El laberinto del CGPJ
Ahora que finalmente ha quedado constituido el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), parece un buen momento para reflexionar acerca de las tareas que debe de abordar, con car¨¢cter prioritario, el m¨¢ximo ¨®rgano rector de la judicatura espa?ola.Quede para beneficio de inventarlo el espect¨¢culo que han ofrecido los distintos grupos parlamentarios que, huyendo de la luz y los taqu¨ªgrafos como el diablo del agua bendita, se han encerrado en las covachuelas donde el Poder campa sin control, para pactar finalmente, presidencias, vicepresidencias y vocal¨ªas en un ejercicio circense de dif¨ªcil justificaci¨®n en una sociedad democr¨¢tica.
Tan extravagente para los usos democr¨¢ticos ha sido la elecci¨®n del CGPJ, que las tres asociaciones de jueces y magistrados, aunque por distintas razones, han coincidido en sus cr¨ªticas a la forma de elegir el Consejo. Ni a la conservadora Asociaci¨®n Profesional de la Magistratura, ni a la minoritaria y centrista Asociaci¨®n Francisco de Vitoria, ni a la progresista Jueces para la Democracia, les ha satisfecho una forma de elegir a su principal ¨®rgano rector. Entre otras razones, porque no parece muy ajustado a derecho, que el se?or Mart¨ªn Toval, portavoz del PSOE en el Parlamento y comisionado por su partido para conseguir un CGPJ consensuado, haya olvidado -¨¦l, que durante algunos a?os ejerci¨® de catal¨¢n-, lo que significa el seny.
Fruto de este olvido es que el Parlamento ha perdido una magn¨ªfica oportunidad de elegir a los mejores para el CGPJ, y ha optado, pura y llanamente, por repartir el pastel. Y, en esta ceremonia, no lo olvidemos, todos hemos sido un poco responsables, asociaciones judiciales, parlamentarios, prensa, etc¨¦tera, pues en lugar de debatir en torno a la instituci¨®n parece que s¨®lo interesaban los nombres de los 20 vocales.
Oscura instituci¨®n
Pero, agua pasada no mueve molino, y de lo que ahora se trata es de ver si el actual CGPJ va a cumplir con sus tareas o, sencillamente, seguir¨¢ siendo una oscura instituci¨®n alejada, por inoperante del normal devenir pol¨ªtico de nuestro pa¨ªs.
Parece l¨®gico, pues, preguntarse si el CGPJ piensa, por ejemplo, tomarse en serio los Juzgados de lo Social especiales para la ejecuci¨®n de sentencias. Creados hace tres a?os para hacer efectivas las sentencias de los Juzgados de lo Social, para evitar que las mismas siguiesen siendo papel mojado, los citados Juzgados especiales han terminado paralizados por los mismos virus que ellos deb¨ªan combatir: la burocracia, la falta de celeridad en definitiva, lo que en la pr¨¢ctica supone la indefensi¨®n de facto de un ciudadano, incluso habiendo obtenido una sentencia favorable en los tribunales.
Si traemos a colaci¨®n este ejemplo es porque resulta harto ilustrativo, no s¨®lo de las tareas que debe realizar el CGPJ, sino de las dificultades que las mismas entra?an. Porque, ?acaso no es el Ministerio de Justicia el que, con su magro presupuesto, ya vicia de entrada la correcta administraci¨®n de la justicia? M¨¢s todav¨ªa: ?hasta qu¨¦ punto el CGPJ goza de autonom¨ªa a la hora de controlar a los jueces -y de preocuparse por su formaci¨®n, y por sus leg¨ªtimos derechos, que les corresponden como a cualquier otro colectivo profesional-, si cualesquiera que sean las medidas que adopte se ver¨¢n restringidas por los l¨ªmites del presupuesto?
Porque, l¨®gicamente, si los tres Juzgados de lo Social especiales que hemos puesto como ejemplo, y que surgieron como una experiencia piloto, estuviesen dotados de personal suficiente, otro gallo cantar¨ªa. Porque, aunque parezca incre¨ªble, de esos tres juzgados, s¨®lo uno cuenta con un juez titular. Y de la efectividad de sus resoluciones depende el bienestar de miles de trabajadores. Claro, pedir m¨¢s medios para un juzgado que ni siquiera tiene juez parece surrealismo puro. Y as¨ª como nuestros venerables antepasados de mayo del 68 gritaban "sed realistas: pedid lo imposible", parece leg¨ªtimo que 20 a?os despu¨¦s, porque 20 a?os no es nada, se pida que al frente de los juzgados haya jueces. Para no parecer provocadores, no pediremos que, adem¨¢s, los juzgados cuenten con suficientes oficiales, peritos o sistemas inform¨¢ticos que permitan una administraci¨®n de la justicia eficaz y efectiva.
?Menudo laberinto, por el que ha de deambular el CGPJ! Elegidos sus miembros por consenso, retorcido, pero consenso al fin y al cabo entre los grupos mayoritarios de ambas c¨¢maras, el presupuesto por el que se rigen depende de un gobierno formado por un partido en concreto. Y el presupuesto es el presupuesto: y lo mismo vale para los miembros del Consejo que participan de ideolog¨ªas conservadoras, de ideolog¨ªas pr¨®ximas al partido que gobierna, o de talante m¨¢s o menos de izquierdas.
Los de izquierdas pues, con el marcaje presupuestario, m¨¢s el que supone estar en minor¨ªa dentro del Consejo, se van a encontrar con fuertes limitaciones a la hora de hacer valer con realismo sus criterios.
Claro est¨¢, si existiese una aut¨¦ntica voluntad pol¨ªtica por parte de los partidos que han configurado el actual CGPJ, de solucionar los problemas que afectan a la Justicia espa?ola, las limitaciones hasta ahora enumeradas, podr¨ªan soslayarse, o desaparecer a corto plazo.
As¨ª pues, parece leg¨ªtimo que importantes colectivos de juristas de todo el pa¨ªs, hayan mostrado ya su decidida voluntad de realizar un seguimiento de las tareas del Consejo. Porque en sus manos est¨¢, por decirlo con una frase ya t¨®pica, el control de la calidad de la justicia espa?ola. Y en estos tiempos en los que la calidad de la vida se ha convertido en una justa reivindicaci¨®n de los ciudadanos, y una de las m¨¢s importantes, cualquier jurista responsable de los deberes que tiene un Estado de derecho, debe comenzar vejando por la calidad de la justicia. Para que nadie pueda decirnos aquello de "en casa del herrero, cuchillo de palo". En fin, tiene, tenemos, cinco a?os por delante.
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