¢ntica, una vez extinguida la guerra fr¨ªa y desaparecido el Pacto de Varsovia? El tratado de amistad y cooperaci¨®n germano-sovi¨¦tico, firmado recientemente por el canciller Kohl y el ministro Genscher, ?no supone un acontecimiento sorprendente y novedoso de consecuencias imprevisibles?
Las tertulias tienen ese gran privilegio de ser informales, desarrollarse a puerta cerrada y no comprometer a los que intervienen. El cant pol¨ªtico del Reino Unido es de suyo intrincado, ameno, deliberadamente confuso y m¨¢s lleno de insinuaciones que de rotundas declaraciones. La preocupaci¨®n sobre el futuro germ¨¢nico a medio plazo es notoria y explicable. Tambi¨¦n la necesidad de atornillar el compromiso norteamericano a un esquema de seguridad europeo del porvenir. Las alusiones a la UEO suscitaron, en general, sonrisas ir¨®nicas, como si todos estuvi¨¦ramos en el secreto.
Distinta fue la sesi¨®n dedicada a la llamada crisis del Golfo. El compromiso militar brit¨¢nico es, en este terreno, rotundo y considerable. El Gobierno de Margaret Thatcher ha enviado nav¨ªos de guerra, aviones y tanques modern¨ªsimos y un verdadero ej¨¦rcito de decenas de miles de soldados de ¨¦lite, incluidos los denominados ratas del desierto, nombre que desciende de las famosas unidades de la guerra mundial que hicieron frente y acabaron venciendo a los hist¨®ricos combatientes de Rommel en las arenas de Libia. Se pidi¨® a nuestros amigos tertulianos alguna precisi¨®n sobre el delicado y decisivo problema de la unificaci¨®n de los mandos, en caso de operaciones ofensivas. Qued¨® claro que sir Peter de la Billi¨¨re, el legendario jefe de la unidad, mantendr¨ªa su autonom¨ªa, pero en estrecho contacto con el jefe supremo americano, Colin Powell.
Se me aclar¨®, a preguntas m¨ªas, si era tambi¨¦n ¨¦sa la f¨®rmula correspondiente al grupo de combate franc¨¦s, igualmente muy numeroso y de alto nivel de preparaci¨®n. No estar¨¢n -por lo visto- en el despliegue americano, sino en el frente eventual que formen, junto a los contingentes musulmanes, en el otro extremo de Arabia Saud¨ª, pr¨®ximos a las ciudades santas del islam. Un touch ir¨®nico subray¨® el juego de sutilezas que caracterizan, casi siempre, las decisiones del cauto y prudente Fran?ois Mitterrand.
?Habr¨¢ guerra o negociaci¨®n? Nadie se atrevi¨® a pronosticar la salida probable. ?Es posible convocar una gran conferencia de pa¨ªses ¨¢rabes para estudiar y resolver las m¨²ltiples y graves tensiones existentes? Yo me interes¨¦ mucho por las respuestas de quienes al fin y al cabo proven¨ªan del imperio brit¨¢nico, abuelo del mosaico actual de las naciones ¨¢rabes de Oriente Pr¨®ximo.
Toledo, la ciudad de los cien secretos, se ergu¨ªa con su silueta monumental a trav¨¦s de los ventanales de nuestra sala de di¨¢logos. Los concurrentes a la tertulia recorrieron los vericuetos m¨¢s ¨ªntimos de la urbe y fueron agasajados por las autoridades toledanas. Todav¨ªa les qued¨® por recibir el postrer recuerdo: una espl¨¦ndida colecci¨®n de 212 fotografiasen color, ¨²nicas en su belleza esot¨¦rica, debidas a Antonio Pareja y Claudio Villasante. Y con ellas un pr¨®logo-ensayo de Luis Racionero, profundo, l¨²cido, desenfadado, certero, titulado Las claves de Toledo. Unas p¨¢ginas en las que lo intuitivo revela tesoros ocultos en ese subsuelo invisible horadado por tantos siglos de culturas superpuestas: las claves de Toledo. Acaso pendientes todav¨ªa de total esclarecimiento. Se ha dicho siempre que hay inn¨²meras cuevas enterradas bajo los grandes edificios y los lugares que ocuparon en el pasado sinagogas, mezquitas y templos cristianos. ?No se hallar¨¢n un d¨ªa sorprendentes hallazgos excavando en la pe?ascosa meseta?
En estos momentos, en los que la unificaci¨®n de la Europa comunitaria requiere un aliento nuevo que supere los frenos de la rutina saltando hacia el porvenir, los informal gathering, es decir, las tertulias abiertas entre gentes de los pa¨ªses miembros, ?no son un instrumento propicio para servir de acicate a quienes tienen en sus mandatos oficiales las claves del porvenir?
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