Escuderos al servicio de los gladiadores

Los testimonios de un ex agente secreto belga de 76 a?os, Andr¨¦ Moyen, y de varios antiguos responsables de los servicios de espionaje italianos han puesto sobre el tapete la conexi¨®n espa?ola con la red de la OTAN.

Seg¨²n el primero, Espa?a contaba con una sucursal de Gladio, dirigida desde Madrid por un general de Caballer¨ªa y con n¨²cleos activos en Barcelona, Canarias y San Sebasti¨¢n, que combat¨ªa a comunistas, anarquistas y separatistas. Las afirmaciones de Moyen, reiteradas al diputado Antonio Romero, se refieren a los a?os cincuenta, y se basan en sus contactos con un ex canciller espa?ol en Amberes, ya fallecido, y con varios militares y polic¨ªas espa?oles cuya identidad no facilita.

Los generales Fausto Fortunato y Gerardo Serravalle, antiguos responsables del Sismi (servicio secreto militar italiano), han declarado en el Parlamento de su pa¨ªs que dos agentes de Franco acudieron a una reuni¨®n de Gladio, celebrada en Bruselas en 1973, y pidieron el ingreso de Espa?a en la misma. La candidatura espa?ola habr¨ªa sido auspiciada por Francia y EE UU, pero el veto de Italia la habr¨ªa frustrado.

Tambi¨¦n en Italia, un antiguo agente secreto, Alberto Volo, ha declarado a TVE que desde 1966 hasta mediados de los setenta Gladio cont¨® con una base de entrenamiento en Maspalomas, cerca de Las Palmas. Aunque el Ministerio de Defensa ha puesto en marcha una investigaci¨®n, Narc¨ªs Serra ha adelantado que "va a ser muy dif¨ªcil que los servicios actuales puedan verificar" los citados contactos.

Todos los expertos consulta dos por EL PA?S coinciden en que no existi¨® en Espa?a durante el franquismo una estructura similar a la implantada en otros pa¨ªses europeos, entre otras razones porque, en palabras del ex presidente Calvo Sotelo, "el r¨¦gimen era Gladio". Es decir, el propio aparato del Estado funcionaba al margen de la ley.

Militares que en los ¨²ltimos a?os de la dictadura ocuparon cargos de responsabilidad y m¨¢ tarde se significaron por su respeto a la democracia han expresado su incredulidad ante la posibilidad de que la OTAN pusiera al corriente a Espa?a de la existencia de Gladio: "Nos miraban con recelo, y si nos negaban informaciones mucho m¨¢s inocuas, dificilmente iban a compartir con nosotros un asunto tan delicado", afirma uno de ellos.

San Mart¨ªn

Otra cosa es que el r¨¦gimen prestara gustoso su apoyo a los servicios occcidentales y a los grupos fascistas en la lucha com¨²n contra el comunismo, facilit¨¢ndoles armas, informaci¨®n, refugio o zonas de entrenamiento. Pero ello, en opini¨®n de un experto en temas de seguridad, no ten¨ªa por qu¨¦ hacerse a trav¨¦s de Gladio, sino directamente con la CIA, que campaba por sus respetos en Espa?a desde el convenio defensivo de 1953, o con las tramas negras italianas, con las que exist¨ªa un afinidad ideol¨®gica. La institucionalizaci¨®n de las relaciones ven¨ªa dificultada por la multiciplicidad de servicios secretos existentes en Espa?a. Adem¨¢s de la Guardia Civil y la polic¨ªa, cada ej¨¦rcito contaba con un servicio de espionaje, y el Alto Estado Mayor de Franco, con otro. Desde 1969 aparece, de forma embrionaria, el Servicio Central de Documentaci¨®n (Cesed), que organiza el coronel San Mart¨ªn para Carrero Blanco. No todos, como era notorio, manten¨ªan buenas relaciones entre s¨ª.

Los contactos de los que habla el ex agente belga se refieren al Cesibe (la Segunda Secci¨®n Bis del Estado Mayor, o servicio de informaci¨®n del Ej¨¦rcito de Tierra), en tanto que los generales italianos parecen referirse a la divisi¨®n de espionaje del Alto Estado Mayor, a la que en teor¨ªa correspond¨ªa en exclusiva las relaciones con el extranjero.

En su libro Servicio especial, el coronel San Mart¨ªn relata las relaciones que mantuvo con el SDEC, servicio de contraespionaje franc¨¦s, durante los a?os cincuenta, cuando el Alto Estado Mayor le envi¨® a Par¨ªs para espiar a los exillados espa?oles. Ya con el servicio de Carrero en marcha, describe contactos con el SDEC y el SDT franceses, con el SID italiano y con el SFI alem¨¢n, aunque sorprendentemente no hace alusi¨®n alguna a la CIA con la que se le atribuyeron intensas relaciones.

San Mart¨ªn asegura: "No prodigamos las relaciones con el extranjero porque no nos fueron demasiado ¨²tiles" y porque "me gustaba mantener una gran independencia". Aunque el libro, escrito mientras su autor cumpl¨ªa prisi¨®n por el 23-F haya que ponerlo en cuarentena, un experto considera ue la frase puede ser cierta puesta a la inversa, es decir, era a los servicios extrajeros a los que no les interesaba San Martin, a no ser para utilizarle en asuntos concretos."Aqu¨ª no fuimos gladiadores", afirma un experto. "sino, como mucho, escuderos de los norteamericanos".