Los placeres y los d¨ªas
Henry y June"Par¨ªs no se acaba nunca", escribi¨® Ernest Hemingway recordando los, d¨ªas gloriosos de su bohemia europea, los del hambre y sus primeros intentos importantes en el terreno literario. Como los miembros de la Generaci¨®n perdida, Henry Miller vivi¨® tambi¨¦n su Par¨ªs interminable, la ¨¦poca resplandeciente del descubrimiento no ya de una vocaci¨®n art¨ªstica, sino de la plena asunci¨®n de tal condici¨®n. En esos a?os, concretamente desde que llegara en 1931 a Francia, en su segundo viaje, Miller comenz¨® a escribir: "un libro de mil p¨¢ginas en el que quiere poner todo lo que no dijo antes" (Tr¨®pico de C¨¢ncer), seg¨²n su amiga Ana?s Nin, entonces y a diferencia de Miller, una acomodada bourgeoise y escritora diletante, cuyos Diarios no son s¨®lo ejemplo de autoan¨¢lisis, sino tambi¨¦n la demostraci¨®n palpable de su gran talento narrativo, y el origen mismo de Henry y June. El encargado de revivir las peripecias parisinas de Miller y Nin, con el agregado de la June del t¨ªtulo -la esposa del escritor, June Edith Smith, una mujer que atrajo por igual a la pareja de narradores, y que vivi¨® con ambos una borrascosa relaci¨®n hasta su divorcio de Miller, en 1934- no es otro que Philip Kaufman, probablemente el m¨¢s reputado de los adaptadores literarios americanos contempor¨¢neos, y tambi¨¦n uno de los m¨¢s pretenciosos: sus anteriores trabajos, de la mano de
Director: Philip Kaufman
Gui¨®n- Ph. y Rose Kaufman, basado en obras de Henry Miller y de Ana?s Nin.Fotograf¨ªa: Philippe Rousselot. M¨²sica: fragmentos de Debussy, Ravel y temas populares. Producci¨®n: Peter Kaufman para Universal. EE UU, 1990. Int¨¦rpretes: Fred Ward, Maria de Medeiros, Uma Thurman, Richard E. Frant, Kevin Spacey, Juan Luis Bu?uel, Feodor Atkine. Estreno en Madrid: Azul, Multicines Ideal, Pozuelo, Colombia.
Tom Wolfe (Lo que hay que tener y Elegidos para la gloria) y Milan
Kundera (La insoportable levedad del ser) son indicativas de su que hacer. No resulta extra?o que ahora, tomando igualmente un libro como base, d¨¦ un paso adelante y no se ocupe s¨®lo de ilustrar con im¨¢genes las palabras ajenas, sino la acci¨®n misma de la que nace la escritura, el mundo que subyace tras la inspiraci¨®n creadora, la peripecia biogr¨¢fica.
En este sentido, Henry y June es menos un filme sobre una ciudad y una ¨¦poca prodigiosa, la del Par¨ªs de entonces, y la colonia americana -que s¨ª era objeto del inter¨¦s de Los modernos de Alan Rudolph- que un buceo en la experiencia l¨ªmite del sexo -y de la vida- por parte de una mujer que, como Ana?s Nin, pasa de la interpretaci¨®n a la vivencia en primera persona y la transporta con lucidez al papel, y una reflexi¨®n, menor y cargada de t¨®picos, sobre la operaci¨®n de la escritura.
Error habitual en el cine de origen literario, Kaufman jam¨¢s logra una equivalencia de lenguajes entre la prosa de sus biografiados y su propia narraci¨®n, y la superficialidad de su mirada lastra al film de una temible carga esteticista y de un deseo de epatar que se contradice con el rigor
El riesgo que asume Philip Kaufman al intentar dar vida a personajes tan rotundos, tan intensos, es de agradecer, pero la sensaci¨®n que asalta al espectador al salir del cine es de frustraci¨®n: hay en la pel¨ªcula un gran esfuerzo por tratar temas que suelen quedar generalmente mal parados en la pantalla -el escritor ante su m¨¢quina, el erotismo elegante-, pero ese esfuerzo no alcanza para justificar un film estirado y manierista cuyo ¨²nico punto, de inter¨¦s se limita a la descripci¨®n del personaje de June, del que nunca se da una visi¨®n cerrada y definitiva, que el espectador ve siempre a partir de ¨®pticas ajenas -en coherencia con su origen literario: ella nunca se muestra, siempre es mostrada- y que, a la postre, se convierte en lo m¨¢s rico, inquietante y enigm¨¢tico de toda la funci¨®n.
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