Ismail Kadar¨¦, profundamente alban¨¦s
El escritor abandon¨® su pa¨ªs cuando comprendi¨® que la revoluci¨®n se convert¨ªa en una mascarada
Cuando iba a Francia, donde tiene numerosos amigos y donde Editions Fayard posee los derechos mundiales de su obra, Kadar¨¦ se negaba a responder a los periodistas que le interrogaban sobre el Gobierno del pa¨ªs de la ¨¢guilas. Se le notaba inc¨®modo. Pero, detr¨¢s del espejo, en la soledad de la creaci¨®n, su obra genial denunciaba claramente a las dictaduras.Sin embargo, desde hac¨ªa ya algunos meses, Kadar¨¦ sent¨ªa que ya no bastaba con esta resistencia novelesca. Este verano, por ejemplo, se hab¨ªa negado a denunciar ante la televisi¨®n albanesa a quienes, desde comienzos de junio, abandonaron ruidosa mente Albania. Ya se conoce lo que sigui¨®: el r¨¦gimen alban¨¦s no dej¨® a Kadar¨¦ otra opci¨®n que el exilio.
Hace algunas semanas, cuando Kadar¨¦ a¨²n estaba en Tirana, me comuniqu¨¦ con ¨¦l para hacerle una entrevista telef¨®nica, y como de costumbre, se neg¨® a responder a las preguntas relacionadas con el r¨¦gimen de Ramiz Ali¨¢. Pero ¨¦l ya sab¨ªa que habr¨ªa de partir con su esposa y su hijas, que abandonar¨ªa esa patria con la que hab¨ªa mantenido una larga historia de amor, tanto cultural como pol¨ªtica. Kadar¨¦, al contrario de Vaclav Havel, jam¨¢s represent¨® el papel de disidente: siempre se defini¨® como profundamente alban¨¦s", solidario no s¨®lo con sus hermanos del pueblo, sino tambi¨¦n con la revoluci¨®n iniciada en el Pa¨ªs de las ?guilas.
Cuando advirti¨® que esta revoluci¨®n se convert¨ªa en una mascarada, Ismail Kadar¨¦ hizo sus maletas. "En mi caso", declar¨®, "la necesidad de partir fue inicialmente instintiva. Mis razones llegaron despu¨¦s. Maduran en m¨ª desde la primavera pasada, que fue la de la esperanza. Se hab¨ªan dado algunos peque?os pasos hacia la democratizaci¨®n. Entonces yo cre¨ªa que Ramiz Ali¨¢ podr¨ªa convertirse en el Gorbachov alban¨¦s. Pero la democratizaci¨®n se fren¨® brutalmente. Cuando sent¨ª que estaba en peligro de regresi¨®n, le escrib¨ª una larga carta. Pero hab¨ªa perdido toda esperanza de contribuir, desde el interior, a una moderaci¨®n del r¨¦gimen". A todo esto, Kadar¨¦ a?adi¨® que estaba dispuesto a regresar a Tirana a partir del momento en que tan s¨®lo se insinuara una esperanza de liberalizaci¨®n.
Gigantesca alegor¨ªa
Esta dura reprobaci¨®n de Kadar¨¦ no es tan sorprendente como se ha dicho; hace mucho tiempo que su obra denuncia las dictaduras de todo pelaje, y si bien el actual r¨¦gimen alban¨¦s jam¨¢s es nombrado expl¨ªcitamente, se comprende que es el blanco al que apuntan.
Todos los libros del autor de El general del ej¨¦rcito muerto son, en efecto, una inmensa par¨¢bola, una gigantesca alegor¨ªa que fustiga el universo totalitario. Pero el fondo novelesco nunca es directamente pol¨ªtico: a Kadar¨¦ le horroriza la literatura militante. Pertenece antes que nada a la familia de los grandes narradores orientales al evocar, de por s¨ª, toda, la saga balc¨¢nica. Con h¨¢lito de rapsoda y rigor de etn¨®grafo, recorre en un ¨²nico trazo de tinta toda la memoria albanesa, desde las invasiones turcas hasta la ocupaci¨®n mao¨ªsta de los a?os setenta. Bordando leyendas milenarias sobre las realidades hist¨®ricas, mezclando sue?o y epopeya, Kadar¨¦ parece un Gorki que cantara a la manera del viejo Hornero y que tuviera tambi¨¦n un sentido de la fatalidad tr¨¢gica como Esquilo, ese eterno perdedor a quien dedic¨® un notable ensayo.
En cuanto al trayecto de Ismail Kadar¨¦, comienza un d¨ªa de 1936 en una peque?a ciudad del sur de Albania, Gjirokast?r, que ¨¦l describi¨® en sus Cr¨®nicas de la ciudad de piedra. A los 17 a?os, este hijo de un modesto cartero recibe un premio de poes¨ªa en Tirana, lo que le vale la autorizaci¨®n de partir a Mosc¨² para estudiar en el Instituto Gorki, del que ser¨¢ expulsado en 1961 debido a la ruptura entre Mosc¨² y Tirana. Durante ese tiempo escribe una novela que llega a Francia, donde alcanza en pocas semanas un enorme ¨¦xito: se trata de El general del ej¨¦rcito muerto, inmortalizada en el cine por Marcello Mastroianni.
Kadar¨¦ exalta en ella la resistencia albanesa contra el fascismo italiano, al tiempo que canta la magia de un pa¨ªs monta?oso perdido en las brumas de allende el Adri¨¢tico, un pa¨ªs al que ning¨²n invasor podr¨¢ jam¨¢s penetrar su enigma.
Especie de impunidad
Gracias a esta novela, Kadar¨¦ ser¨¢ tan c¨¦lebre que obtendr¨¢ en Albania una especie de impunidad. A partir de entonces se convertir¨¢ en el embajador del orgullo nacional, aunque en Tirana -donde jam¨¢s se le censura realmente- se le reproche no plegarse a los huecos dogmas del realismo socialista.
Tres veces elegido diputado, entre 1970 y 1982, Kadar¨¦ dedica la mayor parte de su tiempo a escribir; una veintena de novelas largas y otras tantas cortas. ?Sus temas preferidos? Todo lo que ata?e a la tradici¨®n albanesa, como he dicho, una tradici¨®n de la que trasciende incesantemente una percepci¨®n metaf¨ªsica de nuestro destino.
Siempre que puede, Ismail Kadar¨¦ pone tambi¨¦n de manifiesto la superioridad de la sabidur¨ªa popular sobre las frases huecas de los dirigentes. Su iron¨ªa es entonces m¨¢s mordaz que nunca, porque posee un sentido muy chaplinesco de lo grotesco, de la caricatura.
En cuanto a sus t¨ªtulos m¨¢s c¨¦lebres, todos se basan en una realidad hist¨®rica muy precisa: el divorcio entre Albania y la Uni¨®n Sovi¨¦tica en El gran invierno y El crep¨²sculo de los dioses de la estepa; la lucha contra la invasi¨®n otomana, en El puente de los tres arcos, y Los tambores de la lluvia, el levantamiento alban¨¦s de Kosovo en El viaje nupcial; la crueldad de las rivalidades entre cat¨®licos y ortodoxos, en ?Qui¨¦n ha vuelto a traer a Doruntine?; la ruptura Tirana-Pek¨ªn, en Invitaci¨®n a un concierto oficial, una novela maravillosa barrida por un soplo shakespeariano, donde Mao es caricaturizado como un clown megal¨®mano y delirante.
Una de las m¨¢s hermosas novelas de Kadar¨¦ es Abril quebrado. La historia se sit¨²a hacia los a?os treinta, en la cima de las monta?as, en un mundo oscuro, violentamente feudal. Kadar¨¦ cuenta en ella una vendetta sangrienta que opone a dos familias y arrastra a sus miembros a un espantoso torbellino de degollinas. Gjorg, el h¨¦roe, acaba de vengar a su clan matando a Zef Kryeqyqe, el enemigo ancestral. Para salvar el honor de los suyos ha aplicado la dura ley del tali¨®n, pero ahora sabe que le ha llegado el turno de morir. Espera entonces recibir el golpe que le est¨¢ destinado. Sobre las altas llanuras, la primavera despierta con toda su arrogancia, y Gjorg, condenado por la ineluctable fatalidad, marcha hacia su propia muerte. Esta novela consigue transformar en tragedia una banal caza del hombre, una tragedia que proporciona a los antiguos atavismos albaneses una dimensi¨®n ¨¦pica, c¨®smica. De un mundo de machos senguinarios, Kadar¨¦, el m¨¢s universal de los escritores regionalistas, logra extraer una endecha donde la muerte aparece como una forma superior de sabidur¨ªa.
Pero la obra maestra de Kadar¨¦ es una novela a¨²n m¨¢s visionaria, a¨²n m¨¢s sombr¨ªa: El palacio de los sue?os, una gigantesca parodia de la perversi¨®n totalitaria. Una perversi¨®n que ning¨²n escritor osara imaginar: consiste en la manipulaci¨®n de los sue?os de los hombres para avasallarles hasta en sus sue?os... Esta idea monstruosa adquiere una dimensi¨®n l¨²gubre cuando se sabe que nos llega de un autor alban¨¦s. "He querido", explica Kadar¨¦, "inventar un verdadero infierno donde los sue?os sufrir¨¢n tormento. De c¨®mo los bur¨®cratas podr¨ªan llegar a vigilar, a dominar esos sue?os".
Espantosa milicia
El palacio de los sue?os se sit¨²a en un pa¨ªs de incierto contorno geogr¨¢fico que bien podr¨ªa ser una provincia otomana de finales del siglo XIX. Un d¨¦spota reina sobre este imperio de las tinieblas donde se levantan las murallas fantasmag¨®ricas y las sombr¨ªas c¨²pulas del Tabil Sarrail, es decir, "La Oficina del Dormir y del So?ar": una instituci¨®n colosal, una espantosa milicia de cerebros encargada de controlar el sue?o de los ciudadanos hasta en los m¨¢s lejanos valles. Verdadero Estado dentro del Estado, el Tabir Sarrail es una torre de Babel, un bunker de m¨²ltiples ramificaciones cuyos diferentes c¨ªrculos se parecen a las construcciones dantescas: servicio de selecci¨®n, oficina de interpretaci¨®n, sala del Amo-Sue?o, el or¨¢culo que cada viernes es llevado solemnemente al sult¨¢n...
Ning¨²n sue?o del reino escapa a este hormiguero kafkiano donde se agitan millares de celosos funcionarios que descifran incansablemente jerogl¨ªficos, alegor¨ªas y s¨ªmbolos. De esta manera se podr¨¢ anticipar el destino del imperio, revelar los futuros problemas, desactivar los eventuales levantamientos contra el soberano y encarcelar a quienes, en sue?os, osen conformar el espectro de futuras revoluciones... Pues "todo lo que es perturbador y aciago surge primero en los sue?os de los hombres".
Mark-Alem, el h¨¦roe de El palacio de los sue?os, es un joven empleado de esta junta on¨ªrica que persigue a los seres en lo que tienen de m¨¢s ¨ªntimo, forz¨¢ndoles desde el alba a confesar a los copistas sus m¨¢s ¨ªnfimas quimeras, incluso si en apariencia son totalmente incoherentes, lo que nos vale p¨¢ginas completamente chuscas. Funesto m¨¦dium, Mark-Alem prueba ser tan inteligente, tan devoto, que en pocos meses se convertir¨¢ en jefe del Tabir Sarrail. Hasta el momento en que, en el galimat¨ªas de alg¨²n delirio nocturno, descodificar¨¢ espantosos presagios: la aniquilaci¨®n de su propia familia. De ah¨ª en m¨¢s, lo vemos atrapado en uno de esos engranajes de la fatalidad de los que Kadar¨¦, lector de Esquilo, posee el secreto: Mark-Alem se ha convertido en su propia v¨ªctima... Al aproximarse la primavera, espera ser arrestado. Terminar¨¢, sin duda, como su t¨ªo Kurt, el librepensador asesinado por el poder.
Mecanismos de opresi¨®n
El palacio de los sue?os desmonta fr¨ªamente los mecanismos de la opresi¨®n cuando, a fuerza de refinamiento, alcanza el colmo de la perfidia. Una tenebrosa profec¨ªa que deja entrever lo que podr¨ªa ser el estalinismo del inconsciente... "Lo que me ha guiado en esta novela", explica Kadar¨¦, "no es el aspecto freudiano del sue?o, sino las manipulaciones tr¨¢gicas de que podr¨ªa ser objeto: no la interpretaci¨®n cient¨ªfica, sino su vertiente policiaca".
En un reciente prefacio al gran escritor alban¨¦s Migjeni, muerto en 1939, Kadar¨¦ escrib¨ªa l¨ªneas igualmente terribles, que resum¨ªan perfectamente su situaci¨®n antes de dejar Tirana. En ellas analiza el infierno de los escritores que viven bajo dictaduras: "Bajo algunas dictaduras diab¨®licamente perfeccionadas", escribe Kadar¨¦, "el oficio de escritor es una verdadera maldici¨®n. El lujo del silencio le est¨¢ prohibido, pues el mecanismo de la dictadura pesa constantemente sobre ¨¦l para obligarlo a expresarse. Bajo semejante r¨¦gimen, un gran escritor aislado es un poco como un ¨¢rbol marcado para ser abatido. S¨®lo le queda imaginar el tipo de muerte que le prepara la dictadura: el veneno en su taza de caf¨¦, un accidente de autom¨®vil o el cuchillo de un supuesto borracho en alguna oscura caja de escalera. Como ha pasado su vida escribiendo, no puede impedir imaginarse el texto de su necrol¨®gica...". Este texto es un autorretrato tr¨¢gico. Evidentemente, sobran los comentarios: ahora resulta f¨¢cil comprender por qu¨¦ Kadar¨¦, uno de los mejores escritores de este tiempo, eligi¨® fugarse.
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