Rebeli¨®n el S¨®viet
EL PARLAMENTO de La URSS ha vivido la semana pasada el momento m¨¢s significativo de su corta historia: los diputados, hartos de discutir leyes carentes de eficacia ante la situaci¨®n angustiosa que vive el pa¨ªs, se sublevaron contra el orden del d¨ªa preparado por la presidencia y exigieron que Gorbachov, en un plazo de horas, se presentase ante ellos para informarles del estado del pa¨ªs y de las medidas que pensaba tomar para atajar las amenazas de desabastecimiento y de desorden. El hecho merece ser destacado porque demuestra que hoy el S¨®viet Supremo act¨²a con relativa autonom¨ªa y refleja el sentir del pa¨ªs. Una de las realizaciones m¨¢s importantes de la perestroika ha sido haber promovido la creaci¨®n de un ¨®rgano de poder pol¨ªtico nacido de las urnas y en cuyo seno pueden debatir, y enfrentarse, diversas corrientes.Gorbachov tuvo que aceptar, en v¨ªsperas de su salida para Roma y Par¨ªs, la exigencia de los diputados. Su informe decepcion¨® y tuvo que soportar dur¨ªsimas cr¨ªticas. Si los conservadores pidieron medidas contra "el desorden", lo m¨¢s trascendental del debate fueron las intervenciones de los representantes de las rep¨²blicas que plantearon la necesidad de respetar su independencia. Es lamentable que Gorbachov, por su empecinamiento en septiembre pasado en sostener al jefe del Gobierno, Rizhkov, haya retrasado la soluci¨®n de problemas que no admiten espera. Como en otras etapas de la perestroika, sus dudas a la hora de romper el equilibrio y tomar medidas frontales para asumir unas realidades que van m¨¢s all¨¢ de lo que ¨¦l hab¨ªa previsto le pueden costar caro. Hoy es mucho m¨¢s dificil evitar la disgregaci¨®n de la URSS que lo hubiese sido hace un a?o, si entonces Gorbachov hubiese propuesto los cambios que ahora est¨¢ dispuesto a aplicar.
Cada d¨ªa se afirma de manera m¨¢s incontenible en las rep¨²blicas la tendencia a rechazar las leyes centralistas y a tomar decisiones propias para administrar sus bienes y riquezas. As¨ª se acent¨²a el caos de la situaci¨®n econ¨®mica. Cuatro rep¨²blicas -las b¨¢lticas y Georgia- ya han proclamado que quieren separarse. Pero incluso las que aceptan inicialmente formar una nueva Uni¨®n act¨²an cada vez m¨¢s aut¨®nomamente. En algunos casos, aspiran a condicionar las relaciones exteriores de la URSS. Es evidente, como han dicho varios diputados durante el debate en el S¨®viet Supremo, que "la URSS como tal ya no existe". Pero urge evitar, por v¨ªas democr¨¢ticas, que este proceso se dispare hacia el desmembramiento. A nadie interesa -y se ha reflejado claramente durante la reciente conferencia de Par¨ªs- que la URSS se convierta en un mosaico de Gobiernos nacionalistas, con impactos negativos para la estabilidad europea.
Una de las grandes cuestiones es saber si los cambios en el funcionamiento del Ejecutivo, propuestos por Gorbachov en el Parlamento -y aprobados por amplia mayor¨ªa-, podr¨¢n evitar la temida disgregaci¨®n. La principal medida consiste en hacer del Consejo Federal, formado por representantes de las rep¨²blicas, un ¨®rgano decisorio que deber¨¢ dictaminar sobre los problemas pol¨ªticos fundamentales. Es un paso en la buena direcci¨®n; responde a lo que anhelan las rep¨²blicas y coincide con una demanda, ya antigua, de los diputados radicales. Es obvio que en ese Consejo el acuerdo no ser¨¢ f¨¢cil, pero es una garant¨ªa de di¨¢logo; permite que los conflictos se discutan en torno a una mesa.
Estas decisiones de Gorbachov -entre las que destaca la de cambiar la cumbre militar en un plazo de 15 d¨ªas- no han sido acogidas con aplausos un¨¢nimes. Bor¨ªs Yeltsin manifest¨® su protesta por no haber sido acordadas previamente. Sin embargo, cabe esperar que se logre un consenso amplio para dar a la gobernaci¨®n del pa¨ªs una base social amplia, con el apoyo de las personalidades m¨¢s populares y de los mejores especialistas. Lo que est¨¢ en juego, en definitiva, es evitar la marcha hacia el abismo.
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