Los huevos de anta?o
Perdida en los Apalaches"Nuestro teatro est¨¢ apegado a la tierra triste de lo cotidiano, reflejo exacto del problema est¨²pido y la intriga boba que cada espectador ha dejado en su propia casa. ?Y qu¨¦ valor puede tener para representarse lo que nos ha ocurrido a todos? ?No estar¨ªa m¨¢s de acuerdo que lo que sucediese en el teatro no fuese lo vulgar sino lo extraordinario, lo imposible, lo que a ninguno podr¨¢ ocurrirle?" (Enrique Jardiel Poncela, Lo vulgar y lo inveros¨ªmil).?C¨®mo sucede en un teatro lo imposible, lo que a ninguno podr¨¢ ocurrirle? Mediante el humor, el humor "absurdo". La doctora Dorothy Gre?uela, de la Universidad de Pittsburgh, se dispone a dar una conferencia sobre "Las paradojas del espacio-tiempo" en el Club de divulgaci¨®n cultural "Amadeo Pimentel"; se toma un orujo, o un brebaje parecido, al que la doctora confunde con agua, y ya se li¨® la cosa: se escucha un fuerte viento, se ilumina la ventana del fondo, cubierta por unas cortinas azules, y la pobre doctora Dorothy, que le hab¨ªa pedido el vice presidente segundo del club el camino de los lavabos, aparece perdida en los Apalaches...
De Jos¨¦ Sanchis Sinisterra
Int¨¦rpretes: Manuel Carlos Lillo, Carmen Belloch y Manuel Dueso. Espacio esc¨¦nico y vestuario: Joaquim Roy i Hom. Direcci¨®n: Ramon Sim¨®. Barcelona, Sala Beckett, 20 de noviembre.
Son las paradojas del espacio-tiempo. "Utilizando el humor", escribe Pepe Sanchis en el programa de mano, "como elemento relativizador del pensamiento l¨®gico y como fuerza destructora del sentido com¨²n, Perdida en los Apalaches propone una inusitada (?!) experiencia esc¨¦nica que atenta contra los par¨¢metros habituales del espectador".
Humor flojo
Lo que ocurre con Perdida en los Apalaches, ese tard¨ªo homenaje de Sanchis al gran Jardiel, es que el humor es muy flojillo, y despu¨¦s de escuchar esas referencias tan poco graciosas -y tan pedantes- a la magdalena de Proust y a la cucaracha de Kafka, uno se pregunta, como el vice presidente segundo: "?D¨®nde est¨¢n los huevos de anta?o?". ?Qu¨¦ se hizo del humor de Jardiel, de Mihura, de L¨®pez Rubio, de Tono, de El Guti¨¦rrez, de La Codorniz?Suerte que la interpretaci¨®n, en especial la de Manuel Carlos Lillo (el vicepresidente segundo), es francamente buena, porque de otro modo ese "juguete cu¨¢ntico" -como lo llama su autor- resultar¨ªa insoportable; "ingenioso" e insoportable.
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